El factoraje financiero: ¿Le conviene a mi empresa?

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Con relativa frecuencia, las empresas no cuentan con recursos suficientes para solventar sus compromisos diarios de operación, como pagos de sueldos, pago a proveedores, insumos, renta o pago de servicios.

Y en una gran parte, este caso se da debido a que los clientes no suelen pagar de inmediato, sino que muchas de las ventas tienen plazos de pagos desde los 30 hasta los 90 días.

Por ello, una de la solución ante el problema de la falta de liquidez es el factoraje financiero, un instrumento mediante el cual una empresa comercializa sus cuentas por cobrar, o -para decirlo de manera más clara- vende sus facturar a una entidad financiera, así de esta forma obtiene recursos de manera inmediata, sacrificando una parte de la deuda.

Además, si la empresa realiza operaciones de compra-venta en comercio exterior, es indispensable contar con el flujo de efectivo suficiente para atender pedidos de gran volumen, entregarlos en tiempo y forma y asumir el riesgo de no pago, al tener que otorgarle crédito a clientes extranjeros.

La solución ideal para obtener financiamiento para el capital de trabajo es el factoraje, un modelo que permite vender a crédito y cobrar de contado.

Las empresas tienen en su activo cuentas por cobrar a sus clientes, que les permitirán tener liquidez, pero estos pueden tardar 30, 60, 90 o más días, sin embargo, esas cuentas por cobrar pueden ser anticipadas a través del factoraje. Las empresas pueden obtener recursos de forma anticipada, cediendo esas cuentas por cobrar a una entidad financiera.

El factoraje es una herramienta cada vez más utilizada por las empresas, para obtener dinero sin necesidad de incrementar sus pasivos, es decir, de no pedir un crédito.

A través de esta herramienta financiera las empresas obtienen cobertura ante el riesgo de no pago, apoyo en la administración de cuentas por cobrar al delegar las cuentas de los clientes, así como gestión de cobranza. Pues una entidad financiera adquiere los derechos de cobro o crédito que tiene a su favor el proveedor de bienes o servicios.

Las instituciones que realizan el factoraje financiero llevan una comisión de ganancia que puede ser una cuota fija o –por lo general- es un porcentaje de la factura de la que adquieren los derechos de cobro.

Hay dos tipos de factoraje financiero: el factoraje tradicional y el factoraje a proveedores.

En el factoraje tradicional, la empresa de factoraje adquiere los derechos de crédito directamente del proveedor, de aquella persona que otorgó un servicio o vendió bienes, por su parte el deudor es notificado posteriormente por la empresa de factoraje, para que sepa a quien le debe cobrar esas cuentas por cobrar.

El factoraje a proveedores es la figura que más se realiza en México, implica que la empresa de factoraje firme el contrato directamente con el deudor, no con el acreedor.

Prácticamente las ventajas de este modelo son para empresas de un tamaño considerable, que tengan operaciones constantes y puedan permitirse ceder un porcentaje del dinero por cobrar.

Esto al mismo tiempo se convierte en la desventaja del factoraje, pues de cada cuenta por cobrar se debe descontar un porcentaje que irá directo a la entidad financiera que presta el servicio.

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El Heraldo de Saltillo
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