Hace seis meses, que tememos este virus; entre otras cosas, por su gravedad, el susto de estar contagiados y el encierro que ha ocasionado.
La pandemia se sigue acelerando, dijo este lunes 27 el director general de la OMS, Tedros Adhanom y agregó, que los casos se duplicaron en las últimas seis semanas llegando a más de 16 millones 400 mil; por lo que este próximo jueves, fijarán nuevas estrategias.
Y como en lo malo siempre les va peor a los pobres, la mitad de la población mundial vive la situación con hambre, hacinada, sin poder cuidarse y sin agua ni internet.
Fue a mediados de este enero, cuando las autoridades chinas informaron que un nuevo tipo de virus se había extendido en Wuhan.
Y como inicialmente trataron de ocultar las evidencias, aún no se sabe cuándo, cómo, y dónde, saltó de animales a humanos.
El 21 del mismo mes, los virólogos chinos descifraron y compartieron la información genética del virus; y desde entonces, muchos países empezaron a desarrollar medicamentos y vacunas; algunas están ya, en fase de prueba.
Sin embargo, el Covid-19 sigue siendo un padecimiento del que sabemos poco y al que los países han estado combatiendo con medidas, que no han dado los mismos resultados; aunque prácticas culturales como saludar a distancia, pueden haber contribuido a los pocos casos en Tailandia.
Quise recurrir en este resumen de los seis meses, al encargado mexicano de la pandemia, doctor López-Gatell; pero no pude, porque me marean sus contradictorios mensajes y sus gráficas sobre los más de 400 mil casos y casi 45 mil muertes que llevamos; y pierdo el hilo en sus disertaciones, porque las interrumpe a cada segundo para agradecer a “los distinguidos funcionarios” fulano y zutano y “los estimados colegas” mengano y perengano, por hacer bien su trabajo.
Así que mejor cito al médico oncólogo chileno Jaime Figueroa, que me parece explica en forma clara lo que hemos ido aprendiendo:
*Tuvieron más probabilidad de supervivencia quienes se infectaron en julio de 2020, que los contagiados antes; porque médicos y científicos ahora saben más y tratan mejor a los pacientes.
*Se creía que era enfermedad respiratoria.
Ahora se sabe, que es multisistémica y difiere como ninguna otra, de paciente a paciente; y neurólogos alertan, que puede afectar al cerebro.
*Se pensó, que las muertes causadas por el COVID-19 eran por neumonía, que es una infección pulmonar; y que los ventiladores, eran la mejor manera de atender a los pacientes.
Ahora se sabe, que las muertes se deben a que el virus ocasiona coágulos en los vasos sanguíneos de los pulmones y otras partes del cuerpo, provocando reducción de la oxigenación; por lo que se continúan colocando ventiladores, pero se previenen y disuelven los coágulos con Aspirina y Heparina.
Y científicos israelíes descubrieron recientemente, que una sustancia química conocida como Alpha Defensin y producida por los glóbulos blancos de la sangre, podría ser la que causa los micro coágulos; y que pueden evitarse con Colchicina, utilizada durante décadas para tratar la Gota.
*Los pacientes morían, incluso en el camino al hospital.
Ahora se sabe que la hipoxia feliz o hipoxia silenciosa, como se llama a la reducción de oxígeno en la sangre, ocurre cuando ya no pueden salvarse y se monitorea la saturación de oxígeno de todos los pacientes Covid-19, con un oxímetro de pulso de uso casero; y se les lleva al hospital si cae debajo del 93 por ciento.
*Hace seis meses no había medicamentos para combatir el coronavirus; sólo se trataban las complicaciones causadas por la hipoxia.
Ahora se cuenta con los antivirales Favipiravir y Remdesivir, que previenen las infecciones graves y pueden curarlas, antes que el paciente caiga en la hipoxia.
*Muchos pacientes mueren no sólo por el virus, sino también por la respuesta de su propio sistema inmunológico que se llama, Tormenta de Citoquinas.
Ahora se sabe que esta Tormenta, puede prevenirse con Esteroides que médicos de todo el mundo han usado, durante 80 años.
*Se sabe también, que las personas con hipoxia mejoran con sólo recostarlos sobre su vientre; lo que se conoce como posición prona.
Y que el tiempo de contagio cuenta y cuánto más tarde llegue, mejor.
Para eso hay que evitar salir si no es indispensable y continuar lavándose las manos, guardando sana distancia y usando mascarillas.
Daremos así tiempo a nuevos hallazgos científicos, a que los hospitales se descongestionen y el personal de salud descanse del agobio físico y mental, que su combate al Covid-19 les ha ocasionado.
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