Semillas como la linaza, chía, comino negro, girasol, ajonjolí y calabaza, son de los cultivos más antiguos distribuidos en forma global y con mayor potencial para incrementar la saciedad.
La Organización Mundial de la Salud ha estimado que el continente americano tiene la mayor cantidad de población del mundo con sobrepeso (62.5 por ciento) y cerca de una tercera parte con obesidad.
En torno a la situación actual con la covid-19, autoridades en el sector salud han mencionado que las personas con obesidad severa tienen más riesgo de hospitalización, cuidados intensivos, ventilación mecánica o incluso la muerte, debido a que la obesidad facilita el desarrollo de trastornos metabólicos como diabetes, enfermedades cardiovasculares y crónicas como accidentes cerebrovasculares, osteoartritis y algunos cánceres.
Junto con el ejercicio y una dieta baja en azúcares y carbohidratos, las grasas saludables son algunos factores clave para prevenir la obesidad y el síndrome metabólico. Algunos compuestos bioactivos o nutracéuticos de semillas ancestrales se han relacionado con la pérdida de peso, como inhibidores de enzimas involucradas en la digestión y absorción de grasas, además de supresores del apetito.
Por lo anterior, un grupo de investigación del Cinvestav Unidad Irapuato, encabezado por Octavio Paredes López, propuso identificar y estudiar algunos de los cultivos más antiguos distribuidos en forma global y con mayor potencial para incrementar la saciedad durante el consumo de alimentos. Estos seis cultivos, cuyas semillas tienen las propiedades señaladas, son la linaza, chía, comino negro, girasol, ajonjolí y calabaza.
Estas semillas tienen compuestos bioactivos como los ácidos grasos, esteroles, compuestos fenólicos y fibra dietética que con su consumo frecuente han demostrado principalmente la capacidad de aumentar la saciedad, ayudando al control de la obesidad y consecuentemente a prevenir otros síndromes metabólicos. Un aspecto interesante es que, dentro de estos seis productos agroalimentarios funcionales seleccionados, dos de ellos son originarios de Mesoamérica (chía y calabaza).
Recientemente, la revista científica Critical Reviews in Food Science and Nutrition, una de las más destacadas en el mundo en los temas de alimentos y nutrición, publicó un artículo de Octavio Paredes, abordando este estudio, bajo el título “Seeds from ancient food crops with the potential for antiobesity promotion”, donde brinda características de los cultivos de semillas antes mencionados para su implementación en la dieta alimenticia de las personas.
“El documento sostiene como este tipo de semillas son fuentes naturales de ácido alfa-linolénico (ALA, X-3), fibra, proteínas de alto valor biológico y antioxidantes naturales, que han mostrado funciones biológicas como antiinflamatorio, anticancerígeno, antimicrobiano, antitrombótico y modulador de la saciedad” explicó Octavio Paredes.
La linaza (Linum usitatissimum), se ha convertido en un atractivo alimento nutricional debido a su contenido alto de ALA, fibra dietética, secoisolariciresinol diglicósido (SDG, un antioxidante fitoestrogénico) y proteínas.
Las semillas como la chía (Salvia hispánica) que libera mucílago (fibra soluble), la de girasol (Helianthus annuus), de sésamo (Sesamum indicum) y la de calabaza, poseen propiedades que podrían ayudar a mantener el control glucémico y la saciedad. Por tanto, su capacidad para mejorar el estrés oxidativo y la dislipidemia conduce a la reducción de las afecciones cardíacas en pacientes obesos.
Todas estas semillas, provenientes de plantas de floración anual, se emplean como ingredientes alimenticios y botanas que reducen el apetito, ayudan a la digestión y aumentan la saciedad después de las comidas, son fuente rica de vitaminas y proteínas, bajas en carbohidratos; a diferencia del comino negro (Nigella sativa) que se utiliza comúnmente como especia, y que el extracto de su semilla ha demostrado su capacidad para aumentar la secreción de insulina e inducir proliferación de células B pancreáticas.
Estos cultivos utilizados de diferentes formas desde tiempos ancestrales han sido ampliamente estudiados en las últimas décadas como fuente de compuestos bioactivos y agentes naturales para reducir los efectos secundarios de la obesidad y el sobrepeso; es decir, que su incorporación a la dieta habitual podría mejorar la calidad de vida.
Además, los componentes del aceite de las semillas ya mencionadas, como productos adicionales se vuelven económicamente atractivos para los agricultores y los productores de alimentos, con el fin de aprovechar mejor las propiedades funcionales y nutraceúticas de estos cultivos.
Es importante señalar que ningún alimento, por sí solo, puede conducir con éxito a la pérdida de peso; para obtener mejores resultados es necesario seguir planes dietéticos equilibrados, con una amplia variedad de alimentos saludables y bajos en calorías, acompañado de ejercicio físico. (CINVESTAV)
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