OTRA RONDA

Sigue estando presente en la plataforma de Netflix esta película ganadora de múltiples trofeos -incluyendo el premio Óscar a la mejor cinta extranjera, el BAFTA inglés y el Premio César de Francia- que demuestra el talento de Thomas Vinterberg, un director danés polémico que, en su época, inauguró esa moda pasajera denominada Dogma con su cinta “La celebración” y que con este trabajo alcanza una etapa de madurez temática y visual al referirse a la masculinidad en crisis en una sociedad donde el alcohol es un vehículo (casi) obligado para dar a conocer expresiones, experiencias y sentimientos a los demás. Merece de todos modos una revisión paciente y exhaustiva en sus valores y en sus alcances.

“Otra ronda” es una película inquietante, provocadora y llena de elementos que la elevan a la categoría de pieza especial en la desconocida (al menos para este lado del continente) cinematografía danesa. Plantea de fondo un tema polémico: la ingesta de alcohol que parte como diversión y termina como adicción, dejando en el camino a no pocos heridos y en donde el realizador Thomas Vinterberg presenta una historia triste donde, por fortuna, elimina la sensiblería y los sermones, para entrega una mirada sensible sobre un tema profundamente necesario de abordar.

Hay que reconocer de partida que sus películas son duras, por lo general de gusto para pocos espectadores y que en sus filmes anteriores como “La celebración”, “Submarino”, “La comuna” y “La cacería”, dividió a los espectadores y a los críticos, situación que se revierte con “Otra ronda”, sin duda uno de sus mayores aciertos y una extraordinaria película.

Acá evita la manipulación que destilaban sus anteriores filmes, deja de lado la mirada cínica y deviene en un relato lleno de sensibilidad madura, masculino y que emociona de manera legítima, aun cuando su estructura no sea para nada sencilla de asimilar y en la que siempre está presente el sello de su cine: la crueldad como característica de los actos humanos.

El filme muestra la relación entre cuatro amigos y docentes que comienzan a experimentar con el consumo de alcohol, alcanzando ribetes peligrosos, dañinos y sencillamente imposibles de revertir, poniendo como añadido una historia de amor maduro -la del protagonista y su esposa de siempre- que sobreviven en medio del caos ambiente en que se desenvuelven.

Martin (Mads Mikkelsen en estado de gracia) encarna a un profesor de Historia en el último año de un colegio secundario. Al contrario de sus estudiantes, que anhelan ingresar a la universidad, él sufre cada vez más una desorientación existencial y una amargura que lo corroe y le hace lucir desconcentrado, frustrado, en plena depresión. Junto a sus tres amigos y colegas, Nikolaj (Magnus Millang), Tommy (Thomas Bo Larsen) y Peter (Lars Ranthe), empieza a probar los efectos que provoca en sus comportamientos provoca el exceso de la bebida alcohólica, ingerida en diferentes grados con un análisis cada vez más obsesivo del alcohol en la sangre. Parten descubriendo que el alcohol los motiva, les hace reforzar sus estados de euforia y su entusiasmo, aunque muy pronto el límite entre el juego, la experimentación y la diversión se cruza y aparece la dependencia, el descontrol y los desbordes que, en el caso de Martin, se traspasa a la delicada relación con su mujer y sus hijos.

Conviene señalar que el director Vinterberg apunta a un problema real en los países escandinavos, donde el alcoholismo alcanza niveles desastrosos, fenómeno al cual el realizador aborda con interrogantes antes que con respuestas concretas.

Para abordar este tema doloroso y real, usa el estilo de comedia negra, generando observaciones inteligentes e incisivos comentarios que elevan al filme a la categoría de denuncia potente y llena de ira respecto de un estado de cosas que los académicos no logran dimensionar. Y lo hace con un elenco sobresaliente, encabezado por ese tremendo actor que es Mads Mikkelsen, quien utiliza de manera notable las miradas, los gestos y la corporalidad para entregar una galería de sentimientos y conductas que van desde la angustia, la frustración  alcanza a manifestar toda la angustia, la frustración hasta alcanzar otros niveles de vulnerabilidad, característicos de un tipo maduro que, más allá de una sociedad de alto estándar económico, empieza a sufrir la crisis de una masculinidad tradicional que no encaja en los modelos actuales de la sociedad.

Es cierto que se trata de una premisa muy propia del cine europeo, en particular del cine escandinavo, cuyos temas y tratamientos visuales difieren de todos modos de la forma de hacer cine estadounidense, por ejemplo, por lo que es probable que muchos espectadores no adhieran a este tema del modo en que sí ocurre en los países europeos, porque allá reconocen que estas preocupaciones son casi cotidianas.

Si bien  el filme tiene como tema esencial la encrucijada generacional de hombres blancos heterosexuales aburridos de su estilo de vida, hay una lectura más profunda y necesaria que pone el dedo en la llaga respecto de la situación que se produce en sociedades donde lo material está satisfecho, pero no se atisba qué viene después, cómo se alcanza una realización más allá de lo concreto y tecnológico y en donde las mujeres, en cuanto madres, esposas o amantes no ocupan un lugar de real importancia ni tienen un impacto concreto en el estado de sus vidas.

Desde la escena inicial, donde vemos a un grupo de jóvenes bebiendo mientras hacen pruebas y vomitan- el director parece establecer una idea clara respecto del alcohol: presenta un problema concreto de Dinamarca que, pronto, deriva a una reflexión más profundo referido a la devastadora visión de un mundo que se torna cada vez más inhóspito y desencantado.

Un elemento interesante es que el director Vittenberg alterna el día a día de los protagonistas con divertidos clips reales de políticos y personalidades que construyen todo un tratado de uso filosófico sobre el alcohol. Y una vez más, muestra lo real pero no juzga, no levanta juicios morales y se preocupa por mostrar el lado oscuro del consumo desatado.

Con una secuencia final brillante e icónica -el asombroso baile de Mads Mikkelsen- no se puede dejar de mencionar que a los cuatro días de iniciado el rodaje, Ida, la hija del director, moría en un accidente de tráfico con 19 años sin poder concretarse su participación en el filme, lo que se tradujo en una dedicatoria al final de la película que, a partir de ese trágico suceso, adquirió una suerte de celebración marcada por el dolor, la pérdida y las sensaciones agridulces. De alguna manera, esta pieza fílmica supuso un exorcismo o un duelo para el director y la demostración de cómo el cine puede ser una catarsis que se puede exhibir a lo largo y ancho de una pantalla.

Ficha técnica: Another Round (Druk, Dinamarca-Suecia-Países Bajos/2020). Dirección: Thomas Vinterberg. Elenco: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Lars Ranthe, Magnus Millang y Maria Bonnevie. Guion: Tobias Lindholm y Thomas Vinterberg. Fotografía: Sturla Brandth Grøvlen. Edición: Janus Billeskov Jansen y Anne Østerud. Duración: 116 minutos. Disponible en Netflix.

 

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación