MULHOLLAND DRIVE: EL CAMINO DE LOS SUEÑOS

EL NOTABLE RETRATO DE HOLLYWOOD EN CLAVE Y EL DESCENSO A LOS INFIERNOS DE DAVID LYNCH, ACABA DE CUMPLIR 20 AÑOS

Mulholland Drive (2001), dirigida por David Lynch sigue siendo, veinte años más tarde desde su estreno, una de las películas indispensables no solo en la filmografía del realizador estadounidense David Lynch, sino uno de los más fascinantes puzles del cine contemporáneo que resiste lecturas e interpretaciones y que sigue provocando el mismo estado de hipnosis que en su debut deslumbró (y descolocó) a todos los espectadores y críticos que solo entienden el cine como un producto comercial antes que un desafío estético como suelen ser los filmes de este director que se ha mantenido como uno de los pocos creadores fieles a una estética y a un credo fílmico.

¿Por qué sigue siendo una pieza de culto? ¿Qué tiene esta película que nos seduce, nos extraña y desconcierta por partes iguales?

Partamos por el principio: antes de los créditos unas parejas bailan felices y de pronto, aparece una imagen de mujeres siendo aclamadas hasta diluirse. Enseguida, y tras un extraño accidente automovilístico en la carretera Mulholland Drive de Los Ángeles, una bella mujer de pelo negro, medio inconsciente, logra esconderse en la casa de la rubia. Betty (Naomi Watts), la sobrina de la propietaria, una mujer que sueña con ser actriz, recién llegada a Hollywood.

Cuando ambas mujeres se conocen surge una relación de complicidad y ayuda, porque Betty se fascina con la historia que le cuenta la mujer accidentada y que, de a poco, va recordando fragmentos de lo que sucedió. Además, en el bolso de la mujer amnésica hay una llave azul y una elevada cantidad de dinero en fajos.

Un nombre -Diane Selwyn- parece ser la pista inicial para dar con la identidad de la mujer misteriosa que, al parecer, huye de alguien que desea matarla no se sabe bien por qué. De esta manera, Betty comienza a involucrarse cada vez más en este enigmático caso, fascinada por el misterio que rodea a la mujer y porque de alguna manera siente que ella es su complemento.

Veinte años después de su estreno, “Mulholland Drive” sigue siendo una película indispensable, de ésas que crecen en la medida en que se trata de explicar cada una de sus pistas y sugerentes guiños a Hollywood, retratado aquí como un lugar perverso y en el cual los sueños chocan con la sordidez y las envidias.

El sugerente, enigmático y fascinante argumento de “Mulholland Drive”, a la par con su tratamiento cinematográfico elegante y sensual, convierten a esta película inclasificable en una auténtica obra maestra, ganadora con absoluta justicia del premio al Mejor Director en el Festival de Cannes de ese año.

El filme inicialmente era un episodio piloto de una serie de televisión que, por fortuna, terminó siendo una película dividida en tres partes: un sugerente inicio previo a los créditos, una segunda parte contundente en donde se nos entregan elementos y pistas que van armando un todo y una tercera parte y final que constituye uno de los mejores enigmas del cine contemporáneo.

¿Cuál es la esencia de este notable trabajo fílmico de David Lynch?

Ante todo, constituye una potente y descarnada radiografía sobre Hollywood, en donde persiste la manipulación y los arreglos de todo tipo con tal de obtener lo que se desea: la fama. Es un tratado en clave acerca de la labor de los actores y actrices, de su rol dentro de una industria que suele aplastar aquello que no le conviene. Pero, desde otra perspectiva, es una historia de amor entre dos mujeres que se van conociendo, descubriendo y atrayendo inevitablemente, narrada de una manera sutil y elegante.

Como pocos, Lynch es uno de los realizadores que puede asumir temas de gran profundidad y polémica con un lirismo apabullante: trabajó acerca de la monstruosidad de la familia en “Cabeza borradora” y en la perversidad social en “El hombre elefante” En “Twin Peaks: fuego, camina conmigo” trabajó hasta las últimas consecuencias en el relato de un incesto mientras que en su modélica “Terciopelo azul” se refería a la sexualidad dañada y al fetichismo, “Mulholland Drive” entra de lleno al tema del amor imposible, ambivalente, tan vital y mortífero al mismo tiempo. En una de las secuencias más atrevidas y sensuales del cine reciente, las dos mujeres se encuentran, se descubren y revelan su amor de un modo directo y hasta ingenuo, con una simple declaración nocturna (el sublime I’m in love with you), para después entrar en las sombras, el venenoso mundo de la noche y desaparecer.

En su 20º aniversario, este filme crece y amplía su riqueza argumental y simbólica, sigue seduciendo en su iluminación de tonos contratados y un uso apasionado del claroscuro.

Porque el filme juega con lo mórbido y lo poético por partes iguales y seduce con su juego de espejos donde las mujeres se reflejan y el espectador puede ir descubriendo las imágenes de una ciudad de luces y sombras como es Hollywood. En este juego fílmico, existe un cineasta (que, ojo, no es Lynch, tal vez su contrario) el que juega un papel decisivo y demuestra cómo opera esa fábrica de sueños, que es el imán que seduce a Betty, la que ansía a como dé lugar pertenecer.

“Mulholland Drive” es, además, un juego de dualidades fascinante: Camila es morena, Betty es rubia; hay un mundo claro y otro oscuro. Y así, suma y sigue, que origina y explica la enorme influencia que el filme ha ejercido en los espectadores, en cineastas jóvenes y en aquellos que son fanáticos de la obra de este cineasta esencial e insobornable.

Una de las facetas más interesantes de esta película es toda la cantidad de pistas, claves e interpretaciones que ha generado desde su estreno, provocando una verdadera pasión del desciframiento, de la interpretación, sin parangón en el cine contemporáneo y que resulta una prueba irrefutable del poder de David Lynch.

A pesar de la polémica ocurrida en el momento de su estreno, “Mulholland Drive” se ha ido convirtiendo en una película de culto que va desde la perplejidad hasta la fascinación, a la par que irritación. Su trama críptica, su escenografía, sus atmósferas seductoras y poderosas imágenes hacen de esta obra monumental una experiencia que, dos décadas después, se alza como una experiencia cinematográfica sin igual y de obligada revisión.

A propósito de la aparición en Francia del DVD de la película, el cineasta entregó diez pistas para descifrar (en parte) lo que encierra “Mulholland Drive”.

  • Presta especial atención al comienzo de la película: se revelan dos pistas antes de los créditos iniciales.
  • Fíjate en las apariciones de la pantalla roja.
  • ¿Puedes oír el título de la película para la que Adam Kesher está haciendo una prueba a las actrices? ¿Se menciona de nuevo?
  • Un accidente es un acontecimiento terrible y fíjate en el lugar del accidente.
  • ¿Quién da una llave y por qué?
  • Fíjate en la bata, el cenicero y la taza de café.
  • ¿Qué se siente, se realiza y se reúne en el teatro Silencio?
  • ¿Sólo el talento ayudó a Camilla?
  • Fíjate en los sucesos que rodean al hombre que está detrás de Winkles.
  • ¿Dónde está la tía Ruth?

Si usted logra descifrar estas pistas, dice Lynch, esta película se abre a nuevas e inquietantes posibilidades y se puede alcanzar a atisbar la grandeza de una pieza cinematográfica que crece, amplía sus lecturas y se torna cada vez más desafiante y apasionante.

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación