AVISO DE CURVA

La recuperación económica de Coahuila pasa por un cambio de estrategia 

Con una caída del 8.5% del PIB en 2020, la recuperación de la economía se convierte en el desafío más apremiante que deberán enfrentar las autoridades de los tres órdenes de gobierno.

Advierto, sin embargo, que después de la desilusión causada por algunas autoridades en materia de contención y atención de la pandemia, la ciudadanía estará más atenta para evaluar la capacidad y creatividad que muestren los funcionarios para atender la crisis económica.

Así que, al menos durante los próximos tres años, los votantes castigarán o premiarán en las urnas los resultados que en los indicadores económicos alcancen las distintas administraciones. Del mismo modo que, estoy convencido, el próximo 6 de junio la ciudadanía emitirá un certero juicio respecto a la atención de la pandemia.

Es decir, si después de los próximos comicios federales y locales la pandemia continúa a la baja, en lo sucesivo los ciudadanos votarán palpando su bolsillo y sacudiendo la cartera.

Para los gobiernos estatales, el reto es doble. Por una parte, disponen de escasos recursos para emprender programas de fomento y desarrollo productivo; la Federación transfiere un presupuesto limitado y, generalmente, lo sujeta a disposiciones que no se adaptan a las necesidades locales.

Por la otra, frente a la escasez de presupuesto, para hacer política pública, los estados se ven en la necesidad de acudir a la creatividad para sumar a los distintos sectores de la producción en torno a un proyecto de impulso económico innovador y compartido.

En el caso de Coahuila, la apuesta consiste en recuperar el crecimiento y el empleo que, durante 2020, el año de la pandemia, prácticamente colapsaron. Las primeras estimaciones del INEGI arrogan que el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal pudo haberse derrumbado en una cifra de dos dígitos en aquel año fatal.

Asimismo, según datos del IMSS, la entidad acumuló una pérdida de más de 80 mil ocupaciones formales durante los cuatro trimestres de 2020.

Si bien durante el primer trimestre de 2021 la economía de Coahuila mostró signos de recuperación, sobre todo en lo que respecta a la generación de empleos, el esfuerzo que se requiere imprimir a la estrategia económica para alcanzar los niveles previos a la pandemia, demanda una estrategia sostenida, sustentable y creativa.

Fue tal la caída de 2020, que el Banco Mundial estima que México tardará al menos hasta 2023 y 2025 para recuperar los niveles del PIB y PIB per cápita de 2018, respectivamente.

La estrategia económica impulsada por el Gobierno de Coahuila se sustenta, principalmente, en la competitividad y la seguridad, cuyos resultados de los últimos años se presentan como los dos grandes faros para atraer inversión, sobre todo la extranjera.

El hecho de que Coahuila se sostenga como una de las entidades más seguras del norte del país y en 2020 se ubique, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), como el cuarto estado con el mayor índice de competitividad, le permite mostrarse al mundo en forma de una economía atractiva y segura para las inversiones.

Sin embargo, como ya lo he planteado en otras ocasiones, frente al reto de superar la crisis económica, la seguridad y la competitividad, si bien son fundamentales, no parecen ser suficientes para impulsar en forma sostenida el crecimiento y el empleo; porque, de hecho, durante los trimestres previos a la pandemia, la economía de Coahuila comenzó a mostrar algunos signos de debilidad, con tasas de crecimiento del PIB negativas en 2019.

En mi opinión, el auge de la economía coahuilense llegará cuando la “gran economía”, es decir, la competitividad, la banca privada, la seguridad, el Gobierno, el gasto en infraestructura, la inversión extranjera y el sector exportador estrechen vínculos con la “pequeña economía”, integrada por las microempresas, la empresa social, los emprendedores, la banca cooperativa, la proveeduría local, el sector educativo y la economía regional.

Aquellos países y estados con recursos financieros insuficientes que, milagrosamente, han conducido a sus economías hacia un desarrollo significativo, no son los que invierten grandes sumas de dinero en obras faraónicas o donde el Gobierno se erige como empresario, sino aquellos cuyas autoridades públicas utilizan su poder para promover la cooperación y reciprocidad, la integración empresarial en forma de clúster, la creación de confianza y la formación de capital social.

En Coahuila, para efectos de impulsar el crecimiento y el empleo, quién mejor que el Gobierno estatal para asumir el papel de líder integrador. La participación de las autoridades estatales, además de garantizar la seguridad y promover la competitividad, deberá desdoblarse para conducir una estrategia que enfatice la conformación de vínculos e interdependencias entre los distintos actores y sectores de la economía.

Por lo que, si la administración estatal actual pretende obtener las mejores calificaciones en futuras elecciones, en materia de crecimiento deberá hacer converger la pequeña y la gran economía en torno a una visión común de desarrollo, en donde el sector público, social y privado colaboren estrechamente. Ésta es la tarea de un renovado liderazgo integrador del Gobierno del Estado.

 

olveraruben@hotmail.com

Autor

Rubén Olvera Marines
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