Pues en Venezuela tuvieron elecciones el fin de semana pasado. Bueno, “elecciones” es un decir porque más bien fue un montaje para quitarle el control de la Asamblea Nacional a la oposición, el último bastión desde el que se le hacía algo de contrapeso al régimen. Y como diría Silvia Pinal, “acompáñenme a ver esta triste historia”.
A lo largo de dos décadas, el chavismo ha ido cooptando las instituciones autónomas, ha creado redes de clientelismo político lucrando con el hambre de la gente, ha encarcelado y forzado al exilio a decenas de dirigentes, muchos de ellos con inmunidad parlamentaria (es decir fuero), y ha ido comprando a sectores de oposición, que muchas veces no se ponen de acuerdo ni entre ellos.
Pero ante la crisis económica rampante, también se han abierto algunos episodios de luz para la oposición, como en el 2015, cuando se le dio un revés a Nicolás Maduro en las elecciones legislativas. Gracias a los escaños obtenidos, Juan Guaidó tuvo facultades para proclamarse presidente interino en el 2019.
Desde entonces tenemos una dualidad de liderazgo que ha puesto a los países a decidir, con quién están, ¿con melón o con sandía? Lamentablemente, esto no se trata del reconocimiento internacional, sino de quién ejerce el poder, y ese es definitivamente Nicolás Maduro. Mientras tenga el control de las Fuerzas Armadas, el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral, no hay nada que la oposición pueda hacer para gobernar o consolidarse como autoridad.
Bajo estas condiciones, el domingo pasado se llevaron a cabo las elecciones para renovar a la Asamblea Nacional. Como la oposición argumentaba que no había condiciones para tener elecciones libres, hicieron un llamado a no participar en aras de deslegitimizar el proceso. ¿Qué pasó? Una participación del 25% que Maduro y su partido aprovecharon para ganar con el 67% de los votos. Estados Unidos, la Unión Europea y otros países que respaldan a Guaidó desconocieron los resultados.
Ahora la oposición lanzará una consulta, vía Telegram, (sí, así de sería es la cosa), para preguntarle a los venezolanos 3 preguntas medio obvias: ¿Quieren elecciones libres y deponer Maduro? ¿Desconocen los resultados del domingo pasado? Y ¿le darían a la oposición facultades para atender la crisis humanitaria?
Lastimosamente para ellos, palo dado ni Dios lo quita. Por tratar de desacreditar la elección con una baja participación, la oposición acaba de perder el Congreso, como pasó en el 2005, por una situación similar. Con eso Hugo Chávez hizo y deshizo a su entero antojo. Así es que, con la misma receta, Maduro se sale con la suya una vez más.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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