Respecto a las recién pasadas elecciones, el analista Héctor Aguilar Camín ha dicho que “si se piensa la elección del domingo como un referendo a favor o en contra del gobierno, está claro que lo perdió el gobierno, porque los votos de la oposición fueron más que los votos del gobierno. Si se piensa como una elección para darle al gobierno la capacidad de cambiar con sus aliados la Constitución, también la perdió el gobierno.
Esto impide que el gobierno vaya por algunos de sus caminos anunciados, como rehacer el INE, para lo cual necesita mayoría calificada”. (milenio.com)
Sin embargo, por el contrario, dos exdirigentes nacionales del Partido Acción Nacional, el partido menos débil de la alianza opositora, Gustavo Madero y Damián Zepeda, exigieron al dirigente de su partido y los dirigentes aliados hacer una revisión autocrítica de los resultados electorales, pues el bloque opositor no ganó y piden que se admita. Además solicitan que se reconozca que perdieron el 80% de las gubernaturas en disputa.
“No entiendo por qué nos va a caer bien repetir una y otra vez una mentira, con eso no se va a convertir en realidad”, dijo Zepeda Vidales al señalar que no hubo victoria opositora, pues Morena ganó la mayoría de los gobiernos estatales y aumentó en más de 24 millones de mexicanos la población gobernada bajo sus siglas.
Madero, por su parte, demandó reconocer que en las elecciones por las gubernaturas les fue mal. “Nos dieron una paliza (y esos nuevos territorios)… les facilitarán la elección del 2024”, señaló enfático.
En la Cámara de Diputados , reconoció, nada cambió en realidad: “La conclusión es que Morena ganó zapato, el 100% de los distritos federales de Baja California, Baja California Sur, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, Sinaloa, Sonora, Tabasco y Tlaxcala”.
Con esos diputados, insistió el senador Madero, «aunque nos duela reconocerlo, Morena y sus aliados seguirán aprobando el presupuesto, todas las iniciativas y cambios legales que quieran”, planteó en un artículo publicado en el Heraldo de Chihuahua con el título «Los que queríamos frenar a Morena ¡tenemos muy poco de que celebrar!».
En esa postura coincidió el gobernador de Chihuahua y exaspirante a dirigir al PAN, Javier Corral Jurado, quien se separó de los apoyos de la dirigencia de Marko Cortés en Chihuahua y por el contrario, insistió en que formaba parte del equipo del exmandatario César Duarte.
Desde esa postura, Corral se sumó a la crítica de Madero al festejo opositor.
«Entre las peores cosas que hay en la política: el autoengaño. En sentido contrario, como cauce para mejorar, la autocrítica. Este artículo pone el dedo en esa llaga: cómo se están magnificando los resultados de la alianza PRIAN, y en otros casos la distorsión, como autoengaño”, escribió. (politica.expansion.mx)
En el terreno contrario, el escenario político derivado de los resultados electorales dejó al presidente Andrés Manuel López Obrador en una disyuntiva, con miras a transitar exitosamente la segunda parte de su sexenio, la cual implicaba, acercarse a buscar un pacto con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), o agudizar más aún la polarización que vive el país.
Para lo primero, lanzó un “curricán” al PRI, López Obrador argumentó que para aprobar las reformas constitucionales en la Cámara de diputados federal, basta negociar con la mitad de la bancada priista para obtener mayoría calificada, es decir, dos terceras partes del Congreso.
“Si se quisiera tener mayoría calificada, se podría lograr un acuerdo con legisladores del PRI, o de cualquier otro partido, pero no se necesitan muchos para la reforma constitucional”. Así verbalizó lo que fue interpretado como un coqueteo político.
A tal planteamiento la respuesta de la dirigencia del PRI fue un no.
Entonces el presidente López Obrador aseguró que si el PRI no quiere hacer alianza con Morena en la Cámara de Diputados no hay ningún problema, pero criticó la hipocresía de sus adversarios.
-¿El PRI dice que no será quien rompa el bloque opositor y no será Judas..?
