Una de la más sensible crítica a la política mexicana es que ésta ha constituido una clase independiente, señalada y con atributos que se alejan de la realidad. Nos ha dolido ver como algunos se perpetúan en el poder, acaparan grandes fortunas y no solo ello, sino que ubican a familiares como franquicias del beneficio de lo público. La política no es genética, será sin duda una premisa de las nuevas formas de conectar.
El discurso de López Obrador ha coincidido con la advertencia de tales dolencias y ahí reside gran parte de su poder político, ha señalado, en reiterados momentos al empezar el día, fechorías que se advierten como graves descuidos del uso de lo público. En un país emocional, esto advierte el enojo popular que suma, sabiendo no lo que quiere, sino lo que no quiere.
De poderosos y sus reservas el hombre siempre se ha revelado, en mayor o en menor tiempo ha encontrado los elementos para reconocer y aspirar a esos lugares, así han surgido las conquistas y también las grandes revoluciones. El poder contiene, en sus propios términos, una etapa de enfrentamiento y rebeldía.
La monarquía sucumbió porque el valor y méritos del monarca no se heredaba al príncipe, su aislamiento de la sociedad, imposibilitada por no encontrar rutas que les permitiera hacerse de espacios reservados a unos cuantos, motivó a enfrentamientos que acabaron por disminuir o acotar esa forma de gobierno.
Pelear contra la monarquía no era personal, era sistémico, es reconocer que el poder se limita y no admite proyecciones temporales, genéticas o de naturaleza. La política no es de cuna, es de circunstancias. Afirmar lo contrario nos invita a pensar que se gobierna por las relaciones y no por las concesiones.
El poder político enfrenta grandes cambios, sufrimos de graves apatías que han de cobrar las conclusiones de aquello que no resguardamos, un mundo hipercomunicado que es fácil de desinformar en una sociedad que ha confundido lo normal, lo correcto y lo natural, cambiando la comunicación por conexión, exige nuevos paradigmas, nuevas discusiones y nueva política. Cualquier organismo que no alcance a cambiar, a adaptarse a estas nuevas condiciones se irá abandonando, pues el mundo eso ofrece, muchas opciones.
La alianza de gobernadores que integran el bloque opositor al gobierno federal han tomado la palabra al propio Presidente López Obrador sobre realizar una consulta a sus ciudadanos para definir si quieren o no continuar en el pacto fiscal federal. Si bien la democracia se construye por una continua y mantenida discusión es esencial priorizar los fines, pues la polarización nos lleva a la paralización
Quizá el cambio no está en la forma de gobernar, sino en la forma de llegar a gobernar. Porque vivimos en un mundo hipercomunicado pero escasamente conectado.
No podemos renunciar a lo ético sin sacrificar lo público, la democracia mantiene un apego genuino en el bien ser para el bien estar y el bien hacer, de otra manera se trata de un mero ejercicio seductivo y de fama. Ambas partes, Presidente y Gobernadores, deben ser cautelosas en ese sentido, los tiempos son complejos porque las crisis son diversas y un enfrentamiento con miras solamente a lo electoral en 2021 no es provechoso.
Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.
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