Con la llegada de las vacunas, la vida da pasitos hacia la normalidad que conocimos antes de la pandemia. El confinamiento cada vez es menos restrictivo, las reuniones sociales cada vez son más frecuentes, algunas escuelas retoman las clases presenciales, y hasta la agenda de eventos masivos y conciertos se está reactivando.
Uno en específico me llamó la atención: Bruce Springsteen anuncia que dará un toquín en Broadway próximamente. Además de pagar tu boleto, el requisito para entrar es que tengas el cuadro de vacunación completo de Pfizer, Moderna o Johnson & Johnson. Cualquier otra vacuna no será aceptada por “el jefe”, como lo llaman sus fans.
Bienvenidos a la era de la discriminación de las vacunas. Si antes la humanidad era clasificada por raza, nacionalidad, género, nivel socioeconómico, ahora súmenle el tipo de vacuna que tenga la persona.
Entonces, ¿cuál de todas es la buena? ¿La rusa, la china, la sueca, la estadounidense? ¿Las de una dosis o las de dos? En principio esto debería ser intrascendente porque todas suman a la inmunidad de rebaño. Uno no se pone a pensar cuál laboratorio fabricó la vacuna del sarampión que nos pusieron de niños o de qué país venía.
Pero en los tiempos del Covid-19, hay una lucha por el posicionamiento de marca basada en el porcentaje de efectividad en la prevención del contagio y la certidumbre de que no habrá efectos secundarios severos al ponérsela. Por eso, en la praxis existe discriminación a las vacunas de laboratorios que no cuenten con cierto nivel de confianza. Si tu gobierno te diera a escoger la marca de la vacuna, ¿cuál te podrías? ¿O no te podrías ninguna? Obviamente, hay preferencias de marca por lo que se ve en los medios, lo que se comenta en las mesas, y lo que circula en redes sociales.
Algunos países europeos, por ejemplo, no considerarán como válidas ciertas vacunas en su “certificado verde”, que a partir de julio comenzará funcionar como un pasaporte de sanidad para viajeros. Teóricamente esto se basa en motivos técnicos, pero también hay un peso político internacional. ¿Por qué no consideran como válidas a la rusa Sputnik V o a las chinas Sinovac y Cansino?, pero sí aceptan otras de laboratorios de occidente aunque tengan menor efectividad probada.
La vacuna contra el Covid se desarrolló en un tiempo record por todo lo que implica para la humanidad, pero que las dosis fluyan no significa el fin de la pandemia, sino una etapa más de debate público de lo que significa ponerse una marca en específico, o bien, optar por ninguna. Eso también será tema de conversación.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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