Pasaportes COVID: el debate entre levantar al turismo y proteger la privacidad

(Xinhua/Zou Zheng) (vf)

 Ciudad de México.- La vacunación contra el COVID-19 avanza y, con ello, la necesidad de tener esquemas para monitorear actividades cruciales como los viajes. En este proceso, los llamados pasaportes sanitarios –documentos que comprueban si una persona ha enfermado de coronavirus e incluso si ha sido vacunada– pueden ser la clave para generar la confianza que tan desesperadamente necesita el turismo.

Sin embargo, también ponen sobre la mesa dilemas de carácter ético y de uso de datos que, de no resolverse, pueden generar un entorno de discriminación para quienes han padecido la enfermedad.

Expansión publicó que la idea de expedir un documento que avale el estado de salud de un viajero para permitir su ingreso no es nueva. Para enfermedades como la fiebre amarilla, en ciertas regiones de África se necesita presentar una cartilla de vacunación e, incluso, para entrar a México el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) estadounidense recomienda la aplicación de vacunas como la de la fiebre tifoidea.

Pero el caso del coronavirus es especial por tratarse de una enfermedad que aún se está combatiendo activamente. De ahí que organizaciones a nivel mundial hayan comenzado a impulsar esquemas de pasaportes sanitarios a través de documentos digitales que indiquen el resultado de una prueba de COVID-19, e incluso si la persona ha podido vacunarse.

Generar esta información requiere de una fuerte coordinación entre entes públicos y privados, asegura Gerardo Herrera, académico de la Universidad Iberoamericana, pues intervienen desde los laboratorios que hacen las pruebas COVID-19 y las autoridades migratorias, hasta las aerolíneas como transportistas.

“Ahorita el turismo está dominado por la incertidumbre. Un pasaporte sanitario va a generar un efecto de red o grupo, y va a dar confianza porque sabes que todos los que están en un vuelo o un hotel tienen un pasaporte”, explica.

Uno de los primeros casos del uso de estos documentos ha sido el IATA Travel Pass, de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por su sigla en inglés), que, junto al gobierno panameño y la aerolínea Copa Airlines, tiene previsto comenzar a probarse este mes.

“El IATA Travel Pass ayudará a los gobiernos a confiar en que los pasajeros han cumplido con los requisitos de salud, lo que permite que la aviación reconecte a las economías de la región entre sí y con el mundo”, dijo Peter Cerdá, vicepresidente regional de IATA para las Américas, citado en un comunicado.

La industria turística ve en los también llamados pases de viaje una alternativa a la imposición de restricciones de viaje y cuarentenas, contra las cuales se han opuesto en más de una ocasión.

“Las vacunas pueden funcionar a la par de los pases de viaje digitales, como CommonPass, AOK Pass y el IATA Travel Pass, para asegurar la certificación común de los resultados de las pruebas para reactivar los viajes, sin la necesidad de barreras de viaje restrictivas e innecesarias y cuarentenas contraproducentes”, dijeron en un comunicado conjunto el Foro Económico Mundial, el Consejo Mundial de Viajes y Turismo, el Consejo Internacional de Aeropuertos y la Cámara Internacional de Comercio.

Un asunto de seguridad y ética

Aunque los beneficios son atractivos, el costo de estos documentos puede ser muy alto si no se toman las precauciones necesarias.

La Organización Mundial de Turismo, a través del Comité Mundial de Ética del Turismo, señala que “si bien estas medidas pueden estar guiadas por un asunto de salud pública”, deberían atenerse a “principios éticos”, buscando evitar la discriminación, asegurando la equidad y accesibilidad de viajes y movimiento, y proteger la privacidad de los datos de turistas y consumidores.

La seguridad en este rubro se puede distinguir en dos sentidos: la certeza de que los datos contenidos en el pasaporte de salud son confiables, y de que esta información no caerá en manos de otras personas ajenas a las autoridades.

En el primer rubro, compañías tecnológicas como IBM han puesto el ojo para crear soluciones seguras e inalterables, para lo cual han echado mano de tecnologías como blockchain (o cadena de bloques), un protocolo basado en la descentralización de información que da soporte a activos virtuales, como el bitcoin.

La manera en que funcionan estas soluciones es a través de la generación de un código QR, asociado a una firma criptográfica que, a su vez, está vinculada a un sello digital, por lo que es difícilmente alterable –al menos sin que las autoridades se den cuenta–, al tiempo que la información es difícilmente extraíble, explica Cédric Pruche, director de Desarrollo de Negocios en SICPA en México, una firma tecnológica que también ha incursionado en esta solución.

“Al leer el código QR, no es que vamos a consultar una base de datos externa. No se presta a este tipo de prácticas de hackeo, porque toda la información que se tiene que verificar está contenida en el código mismo. Cuando se genera el pasaporte sanitario en nuestra plataforma no se almacena ninguna información personal”, refiere.

Más allá de la plataforma que dé soporte a los pasaportes sanitarios, su uso debe acompañarse de una regulación que proteja a los usuarios de que la información que contengan sea usada en su contra, por lo que se requiere de infraestructura y un presupuesto que, al menos en el caso de México, no ha llegado, advierte Herrera.

“Hay temas de privacidad. Qué tal que el pasaporte te lo pide un empleador, por ejemplo. Como tal, ahorita no sería ilegal; lo que establece la ley es que lo que no está prohibido está permitido, entonces podría pedirse y generar discriminación por COVID-19”, concluye el académico. (EXPANSIÓN)

 

 

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