NADA PERSONAL

Nada de lo que los demás hacen es por ti

Miguel Ruiz

 A quién no le gustaría dejar de hacer corajes por las opiniones insensatas que se publican en las redes sociales, porque la gente no entiende que no entiende, porque el país no está siendo bien gobernado, porque todo está muy caro y, en general, porque el mundo, o por lo menos la propia vida, no es como debería ser.

Bueno, pues el remedio está a la mano, y no es precisamente que todo cambie para que uno sea feliz, y en esta ocasión tampoco se trata de que usted se transforme para producir y ser parte de un cambio positivo del mundo.

Se trata simplemente de dejar de hacer algo que hemos venido haciendo toda nuestra vida sin darnos cuenta: tomarnos las cosas a personal o, como se diría popularmente, “a pecho”. No conozco, hasta ahora, una sola persona que no lo haga, en mayor o menor medida.

Mientras más se toma las cosas a personal la gente, más infeliz se vuelve, y mientras menos lo hace más libre, tranquila, segura y feliz se siente.

Tomarse las cosas a personal es adquirir, y en consecuencia expresar, interna o externamente, una carga emocional negativa, generalmente de indignación, enojo y frustración, por situaciones que, en nuestra interpretación, “nos suceden”.

Esto nos pasa sobre todo con las opiniones y actitudes de otras personas. Un ejemplo muy claro es lo que se conoce como polarización social, es decir, ánimos exacerbados en un enfrentamiento entre ciudadanos, en el que unos se consideran enemigos de otros porque su opinión difiere o es abiertamente opuesta.

Sucede también en la interacción personal, cuando la opinión de otra persona sobre nosotros nos ofende o hiere; entonces reaccionamos desde nuestra propia hostilidad, sin darnos cuenta de que, incluso en estos casos, no fue personal.

Dice, brillantemente, Miguel Ruiz, autor del libro “Los cuatro acuerdos”: “Si alguien te da su opinión y te dice: ¡Oye, estás muy gordo!, no te lo tomes personalmente, porque la verdad es que se refiere a sus propios sentimientos, creencias y opiniones. Esa persona intentó enviarte su veneno, y si te lo tomas personalmente, lo recoges y se convierte en tuyo. Tomarse las cosas personalmente te convierte en una presa fácil para esos depredadores, los magos negros. Les resulta fácil atraparte con una simple opinión, después te alimentan con el veneno que quieren, y como te lo tomas personalmente, te lo tragas sin rechistar”.

Y esta toma de veneno funciona no solo en ambos sentidos, es decir, das y recibes, sino en cualquier ámbito de tu vida, desde lo íntimo hasta lo público. Un país de gente que se insulta entre sí porque opina diferente, que invalida o anula los derechos y la voz de los otros, es un país envenenado.

Y como el coronavirus, el veneno está mucho más extendido de lo que se cree, porque también existen los asintomáticos. Me explico: hay tres maneras de reaccionar con carga emocional a situaciones y personas:

La manera sintomática y más grave, es la agresión abierta, diríamos que equivale a la tormenta de citoquinas del Covid19: se ataca con furia a todo y todos los que osan no estar de acuerdo con la visión propia de las cosas. “No les permitiré imponerse sobre mí”. O sea, son ellos o yo.

Con síntomas menores o moderados, es la forma pasivo-agresiva; no se enfrenta directamente una situación o persona, pero se le menosprecia o anula.

Y la asintomática o resentida: no se expresa hostilidad, se oculta la ofensa, pero se va envenenando a otros energéticamente o con palabras, actitudes y conductas solapadas.

A estas alturas algún lector puede pensar que es completamente normal tomarse las cosas a personal. Al fin y al cabo, así somos todos. Pues no. Es otro de esos condicionamientos a los que damos carácter de verdad, y que abordaré en el siguiente artículo.

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Autor

El Heraldo de Saltillo
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