Ginebra, Suiza.- El mundo corre el riesgo de sufrir otro año de hambre récord, ya que la crisis alimentaria mundial sigue llevando a más personas a niveles cada vez más graves de inseguridad alimentaria, advirtió este jueves el Programa Mundial de Alimentos (PMA) en un llamado en vísperas del Día Mundial de la Alimentación, que se celebra el 16 de octubre.
La crisis alimentaria mundial que vive el planeta, fruto de una confluencia de crisis causadas por las alteraciones climáticas, los conflictos y las presiones económicas, provoca que el número de personas hambrientas a escala global haya crecido de 282 millones a 345 millones en sólo los primeros meses de 2022, afirmó este jueves el PMA.
El Programa amplió este año sus objetivos de asistencia alimentaria para llegar a la cifra récord de 153 millones de personas, y a mediados de año ya había prestado asistencia a 111.2 millones de individuos.
“Nos enfrentamos a una crisis alimentaria mundial sin precedentes y todo indica que aún no hemos visto lo peor. En los últimos tres años las cifras del hambre han alcanzado repetidamente nuevos picos. Déjenme ser claro: las cosas pueden empeorar, y lo harán, a menos que haya un esfuerzo coordinado a gran escala para abordar las causas profundas de esta crisis. No podemos permitirnos otro año con cifras récord de hambre”, afirmó el director ejecutivo del Programa, David Beasley.
El PMA y sus socios humanitarios batallan contra la hambruna en cinco países: Afganistán, Etiopía, Somalia, Sudán del Sur y Yemen.
Crisis multifactorial
Con demasiada frecuencia los conflictos abocan a los más vulnerables a una hambruna catastrófica. La guerra en Ucrania alteró el comercio mundial, aumentó los costes de transporte y los plazos de entrega y dejó a los agricultores sin acceso a los insumos que precisan. Las consecuencias sobre las próximas cosechas repercutirán en todo el mundo.
Los afectados por la frecuencia e intensidad con la que se suceden las alteraciones climáticas no tienen tiempo suficiente de recuperarse entre un desastre y otro. Así, la sequía sin precedentes en el Cuerno de África está empujando a más personas a niveles alarmantes de inseguridad alimentaria, mientras se prevé una hambruna en Somalia.
Al mismo tiempo, la capacidad de respuesta de los gobiernos se ve limitada por sus propios problemas económicos -depreciación de la moneda, inflación, problemas de endeudamiento- mientras aumenta la amenaza de recesión mundial.
Todas estas circunstancias convierten a las actuaciones preventivas en el eje de la respuesta humanitaria para la protección de los más vulnerables y un elemento central del programa de la 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022, (COP27) que se celebrará el mes que viene en Egipto.
Un esfuerzo humanitario sin precedentes
El plan de operaciones previstas por el Programa para 2022 es el más ambicioso de su historia y prioriza las acciones para evitar que millones de personas mueran de hambre, al tiempo que trabaja para estabilizar -y, en la medida de lo posible, construir- sistemas alimentarios nacionales y cadenas de suministro resistentes.
El PMA multiplicó por seis la asistencia en Sri Lanka en respuesta a la crisis económica, lanzó un despliegue de emergencia tras las inundaciones en Pakistán, amplió las operaciones a niveles récord en Somalia ante la amenaza de hambruna, y proporcionó asistencia alimentaria a dos de cada cinco afganos.
Además, emprendió una operación de emergencia en Ucrania y abrió una nueva oficina en Moldavia para apoyar a las familias que huyen del conflicto.
Ante el aumento de los costos de la asistencia humanitaria y el incremento de los plazos de entrega, el Programa sigue diversificando su red de proveedores, favoreciendo las adquisiciones locales y regionales: en lo que va de 2022, el 47% de los alimentos procedieron de los países en los que opera el Programa, representando un valor total de 1200 millones de dólares.
El PMA también amplió la entrega de transferencias en efectivo y actualmente representan un volumen del 35% de la asistencia alimentaria de emergencia.
Si bien estos esfuerzos sirven para socorrer a algunas personas gravemente vulnerables, se enmarcan en un difícil contexto mundial en el que sigue aumentando el número de personas que sufren hambre extrema, lo que exige una acción mundial concertada en favor de la paz, la estabilidad económica y el apoyo humanitario que garantice la seguridad. (ONU NOTICIAS)
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