DOWNSIZING

Sin ser perfecto, este filme de Alexander Payne debe ser rescatado de la cartelera del streaming por varios motivos. Se trata de una fábula acerca de muchos temas cruciales que vive la Humanidad, está realizada con exquisita plasticidad y cuidado en su diseño y, aunque hacia el final deviene en una película de dudoso discurso ecológico y político, siempre se mantiene como una sensible crónica de un mundo a punto del colapso.

 

CUESTIÓN DE TAMAÑO

Esta película parte de una idea genial: científicos noruegos han logrado la hazaña de reducir a los seres humanos a un tamaño de 12 centímetros, con un objetivo puntual: reducir la sobrepoblación, minimizar la contaminación y mejorar la condición de vida del resto del planeta.

Como premisa argumental, se trata de un tema fascinante, especialmente cuando el protagonista Paul Safranek (excelente Matt Damon) y Audrey, su mujer, deciden someterse a la operación que los empequeñecerá para irse a vivir a una comunidad especialmente creada para quienes acceden a este prodigio científico. Se torna todavía más fascinante cuando la mujer de Paul se arrepiente y lo abandona justo cuando él ha sido reducido en su tamaño, obligándolo a ingresar solo y con su autoestima por los suelos en un mundo aparentemente perfecto, diseñado con todo lo que él siempre aspiró: confort, comodidad, placeres mundanos y tranquilidad económica, aunque por cierto nada es perfecto: él se ha quedado solo.

De este modo, el protagonista ingresa a una sociedad liliputiense, donde lo reducido de su tamaño se corresponde con su crisis existencial.

A medio camino, el filme que ha partido como un relato de ciencia ficción con toques de comedia, amplía su abanico temático e introduce el aspecto político -el rechazo respecto de los pequeños por parte de los “grandes” por temas de poder, dinero y derechos civiles- y el ecológico, a raíz de la situación que se vive en la Antártida, donde se ha comenzado a producir el deshielo por el deterioro de la calidad del ambiente y la emisión de gases tóxicos.

Y es aquí donde empieza el desajuste en el guion, porque donde pudo lograrse una obra maestra del género de anticipación (la primera mitad es soberbia, cautivante y elegante), pronto se convierte en un relato demasiado ambicioso donde las múltiples lecturas agobian a los espectadores que estaban disfrutando de una comedia en cierto modo delirante que, pronto, los obliga a filosofar en terrenos demasiado ambiciosos.

El argumento parte cuando el matrimonio que forman Paul y Audrey Safranek, atraviesa por una debacle en sus finanzas. Esta situación sumada a la experiencia de unos amigos que ya pasaron por la experiencia los hace aceptar la temeraria idea: someterse a la reducción de tamaño e irse a vivir en la comunidad creada para albergar a “los pequeños”, donde pueden acceder a todo lo que en el mundo real es un lujo y, de paso, contribuir a la conservación del planeta.

Es en este punto donde el filme de Payne tenía infinitas posibilidades para derivar en una gran aventura moral, sobre todo con la idea de un mundo miniaturizado, en donde empiezan a aparecer problemas no pensados antes entre la relación con “los grandes” que los ven ahora como una amenaza y con cierta envidia.

En el mundo pequeño, aparecen entonces personajes clave que servirán al protagonista asumir una transformación completa en su, hasta entonces, anodina existencia de blanco común y corriente: Susan, un corrupto y simpático playboy (Christoph Waltz) y una energética activista medioambiental vietnamita que ha sufrido la amputación de una de sus piernas (Hong Chau)

Si bien se trata de una cinta adulta, inteligente y sobre todo muy bien filmada, con una excelente actuación del protagonista, el filme se resiente cuando quiere abarcar demasiados temas con cierta solemnidad que no se corresponde con el tono inicial de comedia de ciencia ficción. Así “Downsizing” abarca desde elementos de la comedia negra al drama social, pasando por la distopía tecnológica e incluso ofreciendo una insólita historia de amor en tiempos de contaminación planetaria.

El filme funciona cuando el director Alexander Payne se atreve con una sátira bastante audaz, con resonancias políticas y sociales y deja de funcionar cuando se enfrasca en un cuento ecológico que no convence y se siente como postizo, con un final cuando menos decepcionante para todo el esplendor visual y la melancólica secuencia que la precede.

Con sus altos y bajos, con sus momentos brillantes y lagunas de guion, la película seduce por su visión divertida, insólita y a veces conmovedora que, descontando los hallazgos de su puesta en escena y la muy buena actuación e Matt Damon, nos deja pensando harto rato en temas relevantes y lejos es una de las buenas apuestas para descubrir en la cartelera de Netflix.

El realizador Alexander Payne tiene en su filmografía Citizen Ruth (1996), seguido por Election (1999), que ganó el premio al mejor guion del Sindicato de Guionistas de Estados Unidos y del Círculo de Críticos de Cine de Nueva York, además de una nominación al Óscar como Mejor Guion Adaptado.

C         on su filme A propósito de Schmidt. estrenada en la sección a concurso del Festival de Cine de Cannes, se alzó como la película de apertura del Festival de Cine de Nueva York. En 2004 filmó Entre copas y Los descendientes (2011), películas que consiguieron sendos premios Óscar al Mejor Guion Adaptado y nominadas a otros cuatro premios de la Academia, entre ellos, el de Mejor Película y Mejor Director. Nebraska (2013) se estrenó en la sección a concurso del Festival de Cine de Cannes de 2013, en el que Bruce Dern ganó el Premio al mejor actor. La película también fue nominada a seis Óscar de la Academia y cinco Globos de Oro y por muchos es considerada como una de las obras cumbres de la importante filmografía de este director que se mueve entre la industria y el cine más independiente.