DE MUERTES Y RESURRECCIONES POLÍTICAS: OTRA VEZ BOLIVIA

En el mundo de la grilla hay que tener cuidado con los cadáveres políticos que uno va dejando en el camino, porque después gozarán de cabal salud. Moraleja que fue ignorada por Jeanine Añez, la expresidenta interina de Bolivia, quien subiera al poder después del derrocamiento de Evo Morales allá en el 2019.

En aquel entonces, Evo venía de ganar la reelección en medio de fuertes protestas y acusaciones de fraude. La presión se le puso tan dura al punto que el General Williams Kaliman, comandante de las Fuerzas Armadas, y los altos mandos de la Policía Nacional, le hicieron una atenta invitación a dimitir. Claro mensaje para el líder cocalero, a quien no le quedó otra más que agarrar sus chivas e irse de vacaciones a México en calidad de asilado político.

De acuerdo a lo establecido en la Constitución, Añez, siendo la segunda vicepresidenta del Senado, asumió el cargo de presidenta interina de Bolivia. Y de ahí, convocó a unas nuevas elecciones en las que se prohibió la participación de Evo, por lo que Luis Arce fue el candidato del MAS, o Movimiento al Socialismo, y el ganador de la elección.

Esta victoria significó el regreso de Evo a Bolivia y al Arce asumir la presidencia, vino el cobro de las facturas políticas. Añez y dos de sus ministros fueron detenidos por cargos de sedición, terrorismo y conspiración para cometer un supuesto golpe de Estado.

Si Doña Jeanine cometió esos delitos u otros relacionados con violaciones a derechos humanos, es irrelevante. En su caso, el peso de la justicia está supeditado al poder político, el cual fue recuperado por quien depuso en el pasado. La política es una tómbola, tom, tom, tómbola en la que hay altibajos. A veces tan bajos como llegar al fresco bote o tener que ir al exilio.

Ahora, además de la batalla legal, vendrá la contienda comunicacional. ¿Es persecución política o un acto de justicia hacia el pueblo? Sin el megáfono de la presidencia, Añez lleva las de perder, porque el poder desgasta, pero desgasta más el no tenerlo.

A Winston Churchill le atribuyen la frase de que “la política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa; sin embargo, en la guerra nos pueden matar una vez, y en política, muchas veces”. Y así como hay muertes políticas, también hay resurrecciones, como en el caso de Bolivia en el que los que daban por muertos ahora regresan más vivos que nunca a ajustar cuentas.

 

Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael

 

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El Heraldo de Saltillo
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