Decir que López Obrador es “el presidente más feminista en la historia de México”, como lo hizo su Secretaria de la Función Pública, es un chiste que daría risa, si no fuera por el desdén constante con el que ha ninguneado las causas de las mujeres y la arrogancia con la que ignora sus reclamos. El episodio más reciente de esta saga: el caso Félix Salgado Macedonio.
Como otros morenistas Salgado inició su carrera política en el PRI, luego militó en el PRD y finalmente se subió al barco de la 4T que ahora le da la oportunidad de ser candidato a gobernador por tercera vez. Pero, el centro del debate son las acusaciones por violación agravada por parte de varias mujeres, de las cuales un par ya prescribieron.
La opinión pública ha puesto en el caldero a Salgado Macedonio, pero también al presidente que se obstina en defender la candidatura de este peculiar perfil. En Guerrero Morena cuenta con una preferencia electoral por encima del 50% en la mayoría de las encuestas, sea quien sea el candidato. Aun poniendo a una inerte barra de carbono, como en los Simpsons, la marca partido arrasaría.
La pregunta es: ¿por qué defender a un presunto violador y pagar el costo de hacerlo gobernador? No es que Morena vaya a perder la elección si Salgado Macedonio no es candidato. Pero algo no sabemos. ¿A quién se le debe el favor que el presidente se ha aferrado en sostener al candidato, aun sabiendo del efecto negativo que eso tiene en su aprobación?
No es la primera vez que el presidente le da la espalda a las mujeres, especialmente a las que hasta la fecha le apoyan y ahora les toca tragarse otro sapote patriarcal. Así como ellas, han habido múltiples colectivos a los cuales AMLO les ha decepcionado por la incongruencia con lo ofertado en campaña y lo ejecutado desde el gobierno, pero si alguien tiene la capacidad de hundir o salvar a la actual administración, son las mujeres.
Ellas han comenzado una revolución social por la igualdad efectiva de género porque los problemas que les afectan transcienden a las ideologías políticas, edad, clase social o el tipo de asentamiento en el que viven. Pero para AMLO, todas las mujeres son pobres a las que hay que darles un apoyo social. No entiende que no entiende, así como Peña no entendía el malestar que causaban los privilegios de la clase política y la impunidad en su gobierno.
López Obrador supo capitalizar ese enojo, pero ahora él tiene una avalancha similar enfrente, esta vez encabezada por el 51% de la población. Ojalá asimile la magnitud de la fuerza que está retando.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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