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¿Qué es primero, el auto eléctrico o los cargadores vehiculares?

Para que los consumidores adopten ampliamente el uso de los coches eléctricos, debe de existir una red de estaciones de carga. Sin embargo, el desarrollo de estaciones de carga también depende de la amplia circulación de automóviles eléctricos. Además, los consumidores se preocupan por la tendencia de los vehículos eléctricos a tener un rango de conducción más bajo que los automóviles tradicionales.

En este sentido, el transporte automotriz representa casi el 11 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. Una de las herramientas más prometedoras para descarbonizar este sector son los vehículos eléctricos. En consecuencia, los gobiernos de todo el mundo subsidiaron las compras de automóviles eléctricos por una suma de casi $30 mil millones de dólares solo en 2021. Sin embargo, existen barreras significativas que impiden la adopción generalizada de automóviles eléctricos. En primer lugar, la difusión del coche eléctrico requiere el desarrollo de una red de estaciones de carga cuyo valor a su vez depende del número de coches eléctricos que circulan.

Estos efectos indirectos crean un problema similar al dilema del huevo y la gallina, en el que ninguno de los lados se desarrollará sin el otro. En segundo lugar, el rango de conducción de los automóviles eléctricos es menor en comparación con los automóviles de combustión interna, lo que hace que el rango sea un factor importante para los consumidores. Además, las empresas pueden ajustar el rango con relativa facilidad. Estas barreras plantean un problema a los responsables de la formulación de políticas públicas: ¿Cómo diseñar efectivamente los subsidios a los automóviles eléctricos, teniendo en cuenta este dilema del huevo y gallina que interactúa con los fabricantes de automóviles ajustando tanto los precios como el rango de conducción en respuesta a los subsidios?

Para responder a esta pregunta, los consumidores deciden qué automóvil comprar en función del precio de compra y atributos como la economía del combustible, la potencia y, si el automóvil es eléctrico, el rango de conducción y el tamaño de la red de carga pública local. Las empresas fabricantes fijan los precios y la autonomía de sus coches eléctricos, teniendo en cuenta tanto los subsidios como la posible existencia de estaciones de carga. Por último, los proveedores de estaciones de carga toman decisiones que dependen de cuántos autos eléctricos circulan y el nivel de subsidios que reciben por configurar cargadores.

Derivado de lo anterior, es importante resaltar que los gobiernos locales deben comprender las reacciones estratégicas de precios y rangos a los subsidios y cómo interactúan con los efectos indirectos. Estas reacciones pueden conducir a fuertes diferencias de precios y rangos que dan forma a los patrones de sustitución entre los automóviles eléctricos y de combustión, que a su vez dan forma a los resultados de las políticas. En particular, centrarse en maximizar las ventas de automóviles eléctricos puede venir a expensas de las mejoras en su autonomía y el desarrollo de la red de estaciones de carga.

 

Twitter: @pacotrevinoa

 

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El Heraldo de Saltillo
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