Recorriendo ya la ruta hacia su retiro, el Ingeniero Salvador Alva, quien será hasta el 30 de junio presidente del Tecnológico de Monterrey, compartió esta semana algunas reflexiones en las que se plantea cómo redefinir el liderazgo ante los nuevos tiempos.
Alva se remonta a la cumbre que en 2015 reunió en Davos a los líderes más influyentes del planeta –encuentro en el que participó– donde se definieron diez grandes retos para la humanidad y uno de ellos fue la escasez de líderes.
La mayoría de las organizaciones, reflexiona Alva, quien además del Tecnológico de Monterrey ha ocupado cargos directivos en Cervecería Moctezuma y en PepsiCo, no atraen líderes porque lo que buscan es mantener la estabilidad. «Sin darnos cuenta nos vamos llenando de seguidores y terminamos formando grupos homogéneos con muy poca diversidad de ideas, y sobre todo de pensamientos».
Los líderes por el contrario, indica Alva, incomodan, quieren innovar, piensan fuera de la caja, hacen las cosas de manera muy diferente, cambian las reglas del juego, cuestionan el status quo, rompen paradigmas, buscan flexibilidad y agilidad.
El funcionario del Tecnológico de Monterrey está planteando una realidad global, que sin embargo si lo trasladamos a nuestro entorno encontraremos que es una descripción muy acertada de lo que aquí ha pasado.
Y tristemente lo encontramos tanto en el sector público como en el privado.
Estamos por estos días recordando los cien años del asesinato de Venustiano Carranza, y es inevitable preguntarnos por qué no hay más de esos coahuilenses como los que con su valor civil, claridad de ideas, responsabilidad y compromiso guiaron a la Nación en aquéllos aciagos tiempos.
Hoy estamos ante retos muy diferentes que los de la época revolucionaria, pero no son menores. En aquellos años se trataba de instaurar el orden y construir instituciones que le dieran viabilidad y solidez a la vida democrática y al desarrollo nacional, hoy, podríamos resumirlo, se trata de salvar todo ese andamiaje, de salvar a México, y más que por la amenaza sanitaria, la económica o la criminal, es por un gobierno en el que compiten perversidad e incompetencia.
¿Pero dónde están los líderes?, si analizamos un poco cómo se han integrado por ejemplo las Legislaturas federal y local en los últimos años, encontraremos que ese carrusel del que se duele la clase política confinada a la banca, en donde los mismos personajes se van alternando los cargos sin dar oportunidad a nadie más, se conforma precisamente bajo la definición que nos da el Ingeniero Alva.
Las oportunidades han sido para los «seguidores» no para los líderes, no hay ideas propias, no hay iniciativa, no hay empuje.
Y si volteamos a ver al sector privado el panorama no es muy diferente, las Cámaras hoy en día son poco más que un escaparate y oficina de gestión de apoyos gubernamentales, no son ni tribuna ni motor de transformación.
Las Universidades también apagaron los liderazgos, particularmente el proceso de pacificación de la Autónoma de Coahuila impuso estrictas limitantes y por cerca ya de treinta años todo ha girado en torno a una administración central, enfocada precisamente en eso en administrar para que no se rompa la armonía, aunque no surjan tampoco las ideas, las acciones, las propuestas. Alguna luz y apertura se empieza a ver en los tiempos más recientes, ojalá que no sea una mera llamarada.
En cada uno de esos sectores hay excepciones desde luego. Sería injusto no reconocer que por ejemplo la conducción en Coahuila para hacer frente a la contingencia sanitaria es un testimonio claro de liderazgo.
Pero preocupa el futuro. El país va por una ruta peligrosa, todos los días tenemos señales de advertencia, pero no se ve ni quién ni cómo le pondrá remedio.
Salvador Alva señala «Este es el problema más serio de la humanidad: no tenemos suficientes líderes con la visión, los valores y la influencia necesarios para resolver con decisión y valentía los retos que hoy enfrentamos».
Al tiempo de plantear que es desde las universidades donde se debe fomentar la formación de líderes, generando condiciones que permitan comprender las grandes diferencias entre ser un líder y ser un seguidor, Alba concluye que la única fuente sostenible para el bienestar y el desarrollo es la formación de talento, liderazgo y espíritu emprendedor.
Hoy estamos ante problemas inminentes y una gran crisis multifactorial, superarla de la mejor manera demandará de disciplina, visión y desde luego liderazgo, pero será fundamental que atender lo urgente no margine lo importante, y que en forma simultánea las instituciones se apliquen en encontrar, formar y potencializar a los nuevos talentos.
En los próximos meses perderemos empresas, empleos, y hasta costumbres y formas de vida, ojalá que en el caos que viene encontremos líderes.
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