La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) publicó en la edición de octubre de la Revista del Consumidor un estudio sobre las sopas instantáneas en México, su composición y efectos sobre la salud. La revista menciona que la información se revela para que los usuarios decidan, con base en la investigación, si consumir los productos o no.
El resultado del estudio son diez sopas instantáneas en México que no cumplen las normas, pero Maruchan y Nissin no están dentro de la lista, por lo tanto no están en peligro de salir del mercado. Sin embargo, sí se señalan ambas sopas por su envasado de unicel.
La lista de sopas instantáneas que no cumplen las normas en México son:
- J-Basket, de Corea del Sur: no cumple con norma de etiquetado al no declarar información nutrimental y no tiene instrucciones en español, ni tampoco declara la información nutrimental
- Nongshim, de Estados Unidos: no cumple con la norma de etiquetado porque no declara la información nutrimental del producto. Es la que más sodio tiene, cuatro.
- Udon, de Corea del Sur: no declara el contenido nutrimental del producto. Es la que más sellos tiene.
- Knorr Pasta Lista, de Alemania: no cumple normas de etiquetado y declara «jarabe de glucosa» entre sus ingredientes, pero no lo identifica como azúcar añadido, y no declara el contenido energético (kcal) por cada 100g sino por porción completa. Es la que menos proteína tiene.
- Kraft, de Estados Unidos: no cumple con la norma de etiquetado, ya que no declara la información nutrimental del producto. Es la que más carbohidratos tiene.
- Selecto Brand, de México: no cumple el etiquetado y no expresa el contenido energético (kcal) en el total del envase, solo por cada 100g. Es la que más grasa tiene.
- Buldak Cheese, de Corea del Sur: tiene publicidad engañosa pues declara que es una «sopa de pollo sabor queso picante», pero en los ingredientes solo se lita «polvo sabor artificial de pollo». Es el que más grasa, carbohidratos y kcal tiene por cada 100g de producto. Aparte, tiene en su empaque un personaje de animación, por lo que viola la NOM-051, que prohíbe personajes de este tipo en productos con edulcorantes
- Chikara Udon, originaria de Estados Unidos: no cumple con la norma de etiquetado porque no tiene información nutrimental en español.
- Myojo, de Japón: no cumple el etiquetado y no expresa el contenido energético (kcal) en el total del envase, solo por cada 100g, ni declara el contenido nutrimental del producto.
- Sapporo, de Estados Unidos: no declara el contenido nutrimental del producto.
En cuanto a aportaciones nutrimentales, el estudio revela que aunque las sopas instantáneas pueden contener vegetales, es en cantidades muy mínimas. El caso más notorio es el de la sopa Marucha Ramen con 0.0085 gramos de ajo, cebolla y cebollín deshidratados por envase de 85g.
Por otro lado, la sopa Ottogi Ramyon es señalada por publicidad engañosa, ya que en su empaque se muestra zanahoria, pero no contiene. (xataka.com.mx)
Por supuesto que la defensa del consumidor y su orientación debe formar parte de una política social prioritaria, sobre todo ahora que la presión que la economía familiar, en crisis, definitivamente influye en el modelo de consumo de las mayorías. Además que eso se desarrolla en un mundo donde impera la publicidad, que con técnicas comerciales y publicitarias cada vez más agresivas y depuradas influyen de manera importante en la decisión de consumo de la población.
Pero esa política de defensa del consumidor debe profundizarse y acompañarse de más instrumentos para lograr un verdadero cambio en el modelo de consumo. Un modelo que tenga que ver cada vez más con el entorno del consumidor para que logre basarse en una orientación social y, así, desarrollarse sobre las bases de la igualdad, solidaridad y la sostenibilidad, pero con pleno respeto a los derechos individuales a la intimidad y a la protección de datos personales.
Vale la pena considerar que el consumo puede y debe llegar a ser un elemento de integración social que contribuya a una mejor calidad de vida, que preserve el medio ambiente; que enriquezca el acervo cultural de los ciudadanos; que satisfaga necesidades reales y no superfluas; que se ajuste a la capacidad de gasto de cada familia; que favorezca una mejor distribución de la riqueza; que se ejerza con libertad; que garantice los bienes y servicios básicos; que elimine los riesgos y repare daños; en fin, que proteja a los más desfavorecidos y que esté al servicio de la sociedad, para permitir su evolución equilibrada y democrática.
José Vega Bautista
@Pepevegasicilia
josevega@nuestrarevista.com.mx
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