LOS AUTOS CHUECOS Y LOS VIVALES

La regularización o nacionalización de los llamados “autos chocolates”, internados ilegalmente en el país no soluciona el modo alguno el problema de inseguridad y contaminación que representan este tipo de unidades.

Porque quienes “defienden” la posesión y circulación de los autos chuecos son los principales promotores de que haya chocolates en circulación, a los que les venden placas dizque de identificación; son promotores de la evasión fiscal. Hoy son regularizados, mañana las ciudades, principalmente del norte del país, estarán inundadas nuevamente de unidades irregulares. Es el modus vivendi de vivales como José Guadalupe Barrios y su organización Onappafa. A él no le interesa la regularización, pues se le acaba el negocio; y si no hay autos chuecos en el país, tendría que ponerse a trabajar.

Es el cuento de nunca acabar. Porque en gobiernos federales pasados también ha habido decretos regularizadores, como el que el sábado anterior firmó el presidente Andrés Manuel López Obrador. Se considera erróneamente que estas unidades entran al país temporalmente en calidad de turistas y que una vez vencido el plazo no vuelven a los Estados Unidos. Desde hace años hay comerciantes de chocolates que van a las fronteras expresamente a traer esos autos que en el vecino país son desechados. Y ahí vienen ganchados de dos en dos en largas caravanas. Hace 30 años usaban las brechas para no ser detectados, hoy pagan el consabido moche y utilizan las autopistas.

En las primeras nacionalizaciones se tomó en cuenta que se trataba de vehículos de carga ligera utilizados sobre todo en el medio rural; que eran herramientas de trabajo. Sin embargo, hoy se ven autos de lujo “onapafeados”, es decir, se trata de propietarios que sí pueden adquirir un vehículo regular en los lotes de usados y hasta nuevos en las agencias distribuidoras.

Se estima que solo en la zona conurbada de La Laguna hay más de 180 mil autos chuecos, que no pagan impuestos, que agregan un factor más al tema de la inseguridad debido a la falta de identificación y que perjudican a la industria nacional.

 

 

 

 

 

 

 

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El Heraldo de Saltillo
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