EL MAL EJEMPLO


 

Para la elección federal de este año, el INE destinará más de 7 mil 800 millones de pesos, mientras que, para los comicios locales en Coahuila, en los que se renovarán Ayuntamientos, entre el financiamiento a los partidos y el gasto del Instituto Electoral de Coahuila se destinarán cerca de 500 millones de pesos.

Autoridades electorales y analistas han señalado desde hace tiempo que los comicios en México son demasiado caros por la desconfianza que hay entre los actores políticos.

Se invierte en una credencial para votar con más de quince candados de seguridad, que cuesta al INE cerca de 300 pesos cada una, y no se ha podido avanzar hacia el voto electrónico, también por la desconfianza.

Una desconfianza que sin embargo no es gratuita ni infundada. Entre políticos te veas, ¿cómo van a confiar entre ellos?

Se habla mucho de avances democráticos en México, de ciudadanización de los procesos. Y sí, pudiera afirmarse que hay una mayor cultura de participación, y cada vez hay más ciudadanos involucrados en la organización y vigilancia de los comicios, pero no hay evolución en la conducta de candidatos y partidos, que persisten en trampas y omisiones legales.

Podemos hablar por ejemplo de ejercicios como el que en Coahuila han promovido asociaciones civiles, cámaras empresariales y organismos públicos, el de «candidatura transparente», una buena iniciativa que pone a disposición de todos los candidatos una plataforma gratuita para que en condiciones de igualdad den a conocer su perfil y sus propuestas.

Un buen esfuerzo que sin embargo es saboteado por candidatos que pretenden burlarse de las instituciones que lo promovieron, y de los ciudadanos que lo consultan, simulando transparentar su patrimonio e intereses, pero ocultando información o de plano mintiendo.

El caso más sonado es el de una candidata, Tania Flores, que busca la alcaldía de Múzquiz. Ella es propietaria de la mayoría de las acciones de una compañía minera, que al igual que otra propiedad de su hermano, ha sido favorecida con adjudicaciones directas de contratos millonarios para suministrar carbón a la CFE.

Esta adjudicación ha sido vista con sospecha, por la filiación política de la empresaria, aunado a que no tienen los yacimientos para obtener el carbón que les van a comprar.

Pero además de todo ello la empresaria presentó una declaración en la plataforma de «candidatura transparente», en la que asegura no estar en obligación de rendir declaración fiscal; no tener bienes muebles ni inmuebles, ni a su nombre ni a través de una persona moral, y no tener interés comercial, industrial, profesional o de cualquier otra índole que pudiera afectar su objetividad e independencia en el ejercicio del cargo de elección que pretende.

La candidata tendría que haber enlistado las empresas de la que ella y sus familiares cercanos son socios, pues además de las del ramo minero hay gasolineras y líneas de transporte, para los ciudadanos conozcan esa información y en caso de que gane la alcaldía, puedan verificar que no haya favoritismo alguno a esas compañías.

Ella prefiere mentir y ocultar, quizá piensa que como no hay delito, sanción ni consecuencias es entonces algo menor, pero no mide el daño que está haciendo a este ejercicio de transparencia y a la comunidad en general. Esto es grave y de mucho más fondo. Hay hipótesis de que los ciudadanos aprenden las normas sociales a través del ejemplo de sus líderes, y que gobiernos corruptos generan ciudadanos deshonestos.

Daron Acemoglu, académico del Tecnológico de Massachusetts, plantea una hipótesis de la corrupción por imitación, señala que los líderes prominentes con su comportamiento nos dan una idea sobre qué es lo socialmente aceptado (es decir, sobre cual es “la norma social”) y que no. En Nexos, Nicolás Ajzenman expone: «¿Cómo sabe un ciudadano cualquiera que mentir está mal, qué evadir impuestos no es una idea aceptada por nuestros pares o que la tarifa del transporte público se tiene que pagar aun cuando nadie esté mirando?  No lo sabe, lo aprende. Observa cómo se comportan sus pares y cómo se comportan sus líderes, aprende lo que es aceptable y lo que no lo es».

Tania Flores tiene una posición de liderazgo, es un personaje prominente en su comunidad, pero su conducta deja mucho que desear. No únicamente está accediendo a un trato privilegiado en función de su filiación política, además está dando un ejemplo de trampa, engaño y mentira.

El ejercicio de transparencia de «candidatura transparente» es saboteado, pues la herramienta pierde confiabilidad y por lo tanto utilidad, y no es culpa de quienes la promovieron y diseñaron sino de quienes deben alimentarla con su información y no son honestos.

¿A dónde nos llevará esto?, o a que se canceles estos esfuerzos, o a que se tenga que invertir en un procedimiento de validación de la información, que es prácticamente imposible y en todo caso encarecerá el ejercicio, como se ha encarecido todo lo que tiene que ver con los procesos electorales.

 

edelapena@infonor.com.mx

 

Autor

Eduardo De la Peña de León