Es hora de repasar y darle una segunda oportunidad a este hermoso y melancólico filme, incluido en la cartelera de Netflix, que protagonizan Brad Pitt y Tommy Lee Jones, donde la búsqueda del padre perdido hace veinte años es el pretexto para un fascinante viaje espacial alejado de los tópicos del cine de ciencia ficción tradicional y que indaga en temas mucho más profundos y definitivos antes que solazarse con los efectos especiales.
Hace más de veinte años que el astronauta Clifford McBride (Tommy Lee Jones) desapareció mientras lideraba una misteriosa misión en el espacio: buscaban señales de vida extraterrestre en el planeta Neptuno.
Este hecho condicionó la existencia de su hijo Roy (Brad Pitt), también astronauta, porque a pesar de los años transcurridos no ha superado su enigmática pérdida y conserva la esperanza de poder indagar y llegar a determinar con plena certeza qué fue lo sucedido con su padre.
Conociendo el deseo de Roy, sus jefes de la NASA aprovecharán esta sentida necesidad y lo pondrán al frente de una misión espacial, tan arriesgada y extraña como la que le tocó vivir a su progenitor, motivándolo con el hecho de que es la mejor oportunidad de saber qué fue lo sucedido con su padre, aun cuando esta travesía encierra una amenaza desconocida que, tal vez, pueda amenazar la misma permanencia de la Humanidad en el sistema solar. En el fondo -y ése es el motivo fascinante del filme- se trata de un viaje silencioso hacia las profundidades del Universo que, acaso, le servirá para saber las verdaderas intenciones de la misión original de su padre y sus catastróficas consecuencias.
En el momento de su estreno, este filme que cuenta con la pausada dirección de James Gray, también responsable con Ethan Gross del guion, fue injustamente despreciado por el público, sobre todo porque no era la película espacial habitual en donde predominan los efectos visuales y sonoros, los lugares comunes y los superhéroes. Acá lo que importa es el tema del viaje, metafórico y real, en donde un hijo busca con desesperación a su padre, aun sabiendo que ese periplo puede entregarle dolor y decepción. Un viaje emocional que, si se sabe apreciar, conmueve y hasta sorprende en su tramo final.
HACIA LAS ESTRELLAS
Es verdad que el filme, en su aletargado ritmo, en su deseo de transformarse en una odisea espacial, hace cansador algunos segmentos de la película, aun cuando la actuación de Brad Pitt resulte impecable como intérprete de ‘Ad Astra’, un tipo herido emocionalmente que recibe una misión inquietante: localizar a su padre en el espacio, quien lleva varias décadas desaparecido, sobre el cual recaen las sospechas que está detrás de una amenaza que podría acabar destruyendo la Tierra.
El eje de este viaje es el trauma de Roy, incapaz de soportar la ausencia de su padre, sabiendo que puede estar en un lugar de ese espacio que lo acoge y lo devora en su expedición.
El personaje central es un tipo herido, su conducta no es normal y muy pronto se asocia su comportamiento a la misteriosa desaparición de su padre, buscando la forma de entender los motivos que éste pudo tener para abandonarlo en la Tierra.
Utilizando el recurso de la voz en off, los espectadores nos enteramos de este trauma (algo repetido durante el metraje) y nos adentramos en las dudas que entraña este viaje desconcertante que, para muchos, es un suicidio. En este viaje interior que hace Roy, el panorama del espacio, del vasto universo y de sus misterios, pasan a ser un telón de fondo inquietante para adentrarnos en otros temas.
Resulta encomiable el esfuerzo de Brad Pitt, disociado hace tiempo de su figura de galán de cine, por reflejar con sinceridad las emociones de su personaje, entregando un sinnúmero de matices a esa aparente calma que lo caracterizY es una pena que así sea, porque Pitt sí que sabe reflejar las emociones de su personaje, dándole pequeños detalles a esa sorprendente tranquilidad que le caracteriza, estando siempre en el límite de la frialdad.
