PRI / AMLO : ¿TIEMPO DE COINCIDENCIAS?

 

En su reciente asamblea nacional, el PRI “pateó el neoliberalismo que le impusieron desde el poder”.

En el aspecto ideológico, el PRI se define como un partido de centro izquierda, identificado en la tesis de la democracia social y como parte de los partidos que se agrupan en la corriente social demócrata a nivel mundial. Desde esa perspectiva el PRI honra su legado que emana de la Revolución Mexicana y del clamor que ésta detonó para hacer valer el imperativo de la justicia social.

Ello significó repudiar las desigualdades que se originaron de una estructura política y económica de dominación, abuso, de exclusión y arbitrariedad, cuyo peor reflejo fue el despojo de la propiedad de sus tierras, a los pueblos originarios y a las comunidades que eran sus legítimas poseedoras.

En virtud de lo anterior y como producto de su innegable contenido revolucionario, entre las acciones más determinantes que se derivaron de la Constitución de 1917, fue la del reparto agrario, que impulsó el PNR, el PRM y el PRI; en este sentido y para institucionalizar dicha política, se promovió la emblemática Secretaría de la Reforma Agraria. Después de ello, se ha insistido en promover una amplia perspectiva a favor del desarrollo rural, la seguridad agroalimentaria, la competitividad y la equidad social.

Por lo que respecta a los trabajadores, el PRI perseveró en que el artículo 123 constitucional encontrara la mejor vía de realización a través del movimiento obrero y de las causas que éste impulsó, que lo llevó a constituir el régimen de seguridad social que lo dignifica y fortalece. De igual forma, para los trabajadores al servicio del Estado se creó un apartado constitucional y, consecuentemente, la institución que ordenara y protegiera los derechos y prestaciones que se les reconoció.

Así la idea de justicia social supuso que las desigualdades extremas debían combatirse porque perpetúan privilegios y carencias y que, por tanto, compete al Estado crear condiciones básicas de equidad, de igualdad y de justicia social en todos los sectores de la población, comunidades y regiones. El PRI, como partido de centro izquierda, con la identidad de la democracia social, de  legado revolucionario y sentido progresista, participa en el contexto de la pluralidad de partidos, con una identidad firme, sólida y resuelta, como lo acredita su historia.

Una economía social supone el imperativo del máximo beneficio para la sociedad a través del mercado, asumiendo que para hacer que ello ocurra se debe alentar la libre expansión de las fuerzas del mercado, pero dentro de una regulación y orientación que los vincule al propósito de ser instrumento para impulsar el bienestar social.

En esa dirección el Estado se esfuerza en construir una base de igualdad de oportunidades a través de los derechos humanos y de palancas que estimulan la equidad como lo son: la enseñanza pública, el acceso universal a los servicios de salud, las políticas que es necesario recuperar como la banca de desarrollo, etc. La presencia y acción social del Estado se produce a través de la inversión directa para el desarrollo de comunidades, regiones y de la infraestructura carretera, aeroportuaria, portuaria y de servicios.

Las grandes desigualdades que se derivan de los niveles de vida y de bienestar que registran los distintos grupos de la población y de su expresión en las regiones atentan contra la economía social de mercado, y es por eso que el Estado desarrolla políticas públicas y canaliza subsidios que eviten perpetuar la pobreza o convertirla en destino: la acción del Estado se orienta a combatir de forma decisiva la marginación y la exclusión social y de conectarlos a la posibilidad de su desarrollo mediante el propio mercado.

Por sí mismo, el mercado, abandonado a su libre expansión, produce contradicciones y conflictos puesto que margina a grupos sociales, concentra el ingreso y busca crear estructuras que plantean el dominio de grupos sobre la distribución de sus beneficios; por eso el Estado interviene para regularlo y orientarlo a fin de que cumpla sus fines sociales.

Rubén Moreira, coordinador de los diputados federales del tricolor resumió en un tuit la decisión de la 23 Asamblea Nacional: “le dimos una patada al neoliberalismo que nos impusieron desde el poder”.

De acuerdo con la crónica de la periodista Georgina Saldierna, para combatir la imagen de corrupción que tiene esta fuerza política, los asambleístas, resolvieron que no se tolerarán corruptelas y quienes caigan en esas prácticas serán procesados y expulsados.

Tampoco se aceptarán servidores públicos que no rindan cuentas a la militancia y ocupen al partido para plataformas personales o que manchen las siglas del instituto.

Sin distancia interpersonal entre los militantes que acudieron a la sede nacional priísta, se determinó que el tricolor luchará en favor de las causas de las mujeres y se le calificó de “partido feminista”.

En los documentos básicos que serán remitidos al INE se ratifica el compromiso con la igualdad social, el combate a la pobreza y la protección del medio ambiente. También se demandó revisar el Pacto Fiscal Federal y, en general, la “anquilosada estructura hacendaria” del país. ( https://www.jornada.com.mx/notas/2021/12/12/politica/el-pri-patea-el-neoliberalismo-que-le-impusieron-desde-el-poder/ )

El Presidente Andrés Manuel López Obrador, en su diagnóstico, presentado en su toma de posesión, señaló: «En cuanto a la ineficiencia del modelo económico neoliberal, baste decir que ni siquiera en términos cuantitativos ha dado buenos resultados. Recuérdese que luego de la etapa violenta de la Revolución, desde los años treinta hasta los setenta, del siglo pasado, es decir, durante 40 años, la economía de México creció a una tasa promedio anual del 5%.

