La circunstancia inédita de concluir el primer tercio del año con la economía atorada; las versiones de que la industria automotriz y sus proveedores se reactivarán antes del quince de mayo; el apremio que tienen establecimientos de todos los sectores por hacer frente a sus nóminas y costos fijos, y el ánimo social tras seis semanas de confinamiento son factores que se conjugan y empiezan a empujar para el retorno a la normalidad, en los que además se suma la percepción de que la emergencia sanitaria está bajo control.
Y sí, en Coahuila han sido bien llevadas y oportunas las medidas preventivas, no hemos llegado a la saturación hospitalaria, ni siquiera en Monclova, pero tampoco hemos llegado a la que los científicos proyectaron como fecha crítica, en la segunda semana de mayo, entonces no es el momento de echar las campanas al vuelo.
Lo que pudieran hacer ahora el sector privado y el gobierno es comenzar a diseñar el plan de reactivación, pues una realidad es que no se podrá en forma total e inmediata, sino progresiva para evitar que un relajamiento, o cancelación súbita, de las medidas preventivas detone un brote de contagios que colapse la capacidad hospitalaria y cueste vidas.
En un sector en específico, el de los hoteles y restaurantes ha surgido una iniciativa interesante que dio a conocer esta semana la Secretaria de Turismo Azucena Ramos, la certificación anticovid.
Esto es que el personal de dichos giros reciba capacitación especial, que los establecimientos cumplan con determinadas normas de sanitización, espacio, aforo, ventilación y se permita la operación de los que al cumplir los requisitos sean certificados.
Eso se pudiera imitar en otros giros, de hecho se sabe que algunas empresas de la industria alimentaria ya les están exigiendo un protocolo similar a sus proveedores del sector agropecuario, y este es también un modelo que se puede replicar.
Otros países que tuvieron su crisis un mes antes que nosotros, y dictaron el confinamiento igual varias semanas atrás, están proyectando su reactivación para después del diez de mayo, por ejemplo, Francia y España.
Las guías que se han elaborado en aquellos países para lo que han llamado plan de desescalada, pueden ser un referente para lo que se implemente aquí, o al menos nos pueden dar una idea de cómo será este retorno a algo que no será nuestra normalidad anterior, pero se le deberá de parecer.
En principio España lo ha dividido en cuatro fases y sin comprometer fechas, sino definiendo indicadores que al irse cumpliendo permitirán avanzar, además han anticipado que ese avance ser asimétrico, es decir en tiempos diferentes en cada región según su propia circunstancia.
En la fase cero, que han llamado de preparación, por ejemplo, permitirán la apertura de pequeños locales con cita previa para la atención individual de clientes. Ese puede ser un esquema que funcione para algunos giros que en nuestra comunidad están desesperados al no tener ingresos, estéticas, peluquerías, y hasta zapaterías y mueblerías.
En la fase uno, permitirán actividades sociales de cierto tamaño y en casa; reapertura de lugares de culto con limitación de aforo; mercados al aire libre con condiciones de distanciamiento.
La fase intermedia, la dos, permitirá operación de restaurantes a capacidad limitada; viajes a otras regiones del país para quienes tienen una propiedad de recreo; reapertura de centros comerciales pero sin operación de áreas comunes o recreativas.
Y en la fase tres, la avanzada, que la visualizan para finales de junio, los españoles flexibilizarán la movilidad general; incrementarán el aforo en comercios, pero a no más del 50%; podrán operar discotecas y bares a un tercio de su capacidad; aperturarán las playas en condiciones de distanciamiento, y permitirán las corridas de toros, aunque podrá haber una persona por cada 9 metro cuadrados en el graderío.
Mientras cada provincia va avanzando en las fases no se permite la movilidad entre ellas, y los indicadores principales son la tasa de contagios y la disponibilidad de la capacidad hospitalaria.
En Francia el plan es similar, mantienen el uso obligatorio de cubre bocas en la calle y espacios públicos; permiten los viajes dentro del país mientras no sean traslados a más de cien kilómetros; reaperturan el comercio pero no bares ni cines; mantienen la prohibición de concentraciones en eventos deportivos, y las reuniones sociales no pueden ser de más de diez personas.
«Un régimen de libertad en el que debemos fijar excepciones», ha dicho el primer ministro francés Édouard Philippe.
Desde luego que nuestras circunstancias son diferentes, pero estos pueden ser esbozos de un posible camino a la reactivación.
Algo queda claro, Coahuila debe hacer su propio plan e implementarlo al ritmo que permita cada región, pues si nos esperamos a lo que diga el gobierno federal, algo va a colapsar, ya hemos visto que no tienen mínima idea de conducir al país en esta crisis.
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