CAPITALES 

Los retos del hidrógeno como combustible

El hidrógeno limpio está experimentando un impulso sin precedentes a medida que aumenta la confianza en su capacidad para acelerar los esfuerzos de descarbonización en múltiples sectores. Alrededor del mundo existen nuevos proyectos sobre este sector, y la tendencia es que se replicará en muchos países. Tan solo la empresa Intercontinental Energy planea construir una planta en Omán que producirá casi 2 millones de toneladas de hidrógeno limpio. En este sentido, se desarrollan nuevos proyectos a gran escala, así como otros más pequeños ya se encuentran en la etapa de planificación. Del mismo modo, por el lado de la demanda, el hidrógeno está ganando terreno por parte de los clientes. Compradores destacados como las grandes petroleras y las empresas acereras líderes en el mundo están trabajando para hacer realidad una economía de hidrógeno limpio.

A pesar del optimismo que rodea al hidrógeno limpio, sigue existiendo mucha incertidumbre. Uno de los atractivos del hidrógeno es que puede proporcionar energía libre de carbono en múltiples sectores: transporte, calefacción, industria y generación de electricidad. Pero esta ventaja también crea incertidumbres. La infraestructura necesaria en una economía en la que el hidrógeno se utiliza principalmente como combustible de transporte es muy diferente de una en la que su valor principal es como combustible para un sistema de calefacción

Hoy en día no existen grandes redes de oleoductos de hidrógeno y no hay barcos de hidrógeno licuado en operación comercial. Existe un verdadero problema, parecido a la analogía del huevo y la gallina. Si no hay infraestructura para mover hidrógeno, ¿las inversiones en oferta y demanda se realizarán al ritmo necesario para cumplir los objetivos nacionales de descarbonización? Este desafío plantea una pregunta aún más urgente: ¿Cuáles deberían ser las funciones respectivas de los sectores público y privado en el despliegue de la infraestructura?

Si bien la economía de mercado debe ser la fuerza que impulse las decisiones de producción y demanda, los incentivos y planes regulatorios desempeñarán un papel fundamental tanto en la configuración como en el despliegue de la infraestructura habilitadora. Hacer realidad todo el potencial del hidrógeno requerirá una cuidadosa consideración de las políticas públicas para abordar las necesidades del mercado. Es fundamental planear el futuro ahora, ya que los efectos de las decisiones políticas que se tomen hoy se verán reflejados en las próximas décadas. Por ejemplo, construir una red de ductos para entregar hidrógeno a los propietarios que aún no han instalado estufas y sistemas de calefacción alimentados con hidrógeno sería financieramente incosteable. Por lo tanto, sincronizar las inversiones en infraestructura con el crecimiento de la oferta y la demanda será esencial, pero al mismo tiempo, un gran desafío.

Si bien es cierto que el uso de infraestructura de gas natural existente podría reducir significativamente el costo total de transporte de hidrógeno, tanto en términos de reducción de la inversión en infraestructura de tuberías como de inversión evitada en la expansión de la red eléctrica. Aun así, se necesita una cuidadosa evaluación caso por caso para determinar la viabilidad técnica y económica de las opciones junto con las implicaciones generales de las cadenas de valor de una transición del gas natural al hidrógeno.

Para estimular las inversiones necesarias del sector privado, los legisladores y los reguladores deberán crear un consenso nivelado con estructuras de mercado y regulaciones claras, reconociendo los pros y los contras de todas las alternativas y un esfuerzo concertado para sincronizar las inversiones en oferta, demanda e infraestructura. Solo de esta manera podremos evitar replicar las ineficiencias de los sistemas que caracterizaron los enfoques regionales para el despliegue de nueva infraestructura energética.

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El Heraldo de Saltillo
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