COMO DECÍA MI ABUELA  

La unión… 

Mis tías vivían fuera de Saltillo y cuando llegaban las vacaciones, era el momento en que visitaban a mi abuela.  Entonces, las primas nos poníamos a jugar, compartir anécdotas, contar historias de terror, y cortar algunas de las flores del jardín de la abuela. Sospecho que por eso se ponía de nuestro lado cuando expresábamos el deseo de que dejaran ir a nuestras primas a una pijamada en nuestra casa, —la unión, hace la fuerza— nos aconsejaba por lo bajo, y entonces acudíamos en tropel a solicitar dicho permiso, el cual, casi siempre era concedido.

A pocas semanas del 8M, comienzan las reflexiones acerca del significado de este día. Contrario a lo que algunos creen, el 8 de marzo no es un día para felicitar o festejar a las mujeres, sino para visibilizar las violencias que vivimos y la discriminación en razón de nuestro sexo que históricamente hemos padecido. Y aunque es verdad que existen avances en la legislación y los protocolos para garantizar el acceso a una vida libre de violencia para las mujeres, no es menos cierto que dicha legislación y protocolos se han quedado en la parte abstracta de la ley y no se han materializado en la impartición de justicia.

El caso de Vianey es un claro ejemplo de esto. No voy a entrar en la discusión de las redes sociales sobre la culpabilidad o inocencia del taxista, sino que, hablaré de la falta de protocolos y medidas que faciliten números de emergencia y espacios seguros para las usuarias de taxi así como los hay en el transporte urbano. Sería interesante que el Instituto Estatal del Transporte se pronunciara al respecto y reconociera su responsabilidad en la falta de regulación, vigilancia y construcción de espacios seguros para las mujeres también en esta modalidad de transporte.

También fallan las instituciones en protegernos de “un mundo que parece odiar a las mujeres” tal cual es el título que eligió para su artículo Paola Schietekat Sedas, en el cual denuncia el abuso sufrido al ser violada, y para colmo pasar de víctima a sentenciada, solo por haber sido acusada, de acuerdo con las leyes de Qatar, de tener una relación extramarital, aun cuando esta no fue consensuada, sin que las autoridades de la embajada de México en aquel país supieran cómo actuar al respecto, aun existiendo un “Protocolo de atención consular para personas víctimas de violencia basada en el género”. Actualmente Paola se encuentra en pláticas con la SRE, aquí en México, para que sea representada de la mejor manera en las siguientes audiencias.

Las instancias gubernamentales se olvidan de ser claros al comunicar sus “logros”, para así jugar con el sensacionalismo de las estadísticas y enviar un mensaje vago que confunde y hace creer que las cosas van mejorando. El 21 de febrero, el Coordinador General de Comunicación Social y Vocero del Gobierno de la República, Jesús Ramírez Cuevas compartió en su cuenta de twitter que “La Estrategia Nacional de Seguridad Avanza (…) El feminicidio bajó 32% de su pico máximo” sin compartir cual fue el “pico máximo” al que se refiere. En la página oficial del gobierno de México, se puntúa que ese máximo se refiere al mes de agosto de 2021, en el cual se presentaron 107 feminicidios.

Las autoridades nos siguen culpando cuando somos víctimas de algún delito, por el lugar en el que estábamos o la hora, como si existiera un “toque de queda” implícito para las mujeres o lugares y horarios en los que los delincuentes (conocidos o no) tienen permitido acceder a nuestros cuerpos y nuestras pertenencias sin que ello constituya una violación a nuestros derechos fundamentales.

Sin embargo, las mujeres hemos demostrado una y otra vez que lo que decía mi abuela es verdad, pues apenas el 21 de febrero, gracias a la movilización de colectivas feministas se logró la despenalización del aborto en Colombia hasta las 24 semanas de gestación. Con esto, se sienta un precedente en toda América Latina de que las mujeres somos agentes de cambio y sabemos trabajar en equipo, muy a pesar de la insistencia de las instancias patriarcales que pregonan de manera muy desatinada y lamentable, hasta donde les alcanza, que las mujeres “juntas ni difuntas”.

Así que, este 8M, no olvidemos que, como decía mi abuela, “la unión, hace la fuerza”, salgamos a visibilizar las circunstancias que nos atraviesan y nos hacen vulnerables, seamos agentes de cambio y luchemos por el legítimo derecho de acceder a una vida libre de violencia.