Una de las crisis humanitarias contemporáneas más graves que hemos visto es la detención de menores no acompañados en la frontera entre México y Estados Unidos. Las imágenes de niños separados de sus padres y encerrados en jaulas, que datan de la administración de Obama, recorrieron el mundo desatando la indignación de muchas naciones.
Para Estados Unidos, esto es visto como una medida de control migratorio. Lo irónico es que las medidas draconianas adoptadas en la administración de Trump y la pandemia del Covid-19 disminuyeron el flujo migratorio de niños y adolescentes no acompañados. Con la entrada de Biden al gobierno, se ha corrido la voz de la flexibilización en las deportaciones, y con ello se está registrando un aumento en el número de personas que intentan cruzar la frontera de manera ilegal.
Este problema tomó por sorpresa a la nueva administración, al punto que hay gente que ha pasado periodos de más de 72 horas encerrados, que es lo que permite la ley. Vaya humanismo legal que funciona como factor disuasivo de la migración.
México, por su lado, siempre fiel. A pesar de que la administración Biden redujo la medida de presión de convertir al territorio mexicano como un centro de detención o de espera para migrantes centroamericanos, la Guardia Nacional mexicana ha apostado cerca de 9 mil efectivos en la frontera con el fin de llevar a acabo detenciones de migrantes antes de que lleguen a territorio estadounidense. La “Border Patrol mexa”, una playera que diga.
Quien emigra no lo hace pensando en colapsar a un sistema económico, lo hace pensando en su futuro, en las oportunidades que no tuvo en su país, o en huir de un riesgo inminente. Muchas veces, hay desesperación de por medio como para intentar medidas extremas, como enviar a los hijos con un coyote esperando que lleguen con algún familiar en Estados Unidos. Todo por buscar que tengan una vida mejor.
La migración no es un tema fácil, tiene muchas aristas, y seguramente será un fierro caliente para la administración de Biden y Estados Unidos que, una vez superada la crisis del Covid, volverá la prioridad de atender los problemas domésticos, entre ellos el empleo y la necesidad de una reforma integral al sistema de salud y migratorio.
¿Será que esta crisis de 14 mil menores indocumentados detenidos y la separación de al menos 550 familias da pie a empujar esa agenda al interior del Congreso? Ojalá dé para algo más que seguir pateando el bote.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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