Las crisis como oportunidad
Sin duda una de las cosas que se ha vuelto cliché durante este periodo de pandemia, es la – y no entiendo por qué – insistencia por parte de múltiples sectores sociales de transmitir un mensaje que genere un sentido de propósito bajo cual se generen provechos gracias a este fase extraordinaria y verla como una oportunidad para crear o intentar cosas nuevas.
Comúnmente se infiere que este tipo de mensajes pudiera encaminarnos a las personas a, no sé, emprender un negocio, cambiar o instaurar nuevos hábitos, estudiar, realizar mantenimiento de algún bien, en fin, una gran cantidad de cosas o asuntos que por cuestiones de tiempo era complicado llevarlas a cabo en el período A.P. – Antes de la Pandemia –
Lo que hoy le quiero platicar, querido lector, es que a quien también le cae como anillo al dedo este, y cualquier tiempo de crisis, es a aquellos Jefes de Estado electos de manera democrática, pero que arraigan fines autoritarios que, por el sistema de frenos y contrapesos que promueven sus Constituciones, el llevar a cabo prácticas de ese estilo es casi imposible. Casi.
Y es que, la mayoría de los países que para el interior cuentan con una Constitución escrita como máximo ordenamiento jerárquico, es en esa misma donde de manera expresa se permite que bajos ciertos escenarios de crisis se de vida a una expansión del Poder Ejecutivo. Por tanto que, aquella situación que figura como ocasión de realizar cambios positivos por muchas personas, que desgraciadamente también representa un enorme reto para un gran porcentaje de la población mundial; está simboliza una oportunidad para empezar a desmantelar lo que legalmente restringe o limita las prácticas demagogas por parte de un Presidente.
Para ejemplificar lo dicho y dar cuenta a usted de que estas cosas si pasan, vale mencionar el caso que hasta hace unos días se vivía en un país de la Unión Europea.
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, – a quien no se si llamar “El Trump Europeo” o llamar a Trump “El Orban Americano” – cuenta con una trayectoria política muy peculiar para el modo en que se ha catalogado al desarrollo de toda Europa como progresista.
Fue en marzo, cuando el mandatario emitió una solicitud al Congreso para declarar Estado de emergencia bajo el justificante de la pandemia derivada del COVID-19, misma que fue aprobada gracias a su amplia y aliada mayoría en el congreso,
Lo que ello originó, fue que se diera una especie de concentración de poder donde sin necesidad del Parlamento – congreso-, el control sobre todas las decisiones recae directamente en el Poder Ejecutivo, convirtiéndose en un gobierno de decretos.
La realidad es que, a simple vista, este tipo de medidas parecieran si ser necesarias ante los desafíos sin precedentes que plantea esta pandemia,pero existe un gran problema cuando la aplicación de ese precepto constitucional se hace con el fin de suprimir a quienes exigen el cumplimiento de las responsabilidades democráticas en un país.
En pocas palabras, lo que se vivió en Hungría luego de la aprobación de la ley, fueron ilegales restricciones a derechos humanos como lo es la libertad de expresión, por lo que abonaron a todo el contexto que permea en el país, transformando todo a una dictadura. Temporal, sí, pero lo impactante es que dicha práctica fuera llevada a cabo por alguien cuyo acceso al poder fue por medios democráticos y bajo protesta rendida asumió la obligación de salvaguardar las mismas.
Existen más casos actuales registrados además del mencionado. Son varios los países en Medio Oriente, Asia y – se vislumbra ya – en Latinoamérica, que se han aprovechado de la coyuntura actual, para llevar a cabo cambios a las reglas de juego, de tal manera que se les facilite obtener el poder absoluto. Lo que resalta del caso de Hungría – y de los otros también – es que aquel que en principio se ostentaba como un perfil que trabajaría para preservar la democracia y el Estado de Derecho, resultó completamente lo opuesto en ese rubro, y sin duda marca pauta a cómo es que bajo el aprovechamiento de una crisis no anticipada, un líder electo por vías democráticas, pero intrínsecamente autoritario, sabe perfectamente cuáles serían las consecuencias políticas, por lo que terminan facilitando todo el terreno para concentrar y abusar del poder.
Hay quienes dicen que la democracia muere en la oscuridad, yo agregaría que a las democracias las matan cuando nadie está mirando, y así, de la misma manera en que en un partido de béisbol cualquiera de los hombres que defienden las bases tiene la pelota y realiza el movimiento de brazo como si se le estuviese lanzando la pelota al pitcher, pero en realidad es un engaño, ya que la pelota siempre está en su guante y al final sin que se haya dado cuenta el corredor, lo toca y consigue un out; de esa manera legal, audaz y además perversa, es cómo están actuando aquellos quienes pretenden controlarlo todo, solo que aquí, a quien terminan por hacerle out es a la democracia.
Reciban un saludo. Muchas gracias.
Nos leemos la siguiente semana.
@Dan_Fdz