Esta miniserie -apenas cinco capítulos- se embarca en una suerte de subgénero, el que da cuenta del auge y caída de personajes asociados al arte, al cine, a la moda, al jet set, que viven con tal intensidad que muchas veces se vuelven casi una leyenda por sus excesos más que por sus logros. El resultado es un vistoso atisbo a la existencia de Roy Halston Frowick, un diseñador de moda que fue una estrella en los años setenta, amigo de las mujeres más icónicas de ese tiempo -entre ellas la diva Liza Minnelli- y una de las personalidades más excéntricas, queridas y odiadas de ese mundo fastuoso que esconde, era que no, secretos y escándalos que son el motivo por el cual adquiere su sello esta breve temporada.
Detrás de la concepción de ‘Halston’ como una miniserie de cinco capítulos, se encuentra el cerebro de Ryan Murphy que, a pesar de no figurar como director, indudablemente que fue quien dio el sello a esta historia del importante diseñador, protagonizada por Ewan McGregor. Aun cuando sus anteriores producciones -The Politician, Hollywood o Ratched-dieron harto que hablar en la plataforma Netflix, no todos quedaron satisfechos de los resultados generales obtenidos, pero al parecer con esta miniserie se reconcilió tanto con la crítica como con los espectadores.
La brevedad de sus cinco capítulos obliga desde luego a concentrar, dejando de lado temas y situaciones que no aportan a los deseos de la serie: mostrar de manera directa la vida de Halston, partiendo justo cuando su nombre se está convirtiendo en una marca y su estilo en un producto que causa furor y millonarias ganancias.
Un detalle digno de mencionar de inmediato es el trabajo interpretativo, todo un reto para el actor Ewan McGregor, considerando que debe asumir la piel de un diseñador de modas homosexual y cocainómano, una figura frecuente de lugares tan emblemáticos como Studio 54 y que tempranamente alcanzó fama al haber diseñado el particular sombrero de Jacqueline Kennedy. McGregor le confiere presencia y estilo a su rol, sin caer en la caricatura y jugando con sutiles movimientos corporales que le permiten sostener el peso de la miniserie sobre sus hombros.
Se agradece asimismo el ritmo y la puesta en escena. Respecto de lo primero, “Halston” no pierde el control y cada uno de sus capítulos mantiene en vilo al espectador, sabiendo cortar donde corresponde y dejando lugar para los giros y las sorpresas tan características de estas producciones basadas en vidas excéntricas y dolorosas que ejercen gran impacto en los espectadores. Acerca de la puesta en escena, hay un evidente cuidado en que todo se vea elegante, magnífico, soberbio, considerando que el medio en que Halston y sus amigos se desenvolvían era de lujos, de excesos y de mucho poder.
Desde luego que los familiares del fallecido diseñador han manifestado sus quejas por la manera en que se retratan ciertos pasajes de la vida del artista, sobre todo sus excesos en el sexo y en la droga, sin matices, olvidando destacar de manera más concreta su tremendo aporte al mundo del diseño y el reconocido estilo de su obra.
Algo de eso es cierto, porque la miniserie no se preocupa en ahondar en las motivaciones del protagonista, ni excava en profundidades relacionadas con su compleja personalidad, caracterizada por el egocentrismo y la necesidad de reprimir una infancia muy sufrida que se insinúa, pero no se desarrolla lo suficiente. Es un acercamiento superficial, sobre todo considerando lo compleja y a la vez deslumbrante existencia que tuvo el diseñador.
Lo que sí hace ‘Halston’ es deslumbrar antes que otra cosa, dejando por lo mismo de lado los matices, las motivaciones y las sutilezas, lo que también permea al argumento en donde muchas situaciones se dan por sabidas y ciertos personajes logran ser más que reconocidos (su amistad entrañable con Liza Minnelli es un ejemplo) mientras que otros pasan y desaparecen, siendo solo comodines para que avance la historia.
Pese a que la miniserie no entrega todo lo que debiera y que muchas situaciones deberían haber motivado más desarrollo, esto no le quita frescura al conjunto, haciendo que el producto final resulte gratificante, fresco y, sobre todo, muy entretenido.
En el nivel de las interpretaciones, dejando de lado la estupenda performance de McGregor como Halston, sobresale la actriz Krysta Rodríguez que interpreta a Liza Minnelli, con un estupendo trabajo de similitud física, sabe salir con decoro sobre todo si se considera el tremendo desafío de recrear a la actriz y cantante ganadora del Óscar a la mejor actriz por “Cabaret” que mantuvo hasta el final una entrañable cercanía con el diseñador. El resto de los intérpretes contribuye con nobleza en sus diferentes roles, pero sin destacar de manera notable en sus apariciones, donde prima la corrección antes que la inspiración.
