Asesinos de la misericordia

Por Beatriz Pagés

La Guía Bioética publicada por el Consejo Nacional de Salubridad recuerda el programa de exterminio nazi denominado “Asesinos de la Misericordia”.

Así como hoy la Cuarta Transformación pretende hacer una selección por edad para definir qué vidas deben salvarse y cuales no, los nazis decidieron  eliminar a los “adultos no productivos” y las “vidas inútiles”.

Para el fascismo alemán, los inútiles eran los homosexuales, las prostitutas, los pacientes psiquiátricos, los niños deformes y las razas inferiores. Para la Secretaría de Salud de la 4T, los inservibles son los adultos mayores con todo y que en la retórica de López Obrador son los más importantes beneficiarios de su gobierno.

La Guía Bioética redactada seguramente por un autócrata de este régimen señala que ante una emergencia de salud como la del Covid-19, en la que podría haber una excesiva demanda de recursos imposible de satisfacer se debe privilegiar el principio de “salvar la mayor cantidad de vidas por completarse”.

¿Qué significa eso? Significa, simple y sencillamente, que los jóvenes tendrán derecho a un ventilador y los ancianos no.

Significa que este gobierno mide el valor de la vida a partir de estereotipos y de un prejuicio discriminatorio como es la vejez y no, así, de un derecho humano, como es la vida en sí misma.

Aunque los tiranos que redactaron la Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica del gobierno aseguran que el documento está basado en  criterios que aplica la medicina internacional en casos de  emergencia y desastres, lo cierto que en esa guías nunca se habla de qué vidas valen la pena salvar y cuales no.

Para quedar bien con su jefe el presidente, los genios engreídos de la Secretaría de Salud recurrieron al término “triaje” para legitimar la muerte de los pacientes que no han podido, ni podrán ser atendidos en los hospitales públicos debido a que la “Austeridad Republicana” los ha dejado sin equipos y medicamentos.

El triaje no es para llevar a cabo una selección fascista de los pacientes, sino para clasificar a los enfermos en función de su gravedad y así priorizar su atención.

Pero hay dos puntos polémicos adicionales en la Guía Bioética de marras.  Primero, ¿quién va a hacer el papel de Dios para seleccionar a los superiores de los inferiores, para decidir quién debe seguir respirando y quien merece morir asfixiado?

En el documento hay una explicación larga, barroca y poco clara sobre cómo y quien condenará a un enfermo al sacrificio para que con su exterminio  contribuya a la limpieza sanitaria de la Cuarta Transformación.

Y segundo, los semidioses del régimen proponen un “sistema de apelación a la decisión del triaje” lo que significaría, tal vez, que cada paciente tenga que tener un abogado para, en caso de ser señalado por el verdugo, defienda su derecho a la vida, a tener cuando menos,  acceso a un respirador o a una inyección que lo pueda salvar.

El autor de la Guía Bioética merecería ser llevado ante los tribunales internacionales por querer instituir una medida genocida para “resolver” una pandemia. ¿Quién la mandó hacer o quién la avaló? Los redactores ignoraron a la UNAM y al Consejo de Bioética, ambos integrantes del Consejo Nacional de Salubridad.

Ya sabemos que dentro de una presidencia imperial, como la actual, solo  UNO, es el que toma decisiones.

@PagesBeatriz

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El Heraldo de Saltillo
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