¡Que no se pierda la bonita costumbre de hacer informes de gobierno, no para rendir cuentas, sino para promover la imagen del presidente! López Obrador lo tiene muy claro, y por ello nos recetará en su segundo informe la misma narrativa con la que opera a diario la comunicación de la 4T, pero en un formato más solemne.
Desde que inició la administración, AMLO ha sustentado su estrategia comunicacional en cinco pilares: “primero los pobres”, con el que abona al deseo de justicia social; “la austeridad republicana”, con el que marca una línea de contraste con los excesos de sus antecesores; “la honestidad valiente”, con el que capitaliza la rabia hacia la corrupción; “el pueblo bueno y sabio manda”, con el que justifica su voluntad; y finalmente, “el Evangelio según San Andrés”, con el que moraliza sus decisiones.
Estos elementos se encuentran presentes en todas sus declaraciones de una manera sumamente disciplinada. AMLO no se mueve de ese marco comunicacional, llueva, truene, o relampaguee, y ¡vaya que le ha llovido en estos dos años de gobierno! Pero, independientemente de sus resultados, el presidente se apega fielmente a esta estrategia porque le sigue rindiendo frutos.
Tomemos por ejemplo el spot donde aparece arriba del avión presidencial. López Obrador sabe que el avión no se puede vender porque está en leasing, que la venta de boletos va más lenta que sus discursos, y que no necesita rifar la aeronave para comprar medicinas, pero eso no importa.
Se trata de hacer show sobre los lujos en los que vivía la clase política. Se trata de vender la idea de que se está combatiendo a los corruptos, aunque los acusados estén libres, incluyendo sus colaboradores que también han protagonizado escándalos. Se trata de romantizar la pobreza con citas bíblicas y declaraciones del Papa Francisco. Se trata de alimentar la idea de que México ya cambió, aunque en el fondo las cosas vayan peor que en el pasado.
12 millones y medio de empleos perdidos; 13 millones de nuevos pobres; 10 feminicidios diarios; 60,000 homicidios en lo que va del sexenio; 65,000 muertos por COVID; y una caída de 18% de PIB, son datos duros y dolorosos que parecen no ser tomados en cuenta en la evaluación del presidente, pues su aprobación se mantiene en 53%.
Sí, más de la mitad de los mexicanos sigue aprobando su gestión por una sencilla razón: A dos años de gobierno, AMLO sigue recordándonos a diario, que fue electo para romper con el pasado nefasto. Eso es lo que esperaba la gente de él, y en su percepción, les está cumpliendo. A esta forma de gobierno se llama “atolecracia”.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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