Dogmas y realidades de la seguridad en México
¿Cuál es su opinión sobre la seguridad en México? Dada la polarización política que se vive en el país, usted tiene sólo dos opciones de respuesta: u observa el vaso medio vacío o lo percibe medio lleno.
No piense en una tercera vía, porque en materia de seguridad no existe. A nadie medio roban o medio extorsionan.
Así que, si usted se encuentra dentro del primer grupo, seguro se formulara la pregunta: ¿por qué en la época con la mayor militarización de la que se tenga registro el país sufre una de las mayores crisis de seguridad que se recuerde en materia de homicidios?
Si, por el contrario, usted tiene ese espíritu paciente y optimista encontrará una luz de esperanza en la respuesta que el presidente Andrés Manuel López Obrador dio al periodista Jorge Ramos que recientemente le cuestionó sobre la actual crisis de seguridad, comparando las cifras de homicidios del presente con las registradas en los sexenios pasados.
Quienes se localicen en el segundo grupo, asociarán las palabras del mandatario con la imagen de un vaso medio lleno, y estarán convencidos de que durante la segunda parte del sexenio al país le aguarda algo mejor en materia de seguridad.
Transcribo las palabras del presidente: “Hemos avanzado, ahora sí que yo tengo otros datos. No es una burbuja porque no me gusta el autoengaño, eso corresponde a los demagogos y a los hipócritas. Tenemos dificultad para reducir como quisiéramos el delito de homicidio, pero hemos logrado contener el crecimiento que se traía en homicidios.”
La pregunta del periodista y la respuesta del presidente reflejan la profunda tensión que vive el país en materia de seguridad. Las posturas que señalan un incremento importante en los asesinatos registrados en lo que va de la presente administración, al grado de superar en un 138% a los que hubo en el sexenio de Felipe Calderón y en un 74% a los perpetuados en la época de Enrique Peña, contrastan con la respuesta optimista que evoca a la estabilización y contención de los homicidios dolosos como la narrativa para explicar y/o justificar el repunte en la inseguridad en algunas zonas del territorio nacional.
Porque en efecto, el tema de la inseguridad retorna a los primeros lugares de la agenda nacional, sólo que lo hace en forma de dogmas, por una parte, y de incómodas realidades, por la otra.
Cuando, al inicio del sexenio, México celebraba el arribo de la izquierda al poder, parecía que el país cerraba el capítulo de la militarización, las masacres y la ocupación de territorios por la delincuencia organizada. De la inseguridad como el tema más relevante en la agenda pública se pasó al combate de la corrupción y la institucionalización de los programas sociales.
No obstante, transcurridos casi tres años de la presente administración, la promisoria convicción se encuentra lejos de materializarse en resultados de Gobierno. Por el contrario, para algunos analistas y periodistas, las cifras y los indicadores reflejan cada vez con mayor intensidad que, de no intervenirse en forma certera, México estaría ingresando a una crisis de inseguridad sin precedentes.
Si bien el Estado mexicano, impulsado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha avanzado en la consolidación de la Guardia Nacional (a la fecha son ya más de 100 mil efectivos con presencia en todo el territorio nacional), en algunos casos persisten problemas en la implementación de la política pública de seguridad, relacionados principalmente con la falta de coordinación entre los distintos órdenes de Gobierno.
Lamentablemente, habiendo temas de discusión más trascendentes para mejorar la seguridad del país, entre ellos la coordinación interinstitucional y la creciente militarización, las autoridades, la oposición y los medios de comunicación se han enfrascado en un duelo de cifras y percepciones vistas desde los lentes ideológicos de cada quien.
En síntesis, el falso debate de la seguridad ha sumergido a los actores gubernamentales en una turbulencia que proviene de una batalla política y mediática, en la que ponemos en duda si nos encontramos en una crisis o no; siendo la seguridad, en realidad, al igual que la salud, un asunto eminentemente científico que requiere objetividad y solvencia técnica al abordarse.
La actual administración federal combina rasgos tanto de un Gobierno eficaz (creación de la Guardia Nacional) como de uno basado en discursos y justificaciones (acusar de amarillista a la prensa o echarle la culpa al pasado).
Cuando, en mi opinión, una cifra de 115 asesinatos en un día, tal y como sucedió el pasado 4 de julio, debería ser suficiente para observar un vaso completamente vacío, que requiere la intervención del Estado y del Gobierno sin regateos, sin discusiones inútiles y dejando los dogmas para otros ámbitos y momentos.
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