Nunca es tarde para descubrir este inquietante filme surcoreano que escapa de todas las expectativas y pone en jaque a los espectadores con una historia tan fascinante como enrevesada y uno de los finales más extraños y ambiguos de los últimos años. “Olvidado” es, a no dudarlo, una de las pequeñas grandes sorpresas que persiste en la plataforma de Netflix y debe ser visionada con mucha calma porque, de seguro, más de alguien quedará pidiendo explicaciones una vez terminada la escena post créditos. Pero se trata de una apuesta entretenida y que demuestra de manera fehaciente la calidad y estatura a la que ha llegado el cine de Corea del Sur, una de las cinematografías más solicitadas en la actualidad.
“Olvidado” es un filme que debe ser visionado con absoluta concentración. Parte como una historia típica del estilo de las películas sobre casas embrujadas o dominadas por fuerzas extrañas y a medio camino, en un giro magistral, se convierte en otra historia, dando vuelta el argumento y obligando a los espectadores a sumergirse en un guion tan delirante como imposible, pero que tiene el mérito de entretener de principio a fin.
Hasta hoy, a dos años de su estreno mundial, “Olvidado” es una de las películas asiáticas más comentadas y analizadas de la plataforma porque en su envase exterior se trata de un filme de terror, aunque deviene en un thriller psicológico, con personajes, situaciones y soluciones argumentales que nadie espera.
Para nadie constituye un misterio que el cine asiático -y el surcoreano en particular- se ha transformado en uno de los más aplaudidos por la crítica y el público, sobre todo cuando sus creadores se arriesgan con historias, estética y personajes que suelen escapar por completo del modelo estadounidense industrial, impuesto a la fuerza por Hollywood.
En la actualidad, gracias a los premios obtenidos por los directores asiáticos, incluido el Óscar de “Parásitos”, el mercado fílmico surcoreano se ha abierto a Occidente de manera mucho más directa y ha logrado un gran reconocimiento en Occidente, incluso en las diferentes plataformas digitales.
El caso del cine surcoreano es más que interesante, alzándose por encima de la industria japonesa que en otras décadas liderara el espectro cinematográfico, hoy se ha convertido en una potencia y permite la coexistencia de películas de todos los estilos y sensibilidades, en donde “Olvidado” es uno de los ejemplos más recientes del porqué de ese éxito a nivel mundial.
Lo que más se agradece de esta película (y en general, del cine surcoreano) es su originalidad, que la distancia de inmediato de los productos adocenados que surgen desde Hollywood, donde las secuelas, precuelas o remakes han terminado por agotar la paciencia y ahogar toda posibilidad de creatividad.
El filme parte cuando Jin-seok se muda a una nueva casa con su madre, su padre y su hermano mayor, Yoo-seok. El hermano menor admira a Yoo-seok, es su ídolo y su mayor referente.
Desde ese inicio hay elementos inquietantes en el ambiente: el joven protagonista no sabe bien por qué recuerda esa nueva casa, como si antes hubiese estado allí, uno de los hombres a cargo de la mudanza se siente extrañado cuando conoce al hermano mayor de Jin-seok, pero esto no lo entenderemos hasta mucho más tarde e incluso hay un plano especialmente destacado en que el hermano mayor coloca un calendario donde se marca nítidamente el año en que se encuentran: 1997.
Así, el inicio de “Olvidado” (2017) es clave: entrega toda la información necesaria y sin perder ritmo ingresamos al conflicto central, descolocando al espectador porque todo esto sucede en los primeros quince minutos. Pero todo está recién comenzando y pronto vamos a caer en una espiral de sorpresas, con giros de guion rebuscados y fascinantes, imposibles pero entretenidos a rabiar, haciendo que nos cautive un argumento tan confuso, enredado e increíble como a la vez lleno de inteligencia, en una película que no tiene humor pero sí un tono de drama sofisticado y bien planteado en sus elementos esenciales, con secuencias tan memorables como la que transcurre en la estación de policía o aquella con el enfrentamiento en el hospital, sin perder de vista el asesinato de la mujer y su hijo, en un ambiente donde prevalecen las sombras y las luces indirectas.
Entonces esa familia que se muda a una hermosa casa en Seúl, guarda más de un secreto como la misma propiedad recién adquirida, donde existe una habitación cerrada, que el antiguo dueño solicitó por un par de meses para guardar pertenencias que nadie sabe de qué se trata, A poco de comenzado el filme, el hermano mayor es secuestrado durante 19 días y cuando regresa a casa asegura no recordar nada y parece que algo en él ha cambiado, incluso a ratos se olvida de cojear de su pierna accidentada.
De este modo, la cinta mezcla el thriller psicológico con toques de terror atmosférico, juega de manera brillante con la iluminación, aprovechando las sombras y la lluvia persistente que cae sobre la ciudad, haciendo que la desconfianza del hermano menor sea confundida con paranoia, sobre todo cuando empieza a desconfiar que sus padres sean realmente lo que aseguran ser.
Lo más inquietante es que el espectador, al desconocer la información esencial, comienza a caer en el juego de sospechas, donde nada parece ser lo que era antes, emulando lo que ocurre con el protagonista, lo que eleva el interés por saber más y adquiriendo el relato una riqueza adicional, solo a partir de lo que se supone.
Manteniendo esa característica tan particular de contar una historia con un ritmo completamente diferente a Occidente (donde se privilegia la prisa por encima de la observación), un punto especialmente fuerte de la película es el guion, porque cada vez que creemos que estamos ante una respuesta, todo se subvierte y partimos desde cero, con interrogantes, supuestos y temores por lo que ha de venir. Y eso casi siempre es sorprendente en este filme.
El nivel actoral está muy logrado, sobre todo con la dupla de hermanos, donde el menor sufre de ansiedad creciente y siempre está confundido por saber si lo vivido es o no real y el mayor transmite una ambigüedad que lo acompaña durante todo el filme, en especial desde su regreso tras un secuestro de 19 días.
En el aspecto técnico, como suele ocurrir con el cine oriental, la calidad de su sonido, de su fotografía y la calidez de su banda sonora contribuyen a elevar todavía más esta película que, insistimos, debe ser rescatada de la plataforma de Netflix para ser disfrutada con mucho cuidado.
Cabe destacar un hecho no menor, característico del actual cine surcoreano: la apuesta que hacen por los actores y actrices jóvenes, donde siempre hay talentos como protagonistas, asegurando de este modo un equipo potente que va ganando experiencia en cada una de las películas en las que intervienen.
De esta manera, junto con recomendarla como un ingenioso juego lleno de tensión y de giros de guion inesperados, “Olvidado” también debe ser vista como una excelente demostración de la manera en que el cine comercial puede -y debe- dar productos tan entretenidos y bien realizados en este caso, donde hasta la secuencia final es un perfecto misterio e indispensable para ser analizado por los amantes de los laberintos, encrucijadas y temas no resueltos.
Autor
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Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación
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