Así celebró el presidente Andrés Manuel López Obrador en su cuenta de Twitter: “Hoy a las 2:13 horas quedó aprobado el Presupuesto de Egresos 2022 en lo general y en lo particular, con 273 votos a favor, 214 en contra y cero abstenciones. Es una buena noticia, para el bien de todos, en especial, para 25 millones de familias pobres y de clase media que se beneficiarán con recursos de programas destinados a garantizar la salud, la educación, el desarrollo y el bienestar, como nunca. Agradezco a los legisladores su postura en defensa del pueblo y no de las minorías, por siempre privilegiadas. A dormir con la conciencia tranquila, feliz domingo”.
Efectivamente, esa madrugada de domingo la Cámara de Diputados aprobó en lo general y en lo particular, el Decreto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal 2022, y lo remitió al titular del Poder Ejecutivo para sus efectos constitucionales.
El presupuesto contempla un gasto neto total de 7.08 billones de pesos y representa un incremento en términos reales de 8.6 por ciento a lo aprobado para 2021; además, prevé un déficit presupuestario de 875 mil 570 millones 500 mil pesos.
Tal como señala la crónica de Ximena Mejía de Excélsior, luego de tres días completos de discusión en lo particular, en los que Morena y sus aliados legislativos desecharon alrededor de dos mil reservas, incluidas algunas presentadas por sus propios diputados, se mantuvieron las asignaciones presupuestales por siete billones 88 mil millones de pesos para el próximo año.
Una vez aprobado el presupuesto, sólo queda seguir reflexionando sobre el deber ser del presupuesto y recordar la necesidad urgente de dar una nueva visión al contenido social de la política pública, que deberá alejarse de la actualmente distorsionada por las ambiciones electorales. Los programas sociales deberán dejar de ser o parecer una forma de coacción del voto. El gobierno deberá de prescindir del uso electoral de políticas asistencialistas.
En estos tiempos de flujo y cambio, la sociedad deberá estar vigilante para evitar que el gobierno utilice el contenido social de la Constitución para construir su legitimidad electoral, y para que los derechos sociales sirvan mejor para igualar y atemperar las condiciones de los menos favorecidos.
Repensar los derechos sociales desde esta realidad es algo imperioso. Vivimos en tiempos modernos, pensar en una agenda social, de derechos sociales, implica incluir soluciones modernas que transformen nuestro país y nos conviertan en una sociedad con mayores niveles de bienestar, mayor cohesión social y mayor sostenibilidad ambiental.
Sólo por citar un tema, y partiendo de que una gran política social es la generación de empleos, se deberá legislar para modernizar el marco jurídico que permita desarrollar un Estado dinámico que se convierta en un agente que camine al lado del desarrollo de la economía, un Estado proactivo ante los retos del futuro.
Siempre partiendo de la premisa de que el funcionamiento eficiente y productivo de la economía garantiza un crecimiento sostenible en el mediano y largo plazo, condición necesaria para alcanzar mayores niveles de bienestar y cohesión social.
José Vega Bautista
@Pepevegasicilia
josevega@nuestrarevista.com.mx
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