La verdad de la mentira
“De vez en cuando di la verdad, para que te crean cuando mientes.”
El ser humano es mentiroso por naturaleza. Mentimos consciente e inconscientemente. Lo hacemos porque así funciona la sociedad, la mentira forma parte un acuerdo consentido entre un emisor y un receptor, que aceptan el reto de jugar a creer y se dan habilidad para leer entre líneas mensajes cifrados en palabras, gestos, actitudes y miradas.
Según la Real Academia, mentira es la expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa. Mentimos no solamente con intención de tergiversar la verdad con la palabra, sino también con actitudes.
Por ejemplo, usar maquillaje, entintar el cabello, cirugías estéticas, el perfume, en estricto sentido, son mentiras. Mentimos para quedar bien, para encajar en el rompecabezas social porque así lo exigen en su mayoría las normas de conducta. Usamos trucos verbales para no herir susceptibilidades, «¡que platillo tan sabroso!”, “¡qué bonito vestido”, «que buen trabajo»; incluso nos auto-mentimos justificando “una, no es ninguna” y tomamos ese refresco o rebanada de pastel a pesar de ser conscientes del sobrepeso. Mentimos cuando nos pronunciamos a favor de temas ecológicos y tiramos desechos o basura. Lo hacemos defendiendo los derechos de los animales en circos y no somos capaces de mantener dignamente el cuidado de nuestras mascotas.
Pero también tenemos mentiras que a fuerza de constante repetición, terminan por considerarse verdades; los políticos por ejemplo, son quienes más emplean ese método.
Los seres humanos mentimos porque funciona. Por ejemplo, el “blof” o propaganda engañosa, es una herramienta muy poderosa que permite una ventaja adicional e inmediata sobre la competencia, quizá en algún momento pueda demostrarse la falsedad del hecho, pero usar el recurso produce efectos inmediatos y a veces irreversibles.
¿Será acaso entonces que habrá que resignarse a continuar sabiendo interpretar, sortear, e incluso, aplicar la mentira? De ser así, lo menos que podemos hacer, es mentir con elegancia.
Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.
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