VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ
Llega a Netflix una auténtica joya del cine peruano actual, hablada completamente en quechua, en donde se muestra el descubrimiento de un secreto familiar que viene a alterar para siempre la tranquila vida de un adolescente aprendiz de retablista, todo ello desarrollado en un escenario andino, un lugar en donde solo puede existir el escarnio, la burla, el castigo físico y los códigos del machismo intolerante. Estrenada en 2017, en Lima, es un filme que, con plena justicia, se ha hecha acreedora de importantes premios internacionales y que demuestra la calidad de una cinematografía como la peruana, que apegada a sus raíces desarrolla una tragedia mayúscula en el bello paisaje de los Andes.
Esta es una película que se establece solo desde un punto de vista: la mirada del hijo, Segundo (Junior Béjar), respecto de su padre Noé (Amiel Cayo), lo que permite que todos los acontecimientos cruciales queden al margen de nuestra mirada, que solo podamos ver lo que este adolescente alcanza a percibir del secreto que oculta su padre y que lo ha de marcar para siempre en su existencia.
Esa mirada parcial, subjetiva, incompleta se revela en toda su crudeza en una secuencia espléndida por su economía de recursos: el padre, un maestro constructor de retablos y su hijo, aprendiz del oficio paterno, viajan a la ciudad a dejar su mercadería y son recogidos por el conductor de una camioneta. El joven se ubica en la parte trasera y en medio del camino descorre la cortina y descubre que su padre y el conductor están en pleno juego sexual, hecho que quiebra la normalidad de sus relaciones filiales, mostrándole la verdad que estuvo siempre delante de sus narices.
Ambos viven en el campo andino, con la madre, Anatolia (Magaly Solier), y hasta ese momento todo ha sido en apariencias perfecto. Cuando el adolescente descubre el secreto de su padre todo cambia para él y deberá tomar decisiones cruciales, dejando de lado su inocencia para enfrentar su doloroso ingreso a la adultez.
Cuando Segundo descubre ese secreto, se aparta violentamente del seno familiar e ingresa al mundo de los otros chicos del lugar, que solo piensan en sexo casual, que tratan a las mujeres como objetos destinados a darles placer y que únicamente utilizan códigos vulgares para relacionarse en espacios donde abundan espacios dominados por signos de machos: peleas clandestinas, alcohol a destajo y mucha hostilidad solapada.
Con una cámara limpia y un relato marcado por cortes precisos, “Retablo» es un filme que habla sobre el dolor de «hacerse hombre», sobre el significado de ser hombre en un espacio físico y moral donde los ladrones de ganado son castigados por horas, amarrados en un poste y denostado por toda la población, mientras se bebe a destajo.
Con pudor, con elegancia, con elementos mínimos, “Retablo” se refiere también a la tolerancia, la aceptación de lo diferente en medio de confusiones y pérdidas, mientras el entorno se convierte en un lugar donde solo prevalece la violencia y la maldad.
Es indudable que el tema de los retablos que Noé y su hijo Segundo confeccionan, opera como un elemento simbólico, porque en su estructura la película semeja con exactitud los retablos: ellos, al igual que sus figuras, están encerrados en un espacio y son vistos siempre desde el exterior, desde puertas, desde ventanas, atisbando por cortinas, mirando sin comprender casi siempre lo que sucede en el interior.
De esta manera, el director Álvaro Delgado-Aparicio, logra que su cámara serena y precisa enmarque a esta familia de la misma manera como sucede con esas pequeñas figuras coloridas que en los retablos dan cuenta de la vida cotidiana y las costumbres andinas.
El tema más intenso e interesante es precisamente ése: la historia de un padre que siempre ha vivido encerrado, tras una puerta que lo defiende de sus deseos y que cuando es abierta por el hijo, lo que se comprende de esa situación es lo que la mirada del hijo alcanza a atisbar, aunque sea demasiado tarde.
Ópera prima del director, sobrecoge por la sensible aproximación a un tema que pocas veces está situado en ambientes crudos como este poblado en donde estalla el escándalo. Impacta su capacidad para utilizar elementos indispensables y mínimos en una puesta en escena que revela conocimiento del tema y del espacio que retrata, sobre todo con sus códigos de castigo físico, social y moral sumado a la humillación y a la ignorancia de la otredad.
De este modo, asistimos no solo a uno de los mejores estrenos en Netflix de esta parte del año, sino que además conocemos el magnífico trabajo fílmico del realizador Delgado-Aparicio que nos conduce -a través de la mirada de Segundo- a reconocer un conflicto, entender un comportamiento y a agradecer un gesto piadoso, especialmente en el hermoso fragmento final que emociona y deslumbra por su serena belleza formal.
En ese ambiente homofóbico, ignorante, violento y grosero, se comprende perfectamente los elementos que desencadenan una pequeña gran tragedia en pleno corazón de los Andes.
Conviene subrayar un detalle no menor: siempre, desde la literatura, el teatro y ahora el cine, el tema de la búsqueda del padre ha sido elemento clave, motivo esencial y materia de toda clase de expresiones. En este filme, el descubrimiento del secreto del padre, gatilla en el hijo un mundo por descubrir, un acercamiento a su progenitor aunque sea tarde, porque a través de ese camino, doloroso por cierto, terminará encontrándose él mismo.
“Retablo” es un filme espléndido, coherente en cada plano, que avanza de manera gradual desde la fiesta al horror del despertar, teniendo como base ese secreto que va a demoler desde los cimientos una aparente tranquilidad que jamás existió en ese rincón de Ayacucho, en los andes peruanos.
Recomendable de todas maneras, “Retablo” exige un espectador atento, que sea capaz de entender miradas penetrantes, silencios incómodos y muchas agresiones, verbales y físicas, que da cuenta de cómo ese machismo medieval que domina al pueblo, será el inicio de una desgracia.
Todos estos elementos le confieren estatura a este debut del director Álvaro Delgado-Aparicio que ha creado si no una de las mejores películas peruanas, al menos una de las más intensas, perturbadoras y necesarias de ver.
FICHA TËCNICA
País: Perú. Año: 2017. Dirección: Álvaro Delgado-Aparicio. Producción: SIRI Producciones. Guion: Álvaro Delgado Aparicio, Héctor Gálvez. Música: Harry Escott. Fotografía: Mario Bassino. Protagonistas; Junior Béjar Roca, Amiel Cayo, Magaly Solier. Género: Drama LGBT. Duración: 95 minutos. Color, Idioma: Lengua quechua con subtítulo en español.
Autor
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Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación
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