El Puerto de Veracruz y su fantástico Carnaval
Dice la RAE que un carnaval es una fiesta popular que consiste en mascaradas, comparsas, bailes y otros regocijos bulliciosos, los cuales hacen alusión al purgatorio, previo a la Semana Santa, que son los días presumiblemente más santos de todo el año, es decir, un periodo de depravación y grandes emociones carnales. Pues por lo que veo, algo así y mucho más es lo que nos está ofreciendo el Carnaval de Veracruz, aunque el cielo está un poco desangelado, dejando apenas pasar unos cuantos rayos del sol.
El viaje a Veracruz fue intempestivo. Luego de una charla presurosa sobre el lugar donde nos reuniríamos a tomar un par de cervezas y charlar, un grupo de amigos, decidimos emprender camino con destino a uno de los eventos más populares y anhelados desde nuestro paso por la preparatoria, el Carnaval de Veracruz.
En vista de que solo usaríamos un auto, cada cual llego en transporte público a la casa de Roberto, quien propuso ser el conductor designado y ofreció su camioneta para llevarnos al paraíso bacanal porteño, que durante muchos años planeábamos invadir en estas fechas.
El camino de casi 5 horas se fue volando. Tan solo una escala antes de partir nos permitió dotarnos de los insumos necesarios para la hidratación y la botana, aunque de los 4 solamente, Roberto planificó su vestimenta adecuada para la zona de playa, el resto, que salíamos de trabajar, no íbamos preparados para el mar.
Entre canciones rancheras, rocanroleras y hasta norteñas, los cuatro amigos disfrutábamos de la carretera, contando anécdotas de los años preparatorianos y hacíamos alusión a las personas que habían representado las buenas aventuras adolescentes, a las que por cierto, esta no le pedía nada.
El calorcito nocturno no era precisamente lo que esperábamos, pero la madrugada entrando a la ciudad porteña, nos permitía recibir una deliciosa brisa marina, que nos dio la posibilidad de caminar por el Malecón prácticamente solos, tan solo acompañados por un grupo de personas dedicadas a la limpieza de las calles, que nos veían con extrañeza.
Luego de preguntar en 4 hoteles, por fin el Royalty nos abrió sus puertas, al filo de las 6 de la mañana, para ofrecernos dos habitaciones, justo en el centro del Malecón, para poder darnos un baño y salir apresurados a desayunar, por supuesto al fantástico café La Parroquia.
Quien visita Veracruz y no pasa por su café lechero a La Parroquia, no puede decir que estuvo en el Puerto, es una máxima que decidimos cumplir, pues el hambre y en algunos de nosotros la resaca, nos impulsaba y nos exigía probar algún alimento que nos permitiera recuperar energías por la noche de carretera.
Un cafecito, unos huevitos y una Coca Cola bien fría fueron mi desayuno. Salimos del café para buscar algún lugar donde pudiéramos adquirir ropita adecuada para el viaje, playeras, shorts y unas sandalias eran indispensables para mimetizarnos entre los visitantes, que de a poco, con el despertar del Astro Rey, iban nutriendo las calles, que horas antes habíamos andado prácticamente solos.
El sol únicamente nos mintió con su llegada, pues al filo de las 10 de la mañana, ya se había ocultado en las diversas nubes grises que pintaban el horizonte “graciosamente” como dijera el famoso pintor Bob Ross en sus programas de televisión.
La mañana nos invitaba a hacer un clásico recorrido en barco por el Puerto y luego una caminata que terminó en chapuzón en las playas del Golfo de México, cuya agua se veía más oscura que de costumbre, pues la falta de sol incidía también en el humor de la mar.
Por la tarde, después de una ligera taquiza que pudimos comer en el Centro, acompañada de su respectivo refresco, volvimos al Malecón para esperar la noche de Carnaval. Ya bañados y cambiados, listos para la rumba, nos acercamos a las gradas que se habilitan para ver pasar las comparsas.
La gente se aglomeraba por todos lados, sonriendo, cantando y bailando, reacción que nos permitió mimetizarnos entre ese mar de personas, que de todas partes del mundo vienen a disfrutar de este grandísimo evento, que se queda siempre en el recuerdo de quienes hemos podido vivirlo en carne propia, esta fiesta carnal.
Recuerde que viajar es un deleite y más cuando se hace en compañía. Lo espero en la próxima Crónica Turística y lo invito a que me siga en las redes sociales a través de Twitter en @Cinematgrafo04, en Facebook con “distraccionuniversitaria” y mi correo electrónico para cualquier comentario o sugerencia trejohector@gmail.com
Autor
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Periodista, escritor y catedrático. Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM y actualmente maestrante en Comunicación por la UACH.
Titular de columna "Cinematógrafo 04". Imparto Taller de Micrometrajes Documentales, así como el Diplomado en Cine y Cultura Popular Mexicana.
Ganador del premio a la investigación Ana María Agüero Melnyczuk 2016, que otorga la Editorial argentina Limaclara
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