Quiero hoy referirme a un artículo así titulado, que leí en El País hace casi año y medio.
Lo escribió la siquiatra Mercedes Navío Acosta y decidí guardarlo, porque la frase favorita de mi esposo Matías era “la verdad no tiene sustituto”; y porque teniendo un presidente tan embustero como López Obrador, estaba segura que lo necesitaría.
Y cuando vean ustedes las primeras líneas comprenderán mi razón, porque parecería que la siquiatra Navío está hablando de México y las mañaneras; y no analizando la situación por la que pasaba España.
Así empieza: “Dicen que decía Lenin, que, si nuestras ideas chocan con la realidad, hay que prescindir de la realidad.”
Y pasa a señalar, que resistir la tentación de prescindir de la realidad es una tarea en la que naufragan todos los Estados fallidos; y que la relación que se establece con la verdad, marca el destino de individuos y pueblos.
Explica la siquiatra que puede prescindirse de la verdad mintiendo, fabulando o delirando; y que estos diferentes grados de certeza o de cinismo, son utilizados por algunos gobernantes como estrategias «de ilusoria omnipotencia transformadora.”
¿Les suena conocido? Sigamos.
Agrega que el delirio sociológico y la fabulación, aún y cuando se den en forma parcial, preceden a la barbarie.
Y la tiranía de lo irracional implica una visión, que reduce la complejidad de lo real a un cálculo extraviado de riesgo-beneficio; «que se funde y se hace cuerpo con la propia identidad, que parece estar en huida hacia delante, hacía algún paraíso perdido, a algún futuro idílico, a alguna abstracción descarnada… a ninguna parte.”
Me parece que eso está ocurriendo con López Obrador y ruego que no nos suceda a todos.
Precisa la siquiatra Navío, que las locuras colectivas de todos los tiempos se han generado por la negación de la verdad.
Y que las dimensiones inflacionarias de la mentira y los delirios, pueden terminar compartiéndose.
O contagiándose, diría yo, como sucede hoy a los amlovers de a verdad; y a ratos, a los farsantes que están con él sin convicción; solo por sus propios intereses políticos y económicos.
“Una constante entre mentirosos, fabuladores y delirantes, sigue diciendo la siquiatra sin haber asistido a ninguna mañanera, es tanto la perspicacia para detectar las contradicciones y locuras de los relatos ajenos, como la negligencia en la identificación de los propios”.
Y anticipa que la situación resultaría cómica, si no fuera trágica; porque es solo cuestión de tiempo, que la realidad baje lo esponjado al pastel y «a la retirada de la marea, emerjan los restos del naufragio.»
Agrega finalmente, que mirar la mentira de frente es condición imprescindible para poder asumir aquellos hechos que más desfavorablemente nos atañen y si no lo hacemos, quedaremos sometidos a aquello que negamos y renegamos.
Y ahora sí que, para complementar mi artículo y pidiendo disculpas por el plagio, me cayó como anillo al dedo otra nota de El País titulada El ritual de los buenos propósitos, escrita por la filósofa Carolin Emcke.
Comienza por afirmar, que en varios países dominan ahora “simuladores que se presentan como políticos del nuevo comienzo; pero lo que en realidad buscan, es un retroceso a una situación de orden autoritario.”
Explica que las viejas epopeyas y las historias religiosas o civiles nos siguen conmoviendo, “porque alimentan permanentemente la esperanza de podernos liberar de lo que nos ha lastrado o limitado” y que es precisamente esa emoción, la que buscan manipular los políticos y movimientos «transformadores».
Y que quienes se declaran reformadores, aseguran que lo único que quieren es mejorar las leyes y disposiciones para proteger a las minorías y los espacios de libertad; pero hacen lo opuesto.
Podríamos pensar que está describiendo el gobierno de López, ¿no es cierto?
Y como su artículo se publicó en enero, mes en el que suelen hacerse los buenos propósitos, pide a quienes vivimos en naciones donde gobiernan “transformadores», que el nuestro sea, fortalecer nuestras democracias.
«Confiando en nuestra capacidad de alumbrar otras formas de convivencia más abiertas, y no más restrictivas; más libres, y no más jerárquicas; más democráticas, y no más autoritarias.”
Concluiré, con la frase final del excelente artículo del doctor, sociólogo y analista político, José Woldenberg, publicado este martes en El Universal.
Tras repasar diferentes momentos y cuestiones en los que López Obrador “ha desvirtuado el debate público laico con recetas religiosas” y optado por fomentar las engañifas en detrimento de la razón y las verdades científicas y la superchería en desprecio de la Ciencia, Woldenberg advierte sobre lo que nos espera si el pensamiento racional no acota o derrota al obscurantismo.
Entonces, “Habrá llegado la hora de los brujos”.
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