Decálogo no oficial para salir de la crisis
No existe receta para atender una crisis económica sin precedentes, ya sea por su origen singular o por su magnitud sin igual. Aunque, si existiese, así fuera un escueto manual, de poco o nada serviría, ya que el Presidente no simpatiza, comulga o congenia con las fórmulas preconcebidas, sean de izquierda o de derecha, procedan de una propuesta del más condescendiente de sus allegados o emanen de una exigencia de sus recalcitrantes adversarios.
Así que, sin apartarme del raudal de analistas, opinológos, políticos y empresarios que insisten, un día sí y el otro también, en que el Gobierno de la República debe rectificar la forma en la que conduce la economía y adoptar una política fiscal más activa para contener los efectos de la pandemia y acelerar la salida de la crisis, me dispongo a plantear, guardando las proporciones con las ideas expuestas por los especialistas, un decálogo no oficial, el cual tiene como propósito descongelar la actividad económica del país, sobre todo cuando las consecuencias económicas de la pandemia pueden afectar mucho más a la población vulnerable y aumentar la pobreza.
1.- Reconocerás a la crisis actual como la más profunda de la que se tenga memoria. Al mismo tiempo, deberás considerar que el estancamiento de la actividad económica no inició con la aparición de la pandemia, puesto que los cuatro trimestres de 2019 y el primero de 2020 registraron crecimientos negativos en el PIB. Convendría, por lo tanto, revisar la estrategia implementada desde el inicio de la presente administración.
2.- No deseches las recomendaciones de los economistas sociales. Casi sin excepción, los especialistas que estudian los efectos del crecimiento económico, han encontrado que los países o entidades federativas que gozan de un PIB al alza, también han conseguido abatir la pobreza y reducir, aunque marginalmente, la desigualdad.
- Si en tus manos están las herramientas, úsalas. De los tres grandes instrumentos a disposición del Estado mexicano para mover la economía, sólo la política fiscal, a cargo de la secretaría de Hacienda, se ha mostrado impasible frente a la crisis. La política monetaria, implementada por el Banco de México, ha sido inteligente y contracíclica, reduciendo consistentemente las tasas de interés. El tipo de cambio, por su parte, flota libremente, evitando las devaluaciones abruptas.
4.- Al apoyar a las empresas, no quebrantas tu ideología. El asunto no es salvar discrecionalmente a los empresarios “favoritos” del régimen, sino mantener el empleo y evitar un desastre en el tejido productivo del país.
5.- En medio de la crisis, no te aísles, únete y serás más fuerte. Usar adecuadamente los “pactos” y “acuerdos” entre el gobierno, trabajadores y el sector productivo, no desgasta, al contrario, es construir política inteligente.
6.- No hagas cosas para lo que no fuiste concebido. El gobierno no fue diseñado para otorgar préstamos a las empresas y luego cobrar los intereses. Los bancos son los expertos. Si la banca privada no es tu santo de devoción, pues entonces está la banca social. Apoya con garantías liquidas a las cajas solidarias o las cooperativas financieras, y tendrás más y mejores microempresas.
7.- Incrementa el presupuesto social para apoyar a las familias, pero no reduzcas el gasto productivo porque puedes afectar negativamente a los trabajadores. Es dudoso que una muy buena política fiscal sustituya a una discreta política de fomento a la actividad económica y el empleo.
8.-Gasta, pero no lo hagas solo, invita a los gobiernos locales. El gasto público, a decir de los economistas más liberales, podría convertirse en el héroe de esta novela pandémica. Sin embargo, la federación no puede, en lo individual, resolver el problema, sobre todo si concentra el gasto productivo en unos pocos proyectos. Los 32 estados y los 2 mil 467 municipios, también podrían gastar bien, para reconstruir la economía local.
9.-No ahuyentes a los inversionistas. Para impulsar el crecimiento y promover el empleo en épocas de crisis, hay que reconocer que la inversión pública jamás será suficiente. El papel central del gobierno tendía entonces que dirigirse a edificar las condiciones para atraer a la inversión privada productiva.
10.- No tengas miedo a pedir prestado. Los créditos bien dirigidos, han sido el pilar de grandísimas recuperaciones. No busquemos el problema de la deuda pública en su magnitud o reincidencia, sino en la forma incorrecta en que se ha aplicado el gasto. Este país tendría otra fisionomía solo si los créditos se destinaran a la inversión productiva.
Si esperamos que México se presente en el mundo como un país que reconstruyó su economía mejor que otros, la peor decisión que se puede tomar en estos momentos es no hacer nada y dejar todo a la suerte.
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