Empatía y solidaridad con las víctimas
Ante el reciente feminicidio de Alondra en Coahuila, y de muchas otras mujeres en diferentes estados de la República, surge nuevamente la exigencia de colectivos, organismos, grupos feministas y, en general, de la sociedad civil, clamando justicia.
Sin embargo, a la par, surgen manifestaciones que sólo distorsionan la verdadera causa de quienes están dispuestos y dispuestas a apoyar para erradicar este fenómeno social, a fin de poner un alto a la violencia contra la mujer que ha derivado en un alto número de feminicidios en el país.
Según la Encuesta Nacional Sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, en Coahuila de cada cien mujeres, el 66.3 por ciento ha manifestado haber sufrido algún tipo de violencia, una tasa muy similar a la nacional que es de 66.1 por ciento.
En la semana del 21 al 27 de septiembre se registraron por lo menos siete feminicidios en México que se viralizaron en redes sociales y ocasionaron protestas en las calles, ante el aumento de la violencia contra las mujeres.
El 24 de septiembre fueron asesinadas Lucero en Baja California y Carmen en Zacatecas. Jessica, Noemí, Nayeli y Alexandra fueron asesinadas el 25 de septiembre en Michoacán, Querétaro, Chiapas y Estado México, respectivamente, mientras que Alondra fue asesinada el día 26 en Coahuila.
Y en la entidad, en los últimos siete años han muerto 100 víctimas de feminicidio, 20 sólo en lo que va de este 2020, de los cuales, se han judicializado 18 casos.
Además de fortalecer las instituciones y los protocolos de prevención el delito nos falta algo más como sociedad: empatía y solidaridad. Desafortunadamente es común ver una serie de comentarios en redes sociales demeritando y hasta culpando a las víctimas, juzgando como si conocieran las circunstancias que rodean cada caso.
Esto ha provocado que una parte de la población se muestre apática y hasta enojada por las manifestaciones de justicia, pero hay que decir que no se trata de apoyar a la mujer por el solo hecho de ser mujer, no hay un bando, no es una guerra de sexos, es reconocer que hay problema por condición de género.
Por supuesto, que hay otras victimas de delito, niños, adultos mayores, hombres, pero hoy es Alondra, Noemí, Nayelí, las que necesitan de nuestro apoyo y nuestra voz, porque a ellas les apagaron la vida, las callaron, las silenciaron provocándoles la muerte.
Es lamentable que la sociedad no sea empática con las víctimas y con las familias que han perdido a un ser querido bajo estas circunstancias. Es cierto que hay una responsabilidad del Estado Mexicano por garantizar la seguridad de toda la población y erradicar la violencia de género, pero también nos toca como sociedad poner de nuestra parte.
Nos toca educar a hombres respetuosos, hombres y mujeres con valores que dejen atrás la cultura machista que ha permeado en nuestra sociedad por décadas y que justifica la violencia por estereotipos. Seamos empáticos y solidarios con este y todos los casos de violencia que se presenten, solo así podremos acabar con el verdadero enemigo.
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