Se renta
El dueño de un local comercial ubicado en la zona centro de cualquier ciudad, saca de su camioneta una pequeña y empolvada lona, la extiende sobre el cofre y nota que el número telefónico grabado ya no coincide con el que porta actualmente, hacía mucho tiempo que no tenía la necesidad de usar ese viejo lienzo.
Utiliza un bolígrafo para sobrescribir los nuevos dígitos de su móvil. Lo hace con desanimo. Se desespera. El siete parece cuatro y el cero no le salió. No piensa gastar un peso en un nuevo anuncio, así que no le importa lo espantoso que quedó.
Posteriormente ata el anuncio a las esquinas de la cortina metálica de ese pintoresco local que durante años albergó un concurrido restaurante. Toma una foto y la sube a sus redes sociales. Decide esperar hasta una hora antes de revisar las reacciones a su publicación, pero no hay likes y no hay mensajes. Enciende su vehículo y pisa el acelerador.
A un transeúnte curioso que esperaba su transporte en la acera de enfrente le llamó la atención la forma tan desaseada con la que el propietario colocó la famosa lona. Pensó que anunciaría la fecha de reapertura de su comedor favorito. Ya extrañaba las populares enchiladas rojas que allí se preparaban. Cruzó la calle para revisar y estar cierto del día esperado. Quedó sorprendido con lo que leyó.
El lienzo tenía escritas dos palabras que para el buen entendedor significaban miles de cosas y algunas historias tristes. El entusiasta de las enchiladas lo entendía a la perfección. Apenas hace uno días fue liquidado de su trabajo como almacenista de una pequeña fábrica familiar de cerámicos.
Después de 25 años de operación ininterrumpida, la empresa tuvo que cerrar. Con la pandemia las autoridades cancelaron sus operaciones y, al mismo tiempo, los productos alojados en su inventario dejaron de venderse. Sin ingresos, pero con obligaciones que cubrir, a la familia no le quedó otra que irse a la quiebra.
La frase encierra bastantes infortunios, y se le pude considerar como la ruina de emprendedores, el letargo de las autoridades y la letalidad que agobia a los pequeños empresarios. Sintetiza, además, la presencia de una crisis que arrasa con tiendas, restaurantes, talleres, comercios, fábricas, peluquerías e incluso colegios.
No existe análisis económico tan sugestivo que anuncie una recesión, letal para miles de empresas, como la simple expresión que, desde hoy, encontraremos repetidamente en las calles del centro, en las plazas comerciales o en las zonas industriales.
El lienzo que instaló el propietario y que con nostalgia observó el asiduo comensal, decía: “SE RENTA”.
En efecto, cual epitafio, un “SE RENTA” a las afueras de un antiguo local comercial, describe una mezcla de esfuerzos, historias de vida y emprendimientos perdidos. Lamentablemente, mientras la cortina metálica permanezca cerrada, yacerá como un molesto recordatorio de los efectos económicos que está dejando el COVID-19: desempleo, empresas caídas y locales vacíos.
A propósito del COVID-19 y la crisis que le acompaña, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en voz de su secretaria ejecutiva, la mexicana Alicia Bárcena, advirtió recientemente que en México podrían cerrar hasta 500 mil empresas en 2020. Si consideramos que, según el INEGI, en el país operan 5.4 millones de negocios, entonces, al igual que la caída del PIB esperada para este año, el porcentaje de empresas que cerrarán, rondará el 10%. Por lo que, medio millón de locales estarán disponibles en renta. Una barbaridad.
En el estudio “Sectores y empresas frente al COVID-19: emergencia y reactivación”, la Cepal no se anduvo por las ramas. La advertencia que emitió asume tintes de fatalidad: “La recuperación será más lenta y gradual de lo inicialmente esperado y, pese a los programas puestos en marcha por los gobiernos, es esperable un alto nivel de destrucción de empresas y empleos”.
Como es su costumbre, el organismo latinoamericano emitió una serie de recomendaciones, cuyo propósito es aminorar las consecuencias económicas de la crisis. Las acciones propuestas van desde otorgar liquidez, créditos y transferencias a las unidades productivas, incluyendo a la gran industria, hasta el cofinanciamiento de la nómina mientras dure la pandemia.
Si bien el gobierno mexicano ha implementado algunas de las medidas encomendadas por la Cepal, la verdad es que o han sido insuficientes o se encuentran desarticuladas entre sí. No se entiende, por ejemplo, que el IMSS fuera el organismo encargado de colocar los créditos de 25 mil pesos anunciados por el Presidente, cuando en la Secretaría de Economía existe una oficina especializada en el apoyo a la empresa, como lo es la Unidad de Desarrollo Productivo.
Asimismo, existen algunas acciones que en definitiva se encuentran vetadas por la autoridad federal, tales como diferir el pago impuestos, condonar los servicios públicos o cofinanciar la nómina salarial.
Harán falta otros estudios para medir el verdadero impacto de la crisis. No obstante, bastará con realizar un recorrido en la plaza comercial cercana y contar los “SE RENTA”; si te faltan dedos de tus manos y el lugar aloja un ciento de locales, entonces los pronósticos de la Cepal se cumplieron.
olveraruben@hotmail.com
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