De esta manera, durante los cinco episodios de “Halston”, el espectador viaja a través de los momentos clave de la existencia del famoso diseñador de moda y miembro de la socialité Roy Halston Frowick, coetáneo de Balenciaga, Versace, Armani, Valentino o Calvin Klein. que marcó el rumbo de la sociedad estadounidense de los años 80, quien llegó a convertirse por años en una marca de alcance mundial, ligada intrínsecamente al lujo, el sexo y la fama, hasta que su vida y obra empiezan su declive cuando acepta una millonaria oferta que lo despojó, literalmente, de su nombre.
Para los amantes de las trivias, es importante acotar que detrás de esta miniserie hay una serie de elementos que se asocian a la lucha sostenida por Ryan Murphy con los propios ejecutivos de Netflix y los críticos que han despedazado sus recientes producciones. Viendo con calma esta obra, pareciera que el popular guionista se ríe de sí mismo y declara su amor-odio por la plataforma que le permite seguir adelante, pero seguramente con recortes y directrices que no lo terminan por convencer.
Basado en el libro “Simply Halston”, de Steven Gaines, la serie está diseñada como un viaje al hedonismo desde la década de los 70, con sus lujos, excesos y la absoluta falta de prejuicios que caracterizó a Nueva York previo a la amenaza del sida hasta su muerte en 1990, en donde se nota los recursos de una estupenda producción en la dirección artística y un trabajo de vestuario impecable. Todo el fragmento (inevitable, por cierto) dedicado al Studio 54 tiene por sí mismo un aliento de pesada nostalgia, sobre todo por lo que ese icónico lugar fue para una década tan compleja y fascinante como la de los años 70.
Contribuyen a elevar el tono de la miniserie la presencia de mitos vivientes del cine como Liza Minnelli (con la ya mencionada Krysta Rodríguez imitando con respeto a la actriz más legendaria desde entonces) y los cameos de Vera Farmiga, Rory Culkin y Kelly Bishop.
Donde queda la deuda es que jamás el espectador alcanza a comprender por qué Halston fue una figura tan reverenciada en la historia de la moda mundial y que muchos detalles importantes -la figura de la madre, su formación como diseñador, su homosexualidad- sean tratados con tanta superficialidad que termina frivolizando una existencia tan fuerte como la que tuvo.
Así, lo que nos queda es el relato (muy bien contado en su envase y en su elegancia) de un diseñador caprichoso y temperamental que alcanzó el pináculo de la fama y el poder de una industria tan volátil como la moda y que provocó su propia caída.
Con todos estos ingredientes se pudo construir un biopic clásico y efectivo, digno de la estrella que es su centro, pero solo se quedó en un viaje acelerado que deslumbra, entretiene y seduce, pero que termina tan pronto que nos deja una sensación de carencia que nos acompaña durante bastante tiempo.
La miniserie “Halston” escrita por Ryan Murphy se encuentra disponible en la plataforma Netflix y está compuesta por 5 episodios de entre 45 y 53 minutos de duración cada uno.
Episodio 1. Halston: El origen
Halston, ansioso por reinventarse, se propone crear un look exclusivo. Para ello reúne a un equipo de diseño y encuentra inspiración en su nueva amiga: Liza Minnelli.
Episodio 2. Versalles
Halston sopesa una decisión de negocios trascendental. Mientras, conoce a un carismático chico de compañía que le obliga a afrontar viejas inseguridades antes de un desfile histórico.
Episodio 3. La dulce fragancia del éxito
La creación de un perfume se convierte en una tarea tensa y emotiva para Halston. Su vida amorosa se ve cada vez más enredada en medio de su emporio en expansión.
Episodio 4. Se acabó la fiesta
Las noches de excesos en Studio 54 y los días a base de cocaína le pasan factura a Halston. Se distancia de los suyos y debe hacer frente a peleas con amigos, rivalidades y una pérdida inesperada.
Episodio 5. Críticos
La carrera de Halston cae en picado y su vida personal se sume en el caos. Una vieja amiga le ofrece una oportunidad artística antes de emprender su último viaje. Tal vez, sea el renacer de la verdadera esencia del artista.
Autor
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Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación
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