Los estadounidenses tienen un dicho sobre los costos de los favores en la política. “No hay tal cosa como un almuerzo gratis”, implicando que cualquier detalle que uno reciba de alguien no es solo por buena voluntad, sino para obtener algo a cambio, de alguna o de otra manera. AMLO no va a Estados Unidos nada más a celebrar el arranque del nuevo tratado del libre comercio, sino a pagarle un favor a Trump.
La cosa estuvo así. Hace algunos meses, México participó de las negociaciones de la OPEP que buscaban sacar del mercado 9.7 millones de barriles de petróleo diarios para mantener el precio estable. Oferta y demanda, ya saben. Para ello, todos los países tenían que rasurar su producción. A México le pidieron reducir en 400,000 barriles y se negó, lo cual complicó el acuerdo. Para destrabarlo, Trump salió al quite y aceptó reducir la producción de Estados Unidos para que México pudiera mantener la suya.
¿A poco Trump es así de buena gente? ¡Pues no! En aquel entonces no sabíamos cuál sería el costo para México de esa “noble” acción. Hoy al verse en riesgo de perder su reelección, necesita anotarse un logro para cambiar el estado de ánimo de su electorado. Y ahí es donde entra López Obrador.
Desde campaña Trump ha manejado un discurso hostil hacia México y los mexicanos. “Cuando mandan a su gente no mandan a los mejores, traen crimen, drogas, son violadores”, “vamos a construir el muro y México lo va a pagar”, “les vamos a imponer aranceles si no detienen el tráfico de drogas y migrantes”, entre otras polémicas declaraciones que le han servido para cohesionar a su base.
Hoy, con la excusa del tratado trilateral, AMLO ha sido convocado a Washington más para demostrar la influencia de Trump, que para celebrar una buena relación de vecinos. Las intenciones electoreras de Trump son tan evidentes que Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, el tercer socio del acuerdo, no estará presente en la reunión. Como él no tiene que pagar favores declinó la invitación.
Esta será la primera vez que el presidente mexicano salga del país desde que asumió funciones. Anteriormente se había negado a asistir a cumbres y eventos internacionales. Mandaba al Canciller Ebrard en su representación o insistía en las bondades de las videoconferencias. Esta vez no hay de otra. No se le puede hacer el desaire a Trump. AMLO tendrá que llevar la misión diplomática personalmente y evitar a toda costa que su investidura sea usada como un florero de la Casa Blanca. Es lo mínimo que espera el pueblo mexicano, después de ver el costo de ese almuerzo que no fue gratis.
Buen viaje y buena suerte, señor Presidente.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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