-“No hay ningún problema, yo hice el planteamiento que faltaban muy pocos legisladores para tener la mayoría calificada y hacer las reformas constitucionales. Pero fíjense cómo son de hipócritas nuestros adversarios, sepulcros blanqueados”. (eluniversal.com.mx)
Ante la negativa priista, el presidente optó por su segundo plan: agudizar la polarización. Para ello, arremetió contra la clase media mexicana, la cual, afirmó, ayudó a que avanzara el conservadurismo en las elecciones de la Ciudad de México.
Sostuvo que este sector de población cuenta con una actitud “aspiracionista” que se convierte en “egoísmo” al no querer los cambios que su gobierno, autonombrado como la Cuarta Transformación, está realizando con las personas pobres, quienes comienzan a recibir dinero del presupuesto público.
Además, indicó que estas personas, con estudios de licenciatura y maestría, es muy complicado convencerlas de su movimiento, pues tienen hábitos que les impiden ver las modificaciones que hay en el país desde que llegó como jefe del Ejecutivo Federal.
“Ése es para decirle: siga usted su camino, va usted muy bien, porque es una actitud aspiracionista, es triunfar a toda costa, salir adelante, muy egoísta”, fueron sus argumentos. (eluniversal.com.mx)
Pero ¿por qué le conviene al presidente esa polarización?, ¿por qué incluir a la clase media en la lucha de clases entre pobres y ricos, sumándolos al bando de los ricos?.
Tal vez sea una razón electoral cuantitativa. Los resultados obtenidos al término de la primera década del siglo XXI muestran que en 42.4% de los hogares en donde vive 39.2% de la población total del país son de clase media. Por su parte 2.5% de los hogares son de clase alta viviendo en ellos 1.7% de la población del país, mientras que en el otro lado del espectro social se tiene al 55.1% de los hogares donde desarrolla su vida 59.1% de la población mexicana. (inegi.org.mx)
De acuerdo a esas cifras, brindadas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la población comprendida en los conceptos clase alta y media son el 40.87% de total de la población en el país, mientas que en el estrato de la clase baja, son el 59.3%, quedando así en una clara mayoría.
Además, para ser el análisis objetivo, debemos aclarar que la pobreza más que constituir una clase social en sí misma es una condición que puede presentarse con mayor probabilidad para un segmento que corresponde al 55.1% de los hogares y 59.1% de la población del país.
Eventos catastróficos al interior del hogar como la pérdida súbita del principal proveedor o la presencia de una enfermedad o accidente grave entre sus integrantes pueden ser factores decisivos para que ese segmento incurra en pobreza, lo mismo que un episodio de hiperinflación o una recesión económica profunda en el plano macroeconómico.
Por ello la condición de pobreza fluctúa más que la pertenencia a una clase social propiamente dicha. Así pues la clase baja, lo mismo que la clase media, resulta un segmento heterogéneo pero estable en el que se presentan distintas situaciones de previsión frente a la adversidad, de cercanía a los mecanismos de protección del Estado y de pertenencia a redes de solidaridad grupal.
Esos mecanismos de protección del Estado, la política de justicia social, son los que se esgrimirán por parte del gobierno de López Obrador, para contrastar su modelo de gobierno con las posturas ideológicas y legislativas que adopten los partidos que conforman la alianza opositora.
José Vega Bautista
@Pepevegasicilia
josevega@nuestrarevista.com.mx
Autor
Otros artículos del mismo autor
- OPINIÓN19 noviembre, 2024CLAUDIA SHEINBAUM EN LA CUMBRE DEL G20
- OPINIÓN11 noviembre, 2024ALBERTO PÉREZ DAYÁN: NI HÉROE NI VILLANO, MUCHO MENOS TRAIDOR
- OPINIÓN4 noviembre, 2024EL PODER CONSTITUYENTE Y SUS REFORMAS
- OPINIÓN28 octubre, 2024SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL Y VIDA SOCIAL EN CONVIVENCIA ARMÓNICA