Ciudad de México.- Los 18 mexicanos convocados por la Secretaría de Relaciones Exteriores para participar en la carrera con el fin de encontrar una vacuna contra el coronavirus afinan los últimos detalles de las cuatro propuestas nacionales que serán inscritas este 30 de junio en busca de ser apoyadas por la Coalición para la Innovación en la Preparación de Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés), según informó Excélsior.
“Con toda contundencia, en México hay un grupo de científicos, un grupo grande, más pequeño de lo que quisiéramos, nos falta crecer más, que está catalogado en accionar como autoridad en su materia y que tiene todo el talento, toda la capacidad para desarrollar una vacuna no solamente contra el SARS-CoV-2, sino en contra de cualquier otro patógeno que se presente”, aseguró la doctora Esther Orozco, coordinadora de la Red de Científicos Innovadores para la producción de la vacuna anti SARS-CoV-2 (la Red).
En las últimas semanas el selecto grupo, que representa a un ejército de mexicanos que desde los laboratorios intentan encontrar el arma que dé la batalla al virus, ha tenido que trabajar a marchas forzadas, uniendo sus habilidades en un asunto que algunos consideran de seguridad nacional.
Están el ingeniero que no sabía de biología, pero que con técnicas de inteligencia artificial y ciencia de datos ayudará a facilitar los procesos; el biotecnólogo que descubrió una variedad del virus del papiloma humano, la investigadora cuya única razón para levantarse todos los días por las mañanas es devolverle a México la autosuficiencia para producir sus propias vacunas y la rectora que hará las gestiones necesarias para el avance del proyecto de su universidad.
Una vacuna hecha en México es la aspiración de este equipo de científicos de entre 35 y 77 años de edad, que trabajan en instituciones de salud, universidades públicas y privadas y fundaciones.
“Hay una condición, la ciencia no puede dar soluciones mágicas, la ciencia se construye ladrillo por ladrillo, por lo que es importante que se apuntale la investigación científica para que, dado el talento de los colegas, podamos responder rápidamente a este reto y a otros que seguramente vendrán en el futuro”, dijo la doctora Orozco.
Los proyectos remitidos a la CEPI vía la Cancillería mexicana serán analizados en la coalición internacional para comprobar su viabilidad y eventualmente ser impulsados para su desarrollo. Sin embargo, la red científica mexicana está también lista para apoyar otros proyectos que pudieran ser seleccionados.
“En este pantano donde está metida la humanidad, no solamente es importante llegar primero, desde luego que es importante, pero más importante que llegar, es estar preparados y, en caso de que sea necesario inclusive tener toda la experiencia y toda la capacidad para producir la vacuna en México, ya sea diseñada por científicos mexicanos o la que se diseñe en el exterior poderla producir en México”, explicó Orozco.
Integrantes de la Red entrevistados por Excélsior, expresaron el sentimiento que les provoca formar parte de un proyecto cuyo éxito ansía el mundo entero. En una palabra lo definieron como determinación, responsabilidad, compromiso, entrega, oportunidad, honor, vinculación, servicio y transversalidad.
Cecilia Bañuelos, coordinadora técnico-científica de la Red confió en que independientemente del resultado en la CEPI, el grupo se aproveche en el mediano plazo.
“En México existe la capacidad, tenemos expertos a lo largo de toda la cadena de desarrollo de una vacuna, creo que ha faltado un poco de visión para aprovechar este capital intelectual, este capital humano para que realmente lleguemos a la meta de tener nuestros propios productos, nuestras propios insumos para el autoabastecimiento”.
Como ella, otros integrantes del equipo aspiran a que México avance en la recuperación de la capacidad del desarrollo de sus propias vacunas. “Porque es una garantía de salud para los mexicanos”, consideró Laura Palomares, investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM.
Los cuatro proyectos que se inscribirán a la CEPI son: el de la iniciativa Jonás Salk, liderado por José Manuel Aguilar Yañez; el del Instituto de Biotecnología de la UNAM (IBT-UNAM), a cargo de la doctora Laura Palomares; el de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), encabezado por Juan Joel Mosqueda Gualito; y uno del IMSS que dirige el doctor Constantino López.
“Esto no quiere decir que no haya una firme intención o convicción de seguir apoyando estas iniciativas, es decir, es un plan de acción donde convergen, una estrategia de primer nivel y prioritaria como la de la CEPI, pero también hay una intención genuina de hacer todo lo posible por recuperar la capacidad de desarrollo en vacunas de nuestro país”, concluyó la doctora Bañuelos. (EXCÉLSIOR)
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