Alertas tempranas, claves para enfrentar el cambio climático

Según el último reporte del IPCC la temperatura ha aumentado 1.1 grados

Ciudad de México.- Al igual que se tienen alertas tempranas para sismos, las naciones deben trabajar en estos sistemas para anticipar olas de calor o lluvias extremas, porque estos fenómenos son cada vez más intensos debido al cambio climático, explicó Paulina Ordóñez Pérez, del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA).

La investigadora forma parte del grupo Clima y Sociedad en el CCA y puntualizó: “hacen falta sistemas de alerta temprana, así como mucha divulgación y concientización en la población, no solo por las olas de calor, sino por las inundaciones, como ha pasado en Alemania, por el desbordamiento de ríos, para lo que no estaban preparados”.

Desde hace tiempo, prosiguió, se sabe que el calentamiento global es causado por el hombre, pero no se tenía certeza de que el incremento en fenómenos como las olas de calor, huracanes más intensos o inundaciones fueran parte también del proceso de cambio climático y, por lo tanto, ocasionados por el ser humano.

Refirió que la atmósfera es dinámica y cuando sus corrientes –es decir ondas, como las conocen los meteorólogos- empiezan a amplificarse y son más estacionarias, la masa de aire cálido permanece sobre una región y se produce una ola de calor.

El nuevo informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) aclara que, por el momento, la temperatura ha aumentado en 1.1 grados, respecto a las temperaturas de 1850 a 1900. Además, se espera que en las próximas dos décadas se llegue a 1.5 o 2 grados más.

Recordó que desde hace tiempo el IPCC ha advertido que si la temperatura global aumenta 1.5 grados más, los fenómenos como huracanes, olas de calor, sequías serán más graves; en el caso del hemisferio, el constante derretimiento del Ártico agrava el problema.

Este reporte advierte que se van a producir más olas de calor si llegamos a 1.5 grados y, si se alcanzan los dos grados –que también es casi inevitable si no actuamos- serán tan fuertes que impactarán en varios sectores, como la agricultura o la biodiversidad, detalló la doctora en Física de la Tierra.

En el caso de los ciclones, recordó, toman la energía del calor del océano y si está caliente se intensifican más, llegando a la categoría de huracán; además, favorece que el ciclo hidrológico acelere, toda vez que al estar más caliente la atmósfera evapora más agua, lo cual modifica los patrones de precipitación que son más intensos en algunos sitios, y sequías prolongadas en otros.

Pese a que se sabe desde hace tiempo de su existencia, agregó Ordóñez Pérez, para Canadá el registro de temperaturas de 50 grados ha resultado una sorpresa y por ello la actual ola de calor en la zona es la peor registrada; por otra parte, en naciones como España que han sufrido muertes y afectaciones por este problema en el pasado, las consecuencias no parecen ser tan graves.

La diferencia, destacó, se debe a la preparación con sistemas de alerta que cada país debe desarrollar de acuerdo con sus propias condiciones y realidad; además de reducir a nivel personal y gubernamental el uso de energías fósiles.

En este punto, Santiago Alejandro Ramírez Barahona, experto en el tema de cambio climático del Instituto de Biología (IB), añadió: ante todos estos cambios también se deben considerar las adaptaciones en los ecosistemas y las especies.

El tema aquí, abundó, no es el futuro de la biodiversidad, sino nuestro futuro como humanos con la biodiversidad. Hay que dejar de lado que los humanos evolucionamos en un contexto específico y que lo estamos alterando, con todas las ciudades que están construidas alrededor de cuerpos de agua, por ejemplo.

En México actualmente llueve bastante y se inunda la mayor parte, cuando paradójicamente hace poco tiempo estábamos preocupados porque el Cutzamala estaba al 29 por ciento de su capacidad. Estos extremos son lo más peligroso del cambio climático.

“Podemos llevar un tiempo en sequía y la gente se preocupa, pero caen tres granizadas y a la gente se le olvida el problema, y nadie habla del problema de abasto de agua. Lo mismo pasa con las especies, donde no pasa nada y no hay voluntad de tratar de hacer planes de mitigación”, precisó el investigador. (UNAM)

 

 

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Agencias