Frente al crecimiento de la pobreza, ¿dónde están los héroes?
Resulta extraordinario observar en la pantalla como, a medida que avanza la acción, los héroes de las películas van adquiriendo nuevos poderes y su fuerza se perfecciona hasta emerger victoriosos frente al mal que amenazaba con esclavizar o aniquilar a la humanidad.
Sin embargo, detrás de esas capas voladoras, escudos de acero y autos blindados equipados con lanzacohetes, el verdadero mérito de los héroes de la ficción es esa voluntad desinteresada utilizada para salvar y proteger, aun poniendo en riesgo su propia vida.
Al final de la historia, queda el registro de las acciones temerarias y sofisticadas puestas en marcha por el salvador, trayendo de regreso la armonía, y encapsulando al mal para depositarlo en otro planeta.
La vida real no es tan diferente al espectáculo, incluso lo supera. El héroe es a la amenaza extraterrestre, lo que el líder debería ser a la tragedia social de nuestros tiempos.
No en vano se dice que, durante la pandemia, la desgracia y los males que amenazan a la humanidad presentan tintes de fábula, cuyo dramatismo supera a las exitosas sagas cinematográficas modernas.
Una de las sensibles tragedias es el crecimiento de la pobreza. El mal, a decir de la Organización de la Naciones Unidas (ONU) y su Secretario General, António Guterres, lo encarnan la pandemia, el cambio climático y los conflictos sociales que provocan violencia y migración.
En efecto, diversos estudios presentados por el organismo internacional muestran que, después de 25 años en los que la pobreza mundial disminuyó continuamente, en 2020, como resultado de las perturbaciones provocadas por la crisis sanitaria y agravadas por el calentamiento global y los conflictos sociales, se incrementó considerablemente hasta sumar más de 100 millones de personas que regresaron a esta situación.
¿Dónde están los buenos héroes? La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima, conocida como COP26, celebrada en la ciudad escocesa de Glasgow, se puede equiparar con la base de operaciones o la mansión en donde se reúnen los héroes de las películas para identificar las amenazas y planear el contraataque.
El calentamiento global, como ya lo mencionamos, es una amenaza identificada por la ONU, causante del deterioro en el bienestar y del crecimiento de la pobreza. Catástrofes naturales, pérdidas de cosechas, hambrunas y migraciones forzadas, son los efectos más sensibles de la falta de acuerdo entre los lideres mundiales para dejar de emitir gases de efecto invernadero y reducir la temperatura del planeta.
Quienes, en primer plano, se decidieron a levantar el “martillo” para defender a la humanidad del cambio climático, fueron Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, y Boris Johnson, Primer Ministro del Reino Unido. El primero, impulsando el control de las emisiones de metano. Y el segundo, promoviendo un gran acuerdo contra la deforestación.
En materia del clima mundial y sus efectos en la pobreza, cuando se está al borde del abismo (así lo reconoce el propio Secretario General de la ONU), incluso los discursos y las buenas intenciones se pueden considerar como alentadoras victorias. Lo fundamental es no olvidar que, a pesar de este histórico acuerdo, el mal asecha, y amenaza con seguir empobreciendo a la población que habita en los países menos favorecidos, afectados por el nulo crecimiento, el desempleo, los conflictos sociales, la desigualdad y las bajas tasas de vacunación contra el COVID-19.
La ONU, a través de su Secretario General, hace un llamado convocando a los “héroes”, sobre todo de las grandes potencias, para impulsar una nueva economía que atenúe los efectos en la pobreza mundial, provocada por la pandemia, el cambio climático y la inestabilidad social.
La recuperación sostenible, afirmó António Guterres en una entrevista reciente, inicia con el impulso al crecimiento económico, prescindiendo del carbón y sin emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, advirtió el portugués, las inversiones tendrán un mayor efecto en la reducción de la pobreza si se dirigen hacia el financiamiento de emprendimientos productivos de mujeres y jóvenes, reducir la informalidad, incrementar la protección social, atención de la niñez y de los adultos mayores, apertura de las escuelas, fortalecimiento de los sistemas de salud y disminución de la brecha digital.
No existe pretexto ni disculpa. Se ha trazado una clara y detallada hoja de ruta que deberá guiar la intervención gubernamental. Confiamos en que las autoridades de los tres órdenes de gobierno tomarán nota de los acuerdos y declaraciones emitidas en Glasgow.
Al mismo tiempo, recomendamos a los futuros héroes revisar el Informe del Secretario General de la ONU sobre Nuestra Agenda Común, emitido el pasado mes de septiembre: “Para reconstruir el mundo, comencemos por remendar la confianza”.
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