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La semana pasada decidí no escribir, con tal de no ser repetitivo con información que se divulgaría en todos los medios de comunicación habidos y por haber, así como a través de personas que se consideran de la vida pública cuyas manifestaciones conllevan una cobertura social considerable.
Y es que, se ha vuelto casi imposible que cuando alguien se sienta a escribir, a platicar o a convivir, el tema que se ponga sobre el papel o la mesa, sea aquel que por ya casi un mes, nos ha tenido en distanciamiento a toda la sociedad.
En fin, esta semana, mediante una común manera de informarse, me enteré de una noticia que, a pesar de tener relación con la coyuntura actual, me pareció relevante, pues el precedente que deja será interesante para futuras situaciones similares.
En 2003, la Organización Mundial de la Salud realizó una alerta sanitaria igual a la que vivimos hoy en día. Ésta debido también a un nuevo virus que se presentaba en pacientes residentes de países asiáticos y que contaba con casos en otros países.
Gracias al brote del Síndrome Respiratorio Agudo Grave, mejor conocido como SARS, es que –se pudiera decir– se vivió un escenario muy parecido al actual, ya que tuvo origen en en China, eso sí, el presente ya sobrepasó con creces las cifras del que le comento de hace 17 años.
Por lo que me contaron, en aquel entonces, no se optó por la cancelación de todos los eventos masivos de la temporada, sobre todo aquellos que se desarrollasen fuera del país donde se originó. Sin embargo, se presentaron casos excepcionales, como el de la Federación Internacional de Fútbol Asociación, la cual sí se vió en la necesidad de cancelar la justa mundialista femenil que se llevaría a cabo en el país donde se originó.
Ante ese entorno de epidemia, existió un caso particular que se atrevió a dar uno de esos pasos que nadie hubiera imaginado, y que muchos criticaron, que consistió en la compra de un seguro que incluía dentro de sus cláusulas una cobertura contra cancelaciones de eventos derivadas de epidemias.
Fue el subcomité de finanzas y riesgos del All England Lawn Tennis Club, quien tuvo la visión de actualizar el clausulado de su póliza de seguro para añadir el caso de una posible interrupción derivada de una epidemia a un pequeño torneo que año con año tiene lugar: nada más y nada menos que el torneo de Wimbledon.
Es gracias a esta decisión tomada hace 17 años, que en su momento fue críticada por el alto costo anual que representaba –la friolera cantidad de 1.7 millones de dólares– para asegurar la vigencia de un seguro que algunos consideraban innecesario y que hoy puede que origine un reembolso de más de 100 millones de dólares que, si bien no cubriría el total de ganancias que generan las dos semanas en las que se desarrolla el torneo, no deja de ser una cifra considerable ante las circunstancias actuales.
Lo anterior, sin duda, deja un precedente tanto para eventos masivos de tipo deportivo, como de cualquier otro tipo y nos confirma que la vida da giros inesperados; y que hay quien se ríe de todos nuestros planes.
Reciban un saludo, muchas gracias.
Nos leemos la siguiente semana. Quédense en casa.
@Dan_Fdz