Y durante ese mismo periodo, en dos sexenios consecutivos, de 1958 a 1970, cuando fue ministro de Hacienda Antonio Ortiz Mena, la economía del país no solo creció al 6% anual, sino que este avance se obtuvo sin inflación y sin incremento de la deuda pública.

Posteriormente hubo 2 gobiernos, de 1970 a 1982, en que la economía también creció a una tasa del 6% anual, pero con graves desequilibrios macroeconómicos, es decir, con inflación y endeudamiento.

En cuanto a la política económica aplicada durante el periodo neoliberal, de 1983 a la fecha, ha sido la más ineficiente en la historia moderna de México. En este tiempo la economía ha crecido en 2% anual, y tanto por ello como por la tremenda concentración del ingreso en pocas manos, se ha empobrecido a la mayoría de la población hasta llevarla a buscarse la vida en la informalidad, a emigrar masivamente del territorio nacional o a tomar el camino de las conductas antisociales.

Lo digo con realismo y sin prejuicios ideológicos: la política económica neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública del país. Por ejemplo, la reforma energética, que nos dijeron que vendría a salvarnos, solo ha significado la caída en la producción de petróleo y el aumento desmedido en los precios de las gasolinas, el gas y la electricidad.

Cuando se aprobó la reforma energética hace 4 años se afirmó que se iba a conseguir inversión extranjera a raudales, como nunca. El resultado es que apenas llegaron 760 millones de dólares de capital foráneo, lo que únicamente representa el 1.9% de la incipiente inversión pública realizada por Pemex en el mismo periodo, y apenas en 0.7% de la inversión prometida.

Es tan grave el daño causado al sector energético nacional durante el neoliberalismo, que no solo somos el país petrolero que más gasolinas importa en el mundo, sino que ahora ya estamos comprando petróleo crudo para abastecer a las únicas seis refinerías que apenas sobreviven, téngase en cuenta que precisamente desde hace 40 años no se construye una nueva refinería en el país.

Aquí agrego otros saldos de la política económica neoliberal o neoporfirista. De México es originario el maíz, esa planta bendita, y somos la nación que más importa maíz en el mundo. Antes del neoliberalismo producíamos y éramos autosuficientes en gasolinas, diesel, gas, energía eléctrica. Ahora compramos más de la mitad de lo que consumimos de estos insumos.

En este periodo el poder adquisitivo del salario mínimo se ha deteriorado en 60 % y el salario de los mexicanos es de los más bajos del planeta. Tenemos el doble de enfermos de diabetes en comparación con países de América Latina.

Durante el periodo neoliberal nos convertimos en el segundo país del mundo con mayor migración. Viven y trabajan en Estados Unidos 24 millones de mexicanos. Y por lo que hace a la violencia, estamos en los primeros lugares del mundo.»

En su discurso López Obrador indicó su ruta: «El otro distintivo del nuevo gobierno será la separación del poder económico del poder político. El gobierno ya no será un simple facilitador para el saqueo, como ha venido sucediendo. Ya el gobierno no va a ser un comité al servicio de una minoría rapaz. Representará a ricos y pobres, creyentes y libres pensadores, y a todas las mexicanas y mexicanos, al margen de ideologías, orientación sexual, cultura, idioma, lugar de origen, nivel educativo, o posición socioeconómica. Habrá un auténtico Estado de derecho, tal como lo resume la frase de nuestros liberales del siglo XIX: ‘al margen de la ley nada y por encima de la ley nadie’.

También transitaremos hacia una verdadera democracia, se acabará la vergonzosa tradición de fraudes electorales. Las elecciones serán limpias y libres y quien utilice recursos públicos o privados para comprar votos y traficar con la pobreza de la gente o el que utilice el presupuesto para favorecer a candidatos o partidos, irá a la cárcel sin derecho a fianza.

El combate a la corrupción y la austeridad nos permitirá liberar suficientes fondos, más de lo que imaginamos, mucho más, para impulsar el desarrollo de México.

Con esta fórmula sencilla de acabar con la corrupción y de llevar a la práctica la austeridad republicana, no habrá necesidad de incrementar impuestos en términos reales, y ese es un compromiso que estoy haciendo, ni aumentarán los precios de los combustibles más allá de la inflación.

Haremos a un lado la hipocresía neoliberal. El Estado se ocupará de disminuir las desigualdades sociales, no se seguirá desplazando a la justicia social de la agenda del gobierno. No se condenará a quienes nacen pobres a morir pobres. Todos los seres humanos tienen derecho a vivir y ser felices, es inhumano utilizar al gobierno para defender intereses particulares y desvanecerlo cuando se trata de proteger el beneficio de las mayorías. No es lícito, no es jugar limpio defender la facultad del Estado para rescatar instituciones financieras en quiebra y considerarlo una carga cuando se busca promover el bienestar de los más necesitados.

Es pertinente, pues, exponer con toda claridad que vamos a atender y a respetar a todos. Que vamos a gobernar para todos, pero que le vamos a dar preferencia a los vulnerables y a los desposeídos. Por el bien de todos, primero los pobres.»

Con esa visión, se puede concluir que estas nuevas propuestas para corregir los efectos derivados del modelo neoliberal se presentan, en todo caso, como una moderna forma de construcción de la política con realismo y sin prejuicios ideológicos, tal como lo señaló López Obrador en su mensaje. La pregunta es: ¿será un tiempo de coincidencias ?.

José Vega Bautista

@Pepevegasicilia

josevega@nuestrarevista.com.mx

 

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José Vega Bautista
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