La revista estadounidense Time, año con año revela en su portada a la Persona del Año. Léase la figura, grupo, idea, causa u objeto que, para bien o para mal, haya influenciado la conversación o eventos de dicho año. Es decir, quien más haya dado de que hablar. Podría apostar con la confianza de Jaime Bonilla en el casino de San Diego, que en el 2020 la portada será para el Coronavirus. ¡Obvio, Israel!
Al exponer la fragilidad humana, el virus le dio un revolcón a la política, la economía, la productividad, las relaciones sociales y hasta la estabilidad emocional de las personas. El confinamiento, desde el voluntario hasta el obligatorio a través de toque de queda, ha sacudido la forma en la que pensamos, actuamos y opinamos.
Siendo que los seres humanos ya no somos los mismos en la era post Covid, las sociedades también mutarán, y por lo tanto, los gobiernos deberán ajustarse, al menos en los que se presume hay cierto nivel de democracia, porque la forma en la que decidimos quien nos representa tendrá un sesgo hacia el satisfacer necesidades básicas, como la salud.
Abraham Maslow desarrolló toda una teoría en la que describía el orden jerárquico de las necesidades humanas. En síntesis: una persona primero tiene cubrir sus necesidades fisiológicas. Respirar, alimentarse, vestirse. Después, sus necesidades de seguridad como tener un techo, trabajo, y propiedades. Posteriormente sus necesidades de afiliación o pertenencia a un grupo; luego viene el reconocimiento y respeto por parte de la sociedad, y finalmente la autorrealización.
Dependiendo del desarrollo de cada sociedad, los candidatos tienen una oferta política consistente con el nivel de necesidad que haya que satisfacer. Si antes los candidatos vendían la idea del bienestar para el ciudadano a cambio del voto, hoy en muchas sociedades habrá que redefinir ese bienestar dando un paso atrás en la pirámide de Maslow, hasta el punto de ofertar la estabilidad básica de la persona.
El COVID-19 nos ha hecho tener una regresión en la manera que tomamos decisiones políticas, porque aunque no seamos afectos a ella, todos tenemos alguna preferencia en torno a causas y quien las abandera. En este caso, quien sea capaz de enfrentar los efectos sanitarios y económicos del virus. Si no, pregúntenle a Trump, ¿por qué repentinamente está usando cubrebocas?
¿Quieren una noticia alentadora? Pareciera que la ciencia está siendo capaz de adelantar el proceso de desarrollo de una vacuna, que por cierto no son enchiladas. Pero aunque se logre en tiempo record, nada impedirá que el 2020 sea el año de la reestructuración política, social y electoral.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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