Donde el filme brilla y destaca es en lo técnico, porque sin duda que ‘Ad Astra’ luce impresionante, haciendo que el viaje espacial sea apasionante, por la especial capacidad de Gray para trabajar los detalles y las texturas, El tono pausado que caracteriza a la película está apoyado en la iluminación y en los mil y un detalles que hacen creíble esa sensación de claustrofobia en la nave que viaja rumbo a las incertezas.
Es preciso reconocer que el director aprovecha esta odisea espacial para elaborar un relato sumamente complejo, intimista y fascinante, a costa de que los espectadores se desconcierten: todos los acontecimientos están trabajados desde la intimidad, con abundantes encuadres cortos que le permiten al realizador insistir en el tema emocional de los personajes -aun cuando a veces peque de frío y distanciado-, sin tener que caer en las exageraciones de la estética habitual de la ciencia ficción efectista.
La primera secuencia del filme es extraordinaria: un grupo de astronautas se encuentra trabajando en una gigantesca antena diseñada para detectar vida extraterrestre. Una explosión genera una tragedia con decenas de víctimas, pero Roy McBride (Brad Pitt) nunca pierde la calma, alcanza a cortar la energía, se lanza al vacío, logra controlar su cuerpo en la caída y luego termina apelando a un paracaídas (agujereado por la cantidad de elementos que se desprenden tras el estallido) para un aterrizaje de emergencia y decididamente forzoso.
Después de esta modélica presentación, el filme se ralentiza y se asume como un lento viaje hacia un secreto. Es verdad que el filme no alcanza la estatura que se merecía, sobre todo porque la exquisitez del trabajo técnico no va a la par con el desarrollo de los elementos emocionales, sobre todo porque ‘Ad Astra’ propone una serie de interesantes reflexiones que no siempre se desarrollan como era debido, dando la sensación de producto algo prefabricado en este punto.
De este modo, ‘Ad Astra’ es una película fascinante en lo puramente visual con una gran cantidad de bellas secuencias que perduran en la memoria y logran emocionar a los espectadores que entienden cabalmente la propuesta del director y su deseo irrevocable de emplear la idea del viaje físico por el espacio infinito para entregar otro viaje, más denso cierto, pero más fascinante y perdurable.
No alcanza la estatura de ‘2001, Odisea del Espacio’ de Kubrick ni la profundidad de ‘Solaris’, de Andréi Tarkovski, cierto, pero está en esa senda de especulaciones notables que muy de vez en cuando el cine de ciencia ficción maduro entrega.
James Gray es un talentoso director que antes realizó Little Odessa, La traición, Los dueños de la noche, Los amantes, The Immigrant y Z: La ciudad perdida. Este filme puede definirse como uno de sus más personales trabajos cinematográficos que en el envase de película de ciencia ficción existencialista desarrolla una conflictiva relación padre-hijo marcada por una enorme distancia (tanto en tiempo como en espacio) como eje principal. Y ojo que Brad Pitt, el protagonizada, actúa en estado de gracia.
FICHA TÉCNICA:
Ad Astra: Hacia las estrellas (Ad Astra, Estados Unidos/2019). Dirección: James Gray. Elenco: Brad Pitt, Tommy Lee Jones, Liv Tyler, Donald Sutherland, Ruth Negga, John Ortiz, Loren Dean y Kimberly Elise. Guion: James Gray y Ethan Gross. Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Edición: John Axelrad y Lee Haugen. Música: Max Richter y Lorne Balfe. Distribuidora: Fox. Duración: 124 minutos. Apta para mayores de 13 años.
Disponible en Netflix.
Autor
-
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación
Otros artículos del mismo autor
- OPINIÓN12 octubre, 2024LOS MONSTRUOS REGRESAN POR PARTIDA DOBLE
- OPINIÓN9 agosto, 2024AGOSTO COMO TEMA Y SÍMBOLO EN EL CINE
- OPINIÓN11 marzo, 2024OPPENHEIMER, LA BRUTAL REALIDAD ACTUAL Y ALGUNOS APUNTES ACERCA DE LA 96° CEREMONIA DEL PREMIO OSCAR
- OPINIÓN5 marzo, 2024“SIMÓN”. LA VENEZUELA AUSENTE EN UN FILME QUE SE DESVANECE