Piden no normalizar escenarios de muertos y desaparecidos

 Foto: Agencia EL UNIVERSAL/Carlos Mejía/EELG

Ciudad de México.- En el inicio de la Jornada de Oración por la Paz, la Iglesia Católica hizo un llamado a «no normalizar» la violencia en México.

Al oficiar la misa dominical en la Basílica de Guadalupe, monseñor Andrés García Jasso, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México, pidió que no nos acostumbremos a la violencia.

«No nos acostumbremos a estos escenarios de muertos y desaparecidos. Sigamos indignándonos cada vez que tenemos noticias de esta índole, y, sobre todo, sigamos orando por la paz en nuestra familia, en nuestra nación y en el mundo entero».

Monseñor García Jasso destacó que, en esta Jornada de Oración, que se extenderá hasta el 31 de julio, «recordamos a todos los sacerdotes, religiosos y religiosas, que como buenos samaritanos han dado su vida por defender la dignidad de los más necesitados. Por supuesto, no olvidamos a tantos y tantos mexicanos y extranjeros que han sufrido por la violencia en nuestro país».

Señaló que es esta jornada en la que se nos exhorta a rezar por la paz, pedimos «de manera especial» por los sacerdotes que han sufrido la violencia, pero también por todas las familias y por toda la sociedad en general.

El sacerdote oró porque los maestros y padres de familia trabajen en erradicar la violencia a través de la educación y la recomposición del tejido social, y las autoridades provean de la «seguridad pública necesaria para todos los mexicanos».

También oró por erradicar la violencia intrafamiliar, que dijo «es escuela de resentimiento y odio en las relaciones humanas básicas».

«Pidamos por los niños, adolescentes y jóvenes para que sean promotores y artesanos de la paz, y no se dejen contaminar por la cultura de la muerte, que lleva al desprecio de la vida, de la dignidad de las personas y del trabajo honesto.

«Pidamos por los sacerdotes, religiosos y religiosas y agentes de pastoral, que han sido asesinados en nuestro país, para que el Señor les dé el descanso eterno, que el clamor de justicia, nacido de su sangre derramada, sea escuchado por Dios y por los hombres, y que los proyectos de ellos impulsados, sigan dando mucho fruto».

Luego, pidió a todos los presentes que repitieran la Oración por la Paz:

«Señor Jesús, tú eres nuestra paz. Mira nuestra patria dañada por la violencia y dispersa por el miedo y la inseguridad.

Consuela el dolor de quienes sufren, da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan, toca el corazón de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte, dales el don de la conversión.

«Protege a las familias, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, a nuestros pueblos y comunidades, que, como discípulos misioneros tuyos y ciudadanos responsables, sepamos ser promotores de justicia y de paz, para que, en ti, nuestro pueblo tenga vida digna. Madre Santísima de Guadalupe, Reina de la Paz, ruega por nosotros». (EL UNIVERSAL)

 

 

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