Coahuila, la elección que pondrá al cubrebocas en la boleta
Resulta inevitable equiparar los comicios del próximo 18 de octubre con lo que pudiera ser un plebiscito a favor o en contra del uso del cubrebocas.
Propongo, en efecto, una analogía simplista y forzada e incluso inconveniente en términos políticos. Sin embargo, tengo la sensación de que esta equivalencia podría resultar provocadora, sobre todo para aquellos que planean no acudir a votar el próximo domingo.
Plantear que la primera elección tras la aparición de la crisis de salud provocada por el COVID-19, representa una oportunidad para que los votantes juzguen a los distintos órdenes de gobierno, respecto a la forma en que gestionan la pandemia, otorga un mayor valor público y político a los votos; así sea eligiendo como diputados locales a candidatos que no conocemos y que, seguramente, en absoluto volverán al distrito que los eligió.
A diferencia de las encuestas o las opiniones vertidas en las redes sociales, el voto sí castiga o premia las acciones de gobierno. Así, también resulta ineludible suponer que, en Coahuila, aquellos que estuviesen de acuerdo con el decreto emitido por el gobernador Miguel Riquelme Solís el 22 de abril de este año, en donde establece el uso obligatorio del cubrebocas como medida para evitar la propagación del coronavirus, estarían sufragando por el PRI, el partido del mandatario.
En el extremo, estarían aquellos que consideran esta medida como excesiva e incluso inútil para evitar los contagios. Este grupo de electores verían con buenos ojos votar por Morena, a razón de que las autoridades federales no le han dado mayor importancia a la mascarilla, evitando su uso en público o emitiendo mensajes ambiguos respecto a su utilidad como mecanismo de prevención.
Lo que está ocurriendo ahora no tiene paralelo en la historia de México y de Coahuila. La pandemia ha desnudado y expuesto las entrañas de los distintos gobiernos; ha mostrado sus verdaderas capacidades y la utilidad de sus ideologías. El voto, por lo tanto, adquiere un valor histórico en la medida que mándate, desde el ámbito local, un cambio de rumbo o apruebe las políticas implementadas por las diferentes administraciones.
Porque, además, el próximo domingo los electores también podrán juzgar las medidas efectuadas a nivel local y nacional para afrontar la crisis económica; las acciones de seguridad que cada orden de gobierno ha ejecutado y los resultados que han alcanzado; e incluso manifestar si están o no de acuerdo con la salida del gobernador Miguel Riquelme de la CONAGO y su integración a la Alianza Federalista.
De hecho, durante los meses recientes, estos y otros temas han dado contenido a las redes sociales y a los discursos de los funcionarios. Entonces, ¿por qué no resolver este debate a la arena electoral?
Votar el próximo domingo, no necesariamente por los candidatos sino a favor o en contra de la forma en que se han gestionado los temas de salud, seguridad, economía y el federalismo, podría verse como un desahogo, una catarsis después del encierro.
La elección en la que se renovará el Congreso del Estado, no va a cambiar el rumbo de Coahuila. No obstante, avivar en las urnas los temas claves, trascendentes para la vida nacional, sería la mejor forma de pinchar las burbujas mediáticas que se han inflado durante los últimos meses.
A votar púes, pero con el cubrebocas puesto.
“Desde estas notas, un abrazo a la familia del gran periodista Ramón Betancourt. Pluma sabia e informada que se nos ha adelantado en el camino, q.e.p.d.”
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