El Estado en tiempos del coronavirus
El polvo inevitablemente se asentará después de la pandemia, y diversas lecciones habrán de ser recogidas. Una de ellas se comienza a vislumbrar: aquellos países con los Estados más fuertes invariablemente saldrán mejor librados, y aquellos con los Estados más débiles serán los más duramente golpeados.
Las ideas anglosajonas en torno a la primacía del mercado sobre el Estado y la democracia-liberal como el mejor medio para alcanzar el desarrollo son, vaya, particularmente anglosajonas y parecen quedar rebasadas. La geografía de la isla británica, protegida por los mares y difícil de invadir, permitió en gran medida el desarrollo de una cultura en torno al libre mercado y el comercio internacional, el Estado residual y la democracia-liberal. A sus primos americanos les fue posible convertirse en sus herederos intelectuales -e imperiales- porque se vieron igualmente favorecidos por su geografía: protegidos por dos mares en sus costados, con una minúscula población en el norte canadiense y una nación subdesarrollado en el sur mexicano. Por ello asimismo las naciones anglosajonas han tenido una envidiable estabilidad política: la última revolución en suelo británico fue en 1688, y los Estados Unidos no han tenido otra desde su conflicto de independencia en 1776.
Sin embargo, en tiempos modernos parece que la desconfianza en el Estado y la fe en los mercados será la fuente de importantes dificultades. En un mundo altamente complejo que se mueve a gran velocidad, las capacidades reguladoras del Estado se tornan imprescindibles. Si durante la Revolución Americana la interrogante era cómo dividir al gobierno para evitar la tiranía, en tiempos modernos la interrogante tiende a ser cómo hacer del gobierno uno eficaz. El expresidente estadounidense Woodrow Wilson resumió esta problemática ya a finales del S. XIX en su ensayo The Study of Administration: “La raza inglesa, en consecuencia, ha estudiado durante mucho tiempo y con éxito el arte de frenar el poder ejecutivo para el constante abandono del arte de perfeccionar los métodos ejecutivos. Se ha ejercitado mucho más en controlar que en energizar al gobierno. Le ha preocupado más hacer que el gobierno sea justo y moderado que hacerlo fácil, bien ordenado y efectivo.” La respuesta americana ante la pandemia ha dejado mucho qué desear. Los conservadores americanos comienzan a adoptar la visión de un gobierno más expansivo..
La historia opuesta ha sido la de aquellas naciones que debido a su geografía han tenido serios problemas de inseguridad y, por ello, en gran medida se vieron forzados a desarrollar autocracias con Estados fuertes. Los casos notables en este sentido son Alemania en Europa y Japón en Asia, autores de algunos de los peores cataclismos de la historia humana. Sin embargo, durante la posguerra ambas naciones mantuvieron su tradición de eficacia estatal, terminaron por adoptar la democracia-liberal y se sacudieron su inseguridad al formar parte de la esfera de seguridad estadounidense.
Por otra parte, existen ejemplos que se encuentran entre los casos anglosajones y germano/nipón. Rusia es una nación autocrática que sin embargo tiene un Estado endeble y por lo tanto ha sido fuertemente azotado por el coronavirus. China es una nación asimismo autocrática pero con un Estado fuerte que ha podido controlar la situación pandémica. Francia y los países escandinavos son democracias-liberales con Estados consolidados que han enfrentado acertadamente la crisis, y además no cuentan con pasados especialmente autocráticos. Y finalmente Corea del Sur, probablemente el país que mejor ha enfrentado la pandemia, construyó un Estado robusto durante su pasado autoritario y es hoy una democracia-liberal.
El sano equilibrio se encuentra en un Estado con capacidades amplias pero frenado por los pesos y contrapesos propios de toda democracia-liberal. Los Estados eficientes no solo se verán mejor librados en materia sanitaria, sino también económica, y finalmente política. Mientras tanto, en México el gobierno tiene sus propias cifras, sub-ejerce el gasto en salud, se niega a implementar medidas fiscales, y le declara la guerra a la burocracia mexicana. Y ante los vacíos, el crimen organizado los llena, y reparte despensas